Ir de viaje el fin de semana en que pasamos de los cuatro millones de parados tiene sus ventajas. La carretera está vacía, puedes correr y te sientes en la championslig de los conductores. Por la noche, encontramos sin dificultad un hotel con vistas al Cantábrico y a los Picos de Europa por menos de cincuenta (50) euros. Lo único que recordaba a la España de antes eran los precios de los restaurantes. Sin duda, habían comprado la materia prima antes de reconocerse que vamos a toda velocidad hacia la meta volante del veinte por ciento de paro. Pudimos ver a ZP desconectando los radares en las cunetas para que no quede registro.

2cv

Hace veinte años, cuando tenía veinte años, sorprendía saber que el Golf era el bestseller de Europa. Aquí, vendían más otros mucho más baratos. Para mí y para mis amigos era el coche de los pijos. Eso sí, la mayoría gozaba de un GTI. De hecho, decían que tenían un GTI, sin más. Aunque cierto es que, hoy día, cualquier versión ha cedido su valor como cocodrilo a camiseta pegado a los BMW Serie1 ó 3 dependiendo de si se sigue viviendo en casa de los padres o no.

Por consiguiente, aparte de creer en Golf, la pregunta es: ¿logrará algún día el Golf ser el número uno en el hit parade español?

Hay quien pensará que ni de coña. Que, ahora con más razón, se venderán los coches más económicos. Pero eso es tener una visión gubernamental de la jugada. La verdadera pregunta es:

¿Sirve el Golf como sustituto de los coches de una clase superior cuyo poster boy es el Mercedes Clase C? Ésa es la cuestión. En estos tiempos, un Golf en vez de un Mercedes o un BMW es un puntazo estético. Las oportunidades que ofrecen las crisis.

Desde luego, a los ejecutivos de Volskwagen/Audi/Seat/Skoda/etc. les encantaría que así fuera. (Casi tanto como las subvenciones que les vamos a dar para el Q3).

Pero la respuesta no está nada clara.

Oviedo. San Vicente de la Barquera

Este Golf tiene dos usos principales.

El primero es correr sin que tu copiloto/a se entere. El coche proporciona un nivel de confort interior tal que incluso en carreteras secundarias nadie diría que vas a la velocidad que vas. Hemos pasado curvas con piso mojado a notables velocidades y la nobleza de los remos es muy alta. Y por si acaso, el velocímetro tiene una visera que impide que la parienta lo vea. Por supuesto, con la suspensión en modo “Sport”, todo este párrafo es falso.

El segundo es escuchar música. A cualquier velocidad, el silencio permite que sólo se oiga la música. Ni el volante, ni los pedales, ni la palanca de cambio aportan vibración alguna. En la ciudad, todo es suavidad y música.

Sin embargo, este Golf también tiene tres problemas.

Los dos primeros son muy graves: las luces de serie son escasas (sin buena luz, no hay rock and roll) y los altavoces de serie están hechos con botes de yogur de marca blanca (incluso en el modelo RNS 510 que llevábamos).

Se ha escrito mucho sobre la crematística de este Golf versión seispuntocero. Que el cincopuntocero era carísimo de producir y que lo han abaratado mejorando sobretodo el aislamiento. Cuesta de creer.

Uno piensa más que Volkswagen ha apostado abiertamente a que la gente que cree en Golf compre por obligación los faros de xenón y los altavoces megaplus. Un atraco en toda regla que pone el coche en territorio Clase C. Hagan números (aunque los faros de xenón aún no estén disponibles).

Y el tercer problema es imperdonable. Puede ser razón suficiente para pasar del Golf para un potencial cliente del Clase C.

Según se indica en el configurador de km77.com y en múltiples sitios de la web de Volkswagen-Audi España S.A., el navegador sólo está disponible para la versión Sport. Lo mismo pasa con la comodísima pantalla táctil para el manejo de la radio, el CD y el teléfono.

Ocurre que la versión Sport sólo viene con asientos deportivos que para mi gusto son incomodísimos. Nunca compraría un coche con esos asientos. Mido metro ochenta y mi complexión es de lo más normal, o al menos eso pongo en las webs de ligar por internet…

Por ejemplo en el Reino Unido, el catálogo de Volkswagen indica claramente que navegador y pantalla táctil están disponibles en muchas versiones que no llevan los dichosos asientos deportivos.

Sin duda alguna, quien haya decidido que en España el navegador y la pantalla táctil obliguen a llevar asientos deportivos merece estar en la lista de los cuatro millones por méritos propios.

Y por cierto, a la vuelta, preferimos escuchar la música con los altavoces del ordenador portátil.

Joan Llorach

Joan Llorach (es un enchufado que) ha podido conducir el Golf este fin de semana. No es redactor de km77.com, ni probador. Sólo amigo mío. Se enteró por el blog de que me iba a hacerle kilómetros al coche. Pocos instantes después de publicar mis intenciones, recibí un mail suyo preguntando si había sitio para él. Se vino y ha escrito este texto en tiempo récord. Estoy tentado a ofrecerle trabajo. La foto del 2 CV es suya, desde el asiento del copiloto.

Javier Moltó