Buenas señores y señoras,

El otro día dije ‘raza humana’ y me han reñido. La verdad es que con algo de razón, ya que en nuestro bendito idioma la expresión correcta (o recomendable, que es lo que dice Fundeu) es ‘especie humana’. Así que rectifico, pero solo porque dicen que es de sabios y yo soy muy aspiracional.

Olvidé comentar Toro, que es una peliculilla bastante entretenida, pero ni la obra maestra que algunos sugieren, ni la porquería que otros comentan. Ya saben, ‘no está mal para ser española’.
Alguien dijo que es una mezcla entre Bigas Luna y Agustín Díaz Yanes y no es mala definición porque tiene la opulencia de uno y la mala hostia del otro, sin acabar de decidir nunca qué desea hacer con esos ingredientes. Luís Tosar está muy bien (como casi siempre), Mario Casas sigue sin verbalizar y debería llevar un intérprete y José Sacristán le da a la cosa un toque de realeza. Con esa voz que gasta tampoco hace falta mucho más, la verdad.

En resumen, que después de gastarse entre 7 y 9 euros uno no tiene ganas de matar a nadie, o, en todo caso, no demasiadas ganas de matar a nadie.

La otra película que no comenté (y debía) es la maravillosa El libro de la selva. Seguramente -y junto con Jurassic world– la mejor peli de aventuras de los últimos años. Más allá de la absoluta brillantez de los efectos especiales a la hora de crear un paisaje tan hiperrealista que es imposible pensar que todo aquello lo han rodado en un estudio de Los Ángeles, lo mejor del filme es lo ligero de su narración y la inteligencia que demuestra en cada esquina de la pantalla a medida que la trama crece. Puede parecer una forma de no decir nada pero una de las grandes meteduras de pata de las modernas películas de aventuras es esa necesidad de opostar siempre por la opción más rápida, porque si uno se toma su tiempo para contar quiénes son los personajes a los que se va a acompañar enseguida es acusado de escatimar recursos. “El público no tiene paciencia” hemos oído decir docenas de veces. Pues oiga, resulta que sí, que tienen muchísima paciencia, y la prueba definitiva es el taquillazo de El libro de la selva. A ver si va a resultar que el público no es gilipollas.

Y ahora les dejo, porque ayer me grabé Juego de tronos y me dispongo a verla acto seguido. Sí, me gusta (y mucho) Juego de tronos. A veces me molestan ciertas idas y venidas de algunos de los personajes que allí habitan y algunas escenas gratuitamente violentas que parecen más pensadas para escandalizar a las mentes bien-pensantes (y otras que no lo son tanto, como la mía) se llevan las manos a la cabeza. Pero, dicho esto, la literatura de la serie es fantástica, algunos de los diálogos harían sonreír al mismísimo Maquiavelo y el trabajo actoral es absolutamente brutal. No por nada el 90% de los actores del show son británicos y todo el mundo sabe que la escuela inglesa (y escocesa, e irlandesa, etc) es espléndida, básicamente porque el que empieza declamando a Shakespeare cuando tiene 16 años ya tiene la mitad del trabajo hecha.

Por cierto, déjenme que les recomiende The path, una serie protagonizada por Aaron Paul, Hugh Darcy y Michelle Monaghan, sobre las interioridades de una secta estadounidense (basada en la Iglesia de la Cienciología) que tiene más puntos oscuros que las cárceles secretas de la CIA.

Hala, que tengan ustedes una buena semana.

Abrazos/as,
T.G.