Señoras y señores,

 

Aún no han cañoneado mi fachada y el paki sigue abierto, así que supongo que debe estar todo bien. O algo así.

 

He visto Blade runner y eso ya lo sabían. Por fin puedo hablar de ella, y esa es la novedad.

 

Empezaré por lo malo: es un noir de ciencia-ficción bastante convencional. Es decir, juega en las ligas del género negro (del buen género negro): da pistas, las siembra, las difumina y finalmente la resuelve. No es que sea malo, es simplemente que uno le supondría a la película una ambición que esta no transmite. Es decir, hay un planteamiento interesante, con una nueva revelación sobre los replicantes y un inicio realmente brillante, pero al final no puede evitar acabar siendo un thriller sobre la búsqueda vital que todos iniciamos alguna vez (y que la mayoría dejamos a medias).

 

No voy a hacer espoilers.

 

Sé que la parte negativa parece abrumadora, teniendo en cuenta que el original tenía una escena donde un tipo mataba a su Dios con sus propias manos (a mi parecer, un momento épico de la historia del cine) y que jugaba con la noción de identidad y conciencia con la habilidad de un acróbata que se sabe invencible.

 

Ahora bien, es tan abrumadora la puesta en escena del canadiense Dennis Villeneuve, que uno se olvida – la mayor parte del metraje- de que la historia no tiene más cera que la que arde. Descomunal en diseño de producción y fotografía (del maestro Roger Deakins) y magnífica en vestuario, flojea algo en el ámbito de la banda sonora, después del misterioso despido del compositor original, Johann Johannson, pero mantiene un nivel de despiporre visual absolutamente inabarcable, que (al fin y al cabo) es lo que –me temo- se pretendía.

 

¿Era necesaria una secuela de Blade runner? Pues no, oigan, para nada. ¿Es disfrutable? Absolutamente. Uno se reclina en la butaca, apaga el móvil (por favor, apaguen el móvil), se olvida de la existencia del mundo exterior y durante dos horas y cuarenta minutos fantasea con vivir en un mundo donde la soledad es una religión que se combate con esclavos digitales.

 

No me voy a enrollar más, creo que es una película que merece ser vista por el tremendo esfuerzo fílmico que representa y por el atrevimiento de un tipo (Villeneuve) que parece atreverse con todo y que ya demostró con La llegada que tiene un talento único. Ya de paso, y si no la han visto, recupérenla (La llegada): es una maldita obra maestra.

 

Hala, vayan a verla y luego coméntenla aquí. Sin insultos y sin mayúsculas, por favor.

 

Abrazos/as,

T.G.