Sin necesidad de mirar hacia las plazas de atrás, la Ford Tourneo Custom no puede esconder que deriva de una furgoneta comercial a pesar de un salpicadero de diseño agradable y actual y la vistosa tapicería bicolor de símil piel que tenía la unidad de pruebas (opción de 750 €): al habitáculo se sube pisando en un peldaño intermedio, la posición de conducción es muy elevada, los retrovisores son muy grandes, el pasajero queda alejado y el «morro» es muy corto.
Cierto es que todo esto ocurre en otros modelos que derivan de vehículos industriales, pero en el Tourneo Custom ocurre en mayor medida que, por ejemplo, en la nueva Volkswagen T7. En ella se va sentado más bajo, menos erguido y, aunque también es muy amplia, no da la misma sensación que el modelo de Ford.
Del puesto de conducción no ha acabado de gustarme el asiento. La banqueta me ha parecido algo corta y he tenido que regular su inclinación levantándola mucho de la parte delantera para no tener la sensación de escurrirme sobre ella. Tanto conductor como pasajero cuentan con un apoyabrazos regulable en el lado interior del asiento y ajuste del soporte lumbar.
Por lo demás, todo está resuelto convenientemente: los mandos tienen una disposición lógica y se encuentran a mano, la visibilidad es muy buena hacia delante y razonablemente buena hacia detrás. Los retrovisores son grandes y dobles: tienen un espejo superior principal —con el campo de visión habitual en cualquier coche— y otro inferior, más pequeño, pero que da una visión panorámica y que resulta útil para ver a los vehículos que quedan en el ángulo muerto del principal.
En la parte superior del salpicadero hay dos guanteras con tapa, una a la izquierda (en cuyo interior hay una toma USB y otra de 12 V) y otra en el centro. También hay una tradicional frente al copiloto y varios otros espacios donde dejar cosas repartidos por el salpicadero, techo y puertas. Pero en un vehículo de estas características lo más interesante seguramente es lo que hay detrás de las dos plazas delanteras, en el caso de esta Ford son seis asientos individuales dispuestos en dos filas de tres. Los seis asientos parecen idénticos, pero no lo son: los que van en el centro no cuentan con anclajes Isofix, los otros cuatro, sí.
El respaldo de cada asiento se puede abatir y queda horizontal. En el caso de los asientos centrales, la parte que queda a la vista es de plástico, sirve de mesita y tiene dos portabebidas (imagen). Esto permite, por ejemplo, una configuración de seis plazas en las que los pasajeros traseros están separados por una superficie sobre la que colocar un libro, una tableta o llevar bebidas.
Como los asientos tienen integrados el cinturón, es posible colocar los de la segunda fila en sentido inverso, enfrentados a los de la tercera (imagen). Y si es necesario, cada asiento se puede extraer y dejar así más espacio libre en el habitáculo. Los asientos son pesados, no es una tarea sencilla de hacer porque requieren fuerza.
Una tercera posibilidad que ofrece la cinemática de los asientos es colocarlos verticales (imagen). Primero hay que abatir el respaldo y luego pivotar el conjunto sobre la parte delantera. Esta función, además de servir para dejar, por ejemplo, más espacio de carga sin necesidad de extraer las asientos, es la que hay que emplear para dejar paso a la tercera fila, dado que entre el marco de la puerta y los asientos de la segunda fila no queda espacio para acceder (imagen).
Eso no significa que el vano de acceso sea pequeño, más bien lo contrario. Las puertas correderas dejan una zona de paso completamente diáfana a la segunda fila. Estas puertas no tienen la posibilidad de accionamiento eléctrico (algo que sí hay en una Mercedes-Benz Clase V o en una Volkswagen Multivan) y hasta que no se llevan a la posición final de su recorrido no quedan fijas, por lo que hay que tener cuidado porque, si se estaciona en pendiente, se cierran solas y pueden hacer daño.
Tanto en la segunda como en la tercera filahay espacio suficiente para colocar a tres adultos en cada una, incluso aunque midan casi dos metros de altura. Las rodillas les quedarán lejos de los asientos que hay por delante, la cabeza no tocará con el techo y aunque sus brazos pegarán con el de al lado, no irán incómodos. También es un vehículo en el que un adulto puede ir sentado entre dos sillas infantiles, algo que es mucho más complicado (o imposible) en un SUV o un monovolumen convencional.
Ford no ha descuidado la iluminación interior, que es abundante e intensa. También hay mandos independientes para climatizar la zona trasera; están colocados en el techo, accesibles para los pasajeros de la segunda fila, y permiten elegir entre expulsar aire caliente por los pies, frío por arriba (hay seis salidas en el techo, una para cada pasajero) o templado si se opta por las dos. Además se puede ajustar el caudal de aire.
Entre los asientos delanteros tan solo está la palanca del freno de estacionamiento, pero va colocada pegada al asiento y no supone un obstáculo para pasar por ahí a la zona trasera. Junto a la palanca, situado en la parte delantera de su base, hay una toma de corriente de 230 V (es una opción); en la parte trasera, la que queda a la vista de los pasajeros de la segunda fila hay dos tomas USB, que junto a la que hay en el salpicadero y las cuatro en los laterales de la tercera fila (muy cerca de la segunda, así que también pueden utilizarlas) suman siete tomas USB en total.
El maletero es la zona menos trabajada del habitáculo de la Tourneo Custom. No tiene nada para ocultar el equipaje ni para llevarlo organizado. El portón es muy grande y se abre hacia arriba, lo que obliga a dejar bastante espacio libre por detrás si se quiere utilizar. Para bajarlo hay que tirar de una cincha que Ford ha colocado en el interior del portón (imagen).
El sistema multimedia es sencillo y funciona correctamente. Los menús son lógicos y funciona todo con suficiente fluidez.