noseacepta

 

Hola amigos/as,

 

Ya ven, he vuelto, una vez más.

 

Siempre que piensan que me he ido para siempre, vuelvo para atormentarles un poco más. Discúlpenme.

 

Esta semana un amigo de Londres me decía que había visto en el Guardian una noticia donde se decía que la policía española había condecorado a la Virgen. Me preguntaba si era verdad.

 

No supe qué decirle.

 

Hasta ahí mi comentario sobre la actualidad nacional, que tantas alegrías nos trae (como esos 184.000 españoles que han decidido renunciar al mercado laboral y gracias a los cuales ha bajado el paro) y que nos recuerda cada día la grandeza del país en el que vivimos.

 

Ahora vayamos a lo del cine, que tampoco nos trae buenas noticias. A decir verdad, nos trae noticias horrorosas.

 

Han estrenado unas cuantas películas este miércoles y ninguna de ellas satisfactoria. Bueno, rectifico, la verdad es que la mayoría no encontrarían sitio ni en un container. No sé si me explico.

 

En primer lugar, Divergente.

 

A algunos/as les ha ofendido sobremanera esta película y han visto extraños mensajes cifrados a favor del control gubernamental y demás lindezas. Otros/as la han acusado de copia de Juegos del hambre. No sé qué es peor.

 

Los primeros (los conspiranoicos) son esos aficionados a la hiper-narrativa que ven códigos (secretos) socio-políticos hasta en la sopa, y que son incapaces de ver una peli como esta (cuyo público es eminentemente adolescente) sin que se les erice el vello de la nuca, al pensar en los terribles mensajes ocultos que la misma transmite a los chavales y que los convierte en robots al servicio del sistema.

 

La verdad es que la película es algo aburrida y ni fu, ni fa, pero hemos visto cosas mucho peores y nadie se ha llevado las manos a la cabeza. La historia, conocida, versa sobre una civilización en la que todos –llegados a cierta edad– son destinados a un trabajo específico. La protagonista es lo que llaman una “divergente”, un elemento rebelde al que no le encuentran sitio y que hay que eliminar.

 

Chim-pun.

 

Otra de las joyas de esta semana es un engendro mexicano llamado No se aceptan devoluciones. Esta sí es una de las comedias más baratas, cutres y salchicheras de los últimos años. Humor de segunda mano, actores que no destacarían ni en una sala de teatro de mi barrio con todo el público borracho, un guión escrito por un niño de 3 años y una dirección que haría llorar al Dalai-Lama. Todo ello al servicio de una película vergonzosa que demuestra que los milagros existen: si una mierda chorrada como esta ha llegado a nuestras pantallas todo es posible.

 

Luego tenemos esa cosa de John Turturro con Woody Allen: Aprendiz de gigoló. Una comedieta mala de solemnidad que parece rodada por un amateur y que ofrece una premisa totalmente imposible: Turturro es el galán de la peli, un gigoló que seduce a las mujeres por pares.

 

Un momento, que voy a reírme.

 

Ya está, he vuelto. Es decir, que la película hace reír pero no por los motivos que el director espera.

 

Y, para acabar, Carmina y amén, que supongo que debe ser graciosa si te resulta divertido (o entrañable, o soportable) ese personaje llamado Paco León y su bendita familia.

 

Yo no les soporto (y tampoco entiendo el nivel de peloteo hacia este hombre, francamente) y por eso la película no me hace ni un pizca de gracia, ni un poco.

 

Debe ser que tengo el humor avinagrado.

 

Visto lo visto, yo me iría al teatro, o a pasear, o a ver a las señoras mayores agarrar muy fuerte los bolsos en los bares de las plazas.

 

Abrazos/as,

T.G.