Llego con un día de retraso pero llego.

Hoy toca hablar de Fantástico Sr.Fox porque Wes Anderson se lo merece.
Había pensado en ahondar en Que se mueran los feos, la enésima patochada con ínfulas de comedia que produce el cine patrio, pero –sinceramente- lo de segregar bilis cada vez me apetece menos (será que me acerco peligrosamente a los cuarenta) y prefiero gastar mis energías en recomendar lo que me gusta.

Hablábamos de Fox.

El tal Fox, un zorro con la voz de George Clooney (atención todos/as: en la medida de sus posibilidades, acudan al visionado del filme en su versión original, no se arrepentirán), es el último invento de un realizador llamado Wes Anderson.

El tal Anderson es el tipo que se inventó maravillas como Los Tenenbaums o Academia Rushomre, fantásticas películas que brillaban en su reivindicación de lo atípico, de lo informal, de lo poco convencional. No es fácil inventarse un universo cinematográfico tan rico en matices que además solo pueda funcionar en los límites de su -aparentemente opaca- rareza. Pero como decía en una entrevista reciente el impresionante actor Wendell Pierce: “cuanto más específico más genérico”.

No sé si esto se entiende, cojamos la serie que protagonizaba el propio Pierce, The wire, sobre el tráfico de drogas, la corrupción y la quiebra del sistema en la ciudad de Baltimore. Sin embargo, llegados a cierto punto, uno se olvidaba de que estábamos en una ciudad que probablemente no visitaremos jamás en la vida y se entregaba a unos personajes que podían ser su vecino, su maestro o su amigo.

Algo así sucedía con los Tenenbaums y los chalados que poblaban la Academia Rushmore: eran universales en su complejidad. O algo así.

Con Fox, Anderson se marca un hito en su carrera (que me hace perdonarle sus dos últimas películas, las cuales -hallazgos secundarios aparte- me parecieron experimentos fallidos: The life aquatic y Viaje a Darjeeling) usando la animación stop-motion (fotograma a fotograma) para conseguir una película que podemos calificar desde ya como un clásico del género porque se salta –directamente –las reglas de éste.

Todo en ella, empezando por el destartalado ritmo del filme, es un desafío a las reglas del convencionalismo cinematográfico, un desafio al espectador, un “¿te atreves?” que nos abofetea hasta el minuto final.

Seguro que ya habrán advertido que no he dicho ni mú sobre la película o su argumento. Eso es porque paradójicamente lo mejor de Fantástico Sr. Fox se nutre de la ignorancia del espectador en cuanto a su temática y guión. Háganme caso, permanezcan vírgenes, apaguen la radio y la tele, tápense los oídos y griten “TATATATATATA” cada vez que alguien pretenda hablarles de la película.

Simplemente, vayan al cine arrojen sus prejuicios en la papelera de la entrada. Olviden que ya lo han visto y oído todo y que sus sentidos están colapsados por la intragable cantidad de estímulos que nos obligan a digerir cada día desde todos los rincones del planeta.

Siéntense con el señor Fox, pongan la mente en blanco, relájense y dejen que el zorro les guíe.

Que les aproveche,

T.G.