No, que no cunda el pánico. Hoy, querido público, traigo buenas nuevas. Después de semanas de desierto (muchos han querido ver espejismos y obras maestras por todas partes pero la realidad es la que es) se estrena una película digna de ser vista sin después sentir la necesidad de ir a por una lata de gasolina, rociar a la taquillera y al proyeccionista (en estos tiempos que corren es bastante posible que sean la misma persona) y admirar el fuego mientras se danza con deleite.

Algunos/as de ustedes/as están dibujando una sonrisa en su cara pensando “este tío nos va a decir que la secuela de GI Joe es cojonuda y que deberíamos ir a verla. Gilipollas”. Pero no, gilipollas lo soy  (y homófono y procastinador, no lo olviden) pero no les voy a recomendar esa cosa llamada GI Joe Retaliation. De hecho ya puedo adelantarles que la película es peor que Bankia. Bueno, quizás no sea tan mala pero por ahí andamos.
No, lo cierto es que voy a recomendarles una película española (!!!). Sí amigos, una peli española, cojonuda, valiente, hecha con cuatro duros (apenas cinco millones de euros) pero que luce como si costara el triple y de unos chavales que a mi me parecen una jodida realidad (que no una promesa): los hermanos Pastor.

En un panorama en el que siempre parece que sólo pueden hacer películas unos cuantos es bonito ver que un par de tipos de Barcelona han sido capaces de jugarse su pasta y la de unos cuantos chalados para hacer un filme de género (encima) que juega en primera división.
Los últimos días explica la historia de una extraña epidemia que causa que los seres humanos no se atrevan a salir de los espacios cerrados. La historia del filme transcurre en Barcelona y el aspecto apocalíptico de la ciudad (eso que hemos visto tantas veces en ciudades como Nueva York o Los Ángeles) es de lo mejor de la cinta junto al trabajo de un reparto estupendo encabezado por Quim Gutiérrez y José Coronado. Y es que la cantidad de referentes cinéfilos que parecen acudir a la mente de los realizadores es asombroso. No sólo películas como The omega man o Cuando el destino nos alcance sino el fantástico europeo (del expresionismo alemán al giallo italiano, no tanto en forma como en fondo) y Luc Besson, Roland Emmerich, Alex Proyas o Guillermo del Toro, eso sin olvidarnos del maestro John Carpenter.

Los últimos días es una epopeya que transcurre en las alcantarillas y que bebe de un diseño de producción espléndido (lo que se puede llegar a hacer con poca pasta si uno tiene la intencionalidad adecuada) y una fotografía magnífica, además de un cuarto de hora inicial que contiene más cine que las últimas cuatro películas de Almodóvar. Es también una reivindicación del cine de género, ese género, el fantástico, que algunos se empeñan siempre en colocar en categorías menores y que en realidad, cuando se ejecuta bien, es imparable. En cierto sentido, la película se parece a propuestas como Looper o Safety not guaranteed, proyectos que podemos etiquetar como independientes pero que funcionan a la perfección en sus respectivos registros porque no tratan de engañar a nadie. En una época en la que parece que lo único que llega a las salas son las comedietas de paripé, el drama tenebrista o las superproducciones de turno, da gusto ver que alguien apuesta por algo distinto.

No sé si Los últimos días funcionará en la taquilla pero si algo tengo claro es que se lo merece.

Vayan a verla, serán euros bien gastados. Y no, no recurriré a eso de «oigan, que no parece española» porque lo cierto es que como Celda 211 o Grupo 7, si que lo parece. Y en ese look -que no tiene nada de curte- yace uno de sus secretos. Los demás muevan el culo y descúbranlos ustedes.

Abrazos/as,

T.G.