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Tras el repaso a todas las generaciones del Serie 5 de BMW, uno de los modelos más importantes de la marca alemana, hoy hago lo propio con la berlina de su «archienemiga» Mercedes-Benz, el Clase E.

El Clase E nunca me ha llamado la atención de una manera tan evidente como el BMW Serie 5, pero hay que reconocer que ciertas versiones de determinadas generaciones son verdaderamente buenas (algunas hasta espectaculares, como el 500E W124 del que hablaré, por supuesto). También daré mi favorito, que en este caso no coincide con el que salió al mercado cuando era un adolescente.

Pero antes, un poco de historia. La Clase E tal y como la conocemos llegó de manera oficial con el W124, concretamente con el lavado de cara que recibió en 1993. Ese sería el primer Clase E del que naturalmente debería hablar, pero me vais a perdonar por irme unos años atrás y empezar por el predecesor, el W123. Sí, no era un «Clase E» como tal (la E de algunas versiones sólo significaba que el motor era de inyección), pero su fama la precede: por su robustez, por el avance que supuso con respecto a los W114 y W115 y por su estupenda calidad de fabricación. Merece un hueco en este pequeño repaso.

W123: la roca

Comienzo por este modelo porque me parece justo y, por qué no decirlo también, porque me apetece. Llegó en 1976 al mercado con la tarea de sustituir a los W114 y W115 (estos dos eran el mismo coche, pero con distintos motores). Tenía algunos elementos compartidos con sus predecesores, pero la carrocería era un poco más grande (4,72 m de longitud en su variante berlina) y tanto el equipamiento como el aspecto eran mucho más modernos (primeros airbag y antibloqueo de frenos, por ejemplo), manteniendo una fiabilidad «a prueba de bombas».

Inicialmente llegó con una carrocería convencional, de cuatro puertas, pero con posterioridad, Mercedes-Benz fue añadiendo otras, algunas de ellas muy peculiares como la «Limousine». Esta llegó solo unos meses después, a mediados de 1976, y se caracterizaba por tener una batalla alargada en nada menos que 63 cm. Por dentro la cantidad de espacio ganado fue enorme; tanto es así que incluso le permitió a la marca instalar una fila adicional de asientos para un total de 8 plazas (configuración 2+3+3), lo cual era toda una rareza (lo sigue siendo a día de hoy).

Pocos meses después, ya en 1977, llegó la carrocería que, bajo mi punto de vista, es más bonita: la coupé. Tanto la batalla como la propia carrocería eran un poco más cortas que las de las versiones Berlina, pero sus proporciones no podían ser más perfectas. Sólo dos puertas, ventanillas sin marcos, ausencia de pilar B… incluso a día de hoy, casi 50 años después de su lanzamiento, sigue siendo un coche elegante, proporcionado y que «hace girar cabezas».

Y por último llegó la variante familiar, ya en 1978, con un gigantesco maletero en el que igualmente podía haber una fila adicional de asientos. Eso sí, en esta caso «solo» se trataba de dos pequeñas butacas que iban colocadas en sentido contrario a la marcha y que, cuando no se utilizaban, se podían guardar bajo el piso. Verdaderamente ingenioso.

Este modelo llevó motores de cuatro, cinco y seis cilindros en línea y tanto de ciclo Otto como Diesel. Los de gasolina podían tener carburador o inyección (estos últimos marcados con la letra E), eran todos atmosféricos y sus potencias eran de entre 94 y 185 CV. Por su parte, los Diesel podían ser atmosféricos o turboalimentados con entre 54 y 125 CV. También había variedad en cuanto a cajas de cambios, que podían ser manuales de 4 o 5 velocidades o automáticas de 4.

W124: el primero

Aunque oficialmente fue a partir de la puesta al dia que recibió en 1993, aquí sí que estamos hablando del primer Clase E como tal. Llegó en 1984 con la dura tarea de sustituir al W123, un coche que, como he comentado, estaba magníficamente construido y tenía como punto fuerte su fiabilidad. El W124 cambiaba mucho su aspecto, era un pelín más largo (unos 4 cm en la variante berlina) y tenía un equipamiento mucho más abundante y acorde con la época en la que estaba (ya mediados de los 80, con elementos como el ordenador de viaje o su famoso limpiaparabrisas monobrazo, que era toda una obra de ingeniería).

Como con el W123, Mercedes-Benz fue espaciando el lanzamiento de las distintas variantes de carrocería a lo largo del tiempo. Primero llegó la berlina (1984), luego el familiar (1985), a continuación el Coupé (1987), luego el «Limousine» (1989) y por último y como novedad en este modelo, el precioso descapotable (1992).

La gama de motores era más amplia (aún) que en el W123 y, por primera vez, se introdujo un V8 para una versión especial (500E; E 500 tras el restyling). Esta llegó en 1991 y fue creada en colaboración con Porsche, que se encargó de poner a punto la suspensión y el chasis, y de fabricarlo en su planta de Zuffenhaussen (Alemania). La carrocería era más larga y más ancha, pero seguía teniendo un aspecto muy similar (aunque «embrutecido», bajo mi punto de vista) y escondía un tesoro bajo el capó: un V8 atmosférico de 5,0 litros con 326 CV (320 tras el restyling) derivado del que llevaba el SL 500 R129. ¿Sus prestaciones? Espectaculares para su época: de 0 a 100 km/h en 6,1 s y 250 km/h de velocidad máxima (limitada electrónicamente).

Eso en cuanto a la versión más «especial» de la gama, pero había muchos más motores disponibles: en gasolina los había de 4, 6 y 8 cilindros, todos atmosféricos y de entre 105 y 279 CV (sin contar con la mencionada 500E ni las AMG), y en Diesel, de 4, 5 y 6 cilindros, tanto atmosféricos como turboalimentados y de entre 72 y 147 CV. También había variedad en cuanto a cambios de marchas: manuales y automáticos de cuatro y cinco relaciones (tanto las de un tipo como las de otro). Y ojo, por primera vez, versiones de tracción total, a las que Mercedes-Benz denominó 4MATIC.

Con esta generación también llegaron las primeras colaboraciones estrechas con AMG, dando lugar a dos versiones «deportivas» llamadas E 36 AMG (con un seis cilindros en línea de 24 válvulas y 272 CV) y E 60 AMG (con un V8 de 6,0 litros y nada menos que 381 CV). Palabras mayores.

W210: la madurez

Llegaron los años 90 y, aunque el Clase E W124 había cumplido con creces como sucesor del W123, ya acusaba el paso del tiempo y necesitaba un relevo. Mercedes-Benz llevaba tiempo fraguando uno y en 1995 lanzó de manera oficial la segunda generación del Clase E, llamada internamente W210.

Su carrocería creció un poco más hasta llegar a los 4,818 metros de longitud (unos 7 cm más que el W124) y, aunque tenía unas proporciones clásicas de berlina (tres volúmenes bien diferenciados), su diseño cambió notablemente, con unos faros redondos que fueron motivo de controversia para mucha gente. Y como buen cambio generacional, también evolucionó notablemente en el interior; no tanto en cuanto a calidad de fabricación (seguía siendo muy buena, pero quizá no tanto como los modelos previos), sino en diseño y, sobre todo, en equipamiento.

Para esta generación, Mercedes-Benz únicamente ofreció dos variantes de carrocería: la mencionada berlina, desde el lanzamiento del modelo en 1995, y la familiar, un año después (casi igual en cuanto a longitud y, como en generaciones previas, con una tercera fila de asientos disponible de manera opcional). No hubo variantes Coupé ni Cabriolet, un hueco que, en cierta medida, pasó a cubrir el CLK (más pequeño, no obstante).

La gama de motores evolucionó notablemente con respecto a la generación previa y se ofrecían por primera vez versiones de gasolina sobrealimentadas mediante un compresor (así rezaba orgullosamente en la carrocería: «Kompressor»). En gasolina los había de 4, 6 (en línea y, por primera vez, en uve) y 8 cilindros con potencias comprendidas entre los 136 y los 405 CV (incluyendo las versiones AMG); en Diesel, con 4, 5 o 6 cilindros en línea y de entre 88 y 197 CV (algunos ya en versiones CDI, con motores más modernos e inyección mediante conducto común).

El cambio podía ser manual de cinco o seis velocidades o automático de cuatro o cinco relaciones. Y por supuesto, también había versiones de tracción total: E 280, E 320, E 430 y E 55 AMG.

Las versiones AMG fueron evolucionando con el paso de los años y fueron cambiando de motores. Inicialmente se ofreció la 36 AMG, con un motor de seis cilindros en línea y 280 CV; posteriormente se pasó a la versión E 50 AMG, ya con un V8 de 347 CV; luego apareció la E 60 AMG, que igualmente llevaba un V8 con dos variantes diferenciadas por su cilindrada y su potencia (6,0 litros y 381 CV y 6,3 litros y 405 CV). Y finalmente llegó la E 55 AMG, también con un V8 pero con 5,5 litros de cilindrada y 354 CV.

W211: el Clase E de los años 2000

Año 2002: Mercedes-Benz necesitaba una alternativa renovada para hacer frente al nuevo milenio y se sacó de la manga el W211. La evolución lógica de un coche que siguió siendo una referencia en cuanto a calidad de conducción.

Dos carrocerías, como en el W210 (berlina y familiar) y apenas un par de centímetros más de longitud. Eso sin contar con el CLS, que en esencia era un Clase E, pero con una silueta mucho más afilada y que causó furor en su lanzamiento en 2005 (con el paso de los años se fue diluyendo). Ni rastro de versiones Coupé y Cabriolet, huecos en la gama que, de nuevo, cubría el CLK (de segunda generación en este caso).

Hubo novedades importantes en cuanto a equipamiento (la suspensión neumática, el sistema de frenos SBC —que Mercedes eliminó tras el restyling—, los asientos con ventilación o los sistemas multimedia, mucho más modernos), pero sobre todo los hubo en cuanto a gama de motores. Los había de gasolina de cuatro, seis (en uve) y ocho cilindros, con y sin sobrealimentación y de entre 163 y 514 caballos (incluyendo versiones AMG); y Diesel de cuatro, cinco, seis (en línea y en uve) y ocho cilindros, con entre 122 y 314 CV (este último con unos monstruosos 730 Nm de par). Iban quedando menos versiones con cambio manual, pero seguían existiendo (de seis relaciones siempre), y eran legión las automáticas, con 5 o 7 marchas.

Versiones AMG hubo dos, la E 55 AMG inicial con un V8 sobrealimentado mediante compresor y 476 CV, y la E 63 AMG tras el restyling, con un V8 de aspiración natural de 6208 centímetros cúbicos (aunque en las aletas lucía una inscripción que rezaba 6.3) y nada menos que 514 CV. Ambas versiones tenían tracción en las ruedas posteriores y sus motores emitían un sonido que ponía los pelos de punta: grave, estridente, macarra. Un espectáculo, sin duda.

W212: el cuarto Clase E

La cuarta generación de este modelo llegó al mercado en 2009 y se mantuvo a la venta durante ocho años, hasta 2017. La receta era similar a la ofrecida por la generación previa: una carrocería de tipo berlina (4,87 m de longitud, un par de cm más que el W211) y otra de tipo familiar (4,89 m de longitud, lo mismo que el modelo equivalente previo). Eso sí, en este caso sí que se ofrecieron versiones Coupé y Cabrio bautizadas como «Clase E», en lugar de estar cubiertas por el CLK (que no tuvo una tercera generación).

Por supuesto hubo mejoras en cuanto a equipamiento, con más presencia de pantallas en el salpicadero pero manteniendo una ergonomía que, a día de hoy, sigue siendo toda una referencia (la combinación de botones, mandos y pantallas, así como la ubicación de todo ello es, bajo mi punto de vista, sobresaliente).

La gama de motores fue evolucionando con el paso de los años, como es normal, y los hubo de gasolina con y sin sobrealimentación (en este caso ya con turbo, no compresor), Diesel e incluso híbridas (tanto con motor de gasolina como Diesel). En gasolina los había de cuatro, seis (en uve) y ocho cilindros, con potencias comprendidas entre los 184 y los 585 CV (incluyendo los de las versiones AMG).

En Diesel también había una gran variedad, aunque la oferta era algo más reducida que en la generación previa: cuatro y seis cilindros con entre 136 y 265 caballos, todos con turbocompresor, por supuesto. Desaparecieron las versiones de cinco y ocho cilindros, mientras que la potencia máxima fue claramente más baja (en el modelo previo, los Diesel llegaron a los 314 CV).

Y como correspondía a la época en la que salieron al mercado, aparecieron las primeras versiones híbridas, que en este caso eran no enchufables. La primera de ellas se llamaba E 400 Hybrid y estuvo disponible solo en algunos mercados; combinaba un motor de gasolina de seis cilindros y uno eléctrico que, en conjunto, desarrollaban 330 CV. La segunda se llamaba E 300 BlueTec Hybrid y tenía un sistema propulsor compuesto por un motor Diesel y otro eléctrico (una rareza que sigue haciendo Mercedes-Benz en la actualidad con algunos modelos) para una potencia máxima combinada de 231 caballos.

Las versiones AMG empezaron con el 6,2 V8 de la generación previa, que aquí desarrollaba 525 CV, pero un tiempo después pasaron a un V8 de menor cilindrada (5,5 l) aderezado con dos turbocompresores. De este último motor hubo distintas variantes con varios resultados en cuanto a potencia máxima: 525 CV para la versión pre-restyling, 557 CV para la post-restyling y 585 CV para la «S», que además venía con tracción total de serie.

W213: el primero que probé

La quinta generación de este modelo fue la que, efectivamente, probé con más detenimiento. Había conducido alguna de la generación W212, pero de pasada y sin pararme detalladamente a ver «qué tal iba». Por eso, quizá, le guardo un buen recuerdo a este modelo.

Llegó en el año 2016 y, como en la anterior, había gran variedad de carrocerías: Sedan de cuatro puertas (4,92 m de longitud), familiar de cinco (4,93 m), Coupé (4,84 m) y Cabriolet (también 4,84 m). En este caso, además, las variantes Coupé y Cabrio utilizaban la misma plataforma que las Berlina y Familiar, algo que no ocurría en el W212 (utilizaban la del Clase C).

La gama de motores era muy amplia, pero las versiones con seis o más cilindros empezaban a escasear en favor de versiones electrificadas. Los tiempos estaban cambiando. En España hubo versiones de gasolina de 4, 6 (en línea y en uve) y 8 cilindros, con potencias comprendidas entre 184 y 612 CV; Diesel de 4 y 6 cilindros de entre 150 y 340 CV, y también versiones híbridas enchufables.

De estas últimas hubo varias: E 350 e de 279 CV (motor de gasolina de 211 CV y motor eléctrico de 82; autonomía eléctrica de 50 km), E 300 e de 320 CV (motor de gasolina de 211 CV y motor eléctrico de 122 CV; autonomía eléctrica de 53 km) y E 300 de de 306 CV (motor Diesel de 194 CV y motor eléctrico de 122 CV; autonomía eléctrica de 53 km). Todas estas, por supuesto, con la etiqueta 0 emisiones de la DGT.

Y finalmente estaban las versiones AMG, que también había unas cuantas (y todas con tracción total). Las más sencilla (por decirlo de alguna manera), era la E 43 de 401 CV (motor de seis cilindros en línea); con el restyling pasó a denominarse E 53, la potencia alcanzó los 435 CV y ganó la etiqueta ECO de la DGT gracias a la instalación de un sistema de hibridación ligera.

Pero además estaban las versiones «pata negra», es decir, con su buen V8 bajo el capó. La más sencilla con 571 caballos y la «S», con nada menos que 612 CV y 850 Nm.

W214: el actual

Con esta generación del Clase E, la sexta concretamente, pasa algo similar que con el Serie 5 G60 (el que está a la venta en la actualidad): sigue siendo un magnífico coche, uno de los mejores (si no el mejor) a la hora de viajar con un confort de marcha sobresaliente, pero tiene una ergonomía cuestionable por la implementación de las pantallas en el habitáculo.

Porque otra cosa no, pero pantallas tiene para dar y tomar. Hasta tres si pedimos la opción SuperScreen MBUX, que añade una frente al pasajero delantero (imagen). Pantallas de mucha calidad, muy llamativas y de funcionamiento impecable, pero que no consiguen superar la experiencia de uso que se daba en generaciones previas, con más botones «físicos».

Y lo mismo ocurre con la gama de motores. Sigue siendo muy amplia, pero las versiones de cuatro cilindros son la gran mayoría y para encontrar una de seis (de momento no hay de más) hay que irse a las versiones AMG o a la Diesel más cara. Ahora lo que prima es la eficiencia y, por tanto, la electrificación está a la orden del día.

En gasolina la potencia varía entre los 204 y los 612 CV, mientras que en Diesel va de los 197 a los 367 CV. Las versiones AMG, además, tienen otro punto en común con el Serie 5 actual (el M5 más concretamente): son híbridas enchufables. La más sencilla desarrolla 585 CV y tiene 101 km de autonomía en modo eléctrico; la más potente, por su parte, alcanza los 612 CV y mejora las ya de por si estratosféricas prestaciones, y todo ello sin perder ni un km de autonomía eléctrica (ficha técnica comparativa).

Pero hay más: Mercedes-Benz sigue apostando por las versiones híbridas enchufables con motor de combustión de ciclo Diesel y ofrece la E 300 de de 313 CV con 110 km de autonomía en modo eléctrico. La hay incluso con tracción total, lo cual lo hace un modelo prácticamente único en el mercado.

De momento no hay motores V8 en esta generación del Clase E, pero no es menos cierto que por ahora no hay ninguna versión con la mítica denominación AMG 63. ¿Llegará en el futuro?

Mi favorito

En este caso, mi favorito creo que es un digno ejemplo de «unpopular opinion», pero todo tiene una explicación. El que más me gusta (o al que más «cariño le tengo», mejor dicho) es el W210. Objetivamente creo que no es el mejor: los hay con un chasis más afinado, con más equipamiento, con motores más brillantes y con acabados más cuidados.

Pero mi atracción por este coche viene de muchos años atrás, cuando me pasaba el verano viendo coches pasar en mi pueblo a lomos de una BH California. Una tarde, junto con mi hermano y mi primo, vimos un flamante E 320 con acabado Elegance de color gris que llevaba muchas opciones. Recién salido de fábrica, brillante, con olor a nuevo incluso desde fuera y con un sonido discretísimo y elegante.

Pero no fue eso lo que nos llamó la atención. Nuestros ojos se dirigieron irremediablemente hacia los faros, que se acababan de encender y proyectaban un haz de luz blanco, intenso y, para los estándares de aquella época, espectacular. Salimos corriendo a buscar a nuestros abuelos y lo primero que les dijimos fue algo así como «acabamos de ver un coche con unos faros que dan la misma luz que el fluorescente de la cocina». Eran unos faros de xenón, pero por aquella no lo sabíamos.

Hoy, unos 30 años más tarde, cada vez que veo un W210 me viene a la cabeza aquella anécdota. Y también una pequeña sonrisa.

Ahora os toca a vosotros, ¿cuál es vuestro Clase E favorito?