Yo no era un friki. No sabía bien ni qué significaba friki, hasta que he conducido el Volkswagen XL1 y me he enamorado de él. ¿Cómo definir a un tipo que se enamora de un coche que hace mucho ruido, y ruido feo, que además es bajito, incómodo para entrar y salir, pequeño por dentro, duro de suspensiones y poco potente? ¿Friki quizás? Espero que no merezca una definición de peor reputación.

En realidad yo ya estaba enamorado antes de conducirlo. Enamorado del concepto. Enamorado del empeño por hacer la movilidad sostenible, de un coche sin concesiones a la comodidad. Bueno, con pocas concesiones, porque lleva asientos que me han parecido cómodos.

Ayer, cuando lo conduje, me sentía como esos señores que aparecían en las fotos con chaqué y sombrero alto subidos a los primeros coches de vapor o motor de explosión. Esos coches que llevaban a un ciudadano a pie por delante abriendo paso, no sé muy bien por qué. Porque si bien en esas fotos no se oye el ruido infernal que debían montar aquellos aparatos endiablados, seguro que su presencia era clamorosa. Ayer reparé, por primera vez, que debían ser una tómbola rodante. Seguro que hacían ruido. Sí. Pero cambiaron el transporte en el mundo.

Con el XL1 tengo la sensación de que se trata de un primer vehículo que se encamina hacia la dirección que cambiará el automóvil. Es la primera máquina, el inicio de una vuelta atrás en el transporte, para permitirnos seguir hacia adelante con la movilidad. Por fin un fabricante de automóviles se toma en serio el «Peak Oil«, la necesidad de consumir menos para ser más ricos, el riesgo de que la escasez de energía proveniente del petróleo paralice el mundo hasta que no encontremos alternativas reales que permitan a los humanos del futuro moverse con la misma facilidad con la que nos hemos desplazado durante las últimas décadas.

El XL1 está diseñado para que dos personas puedan desplazarse con un consumo bajo. Desconozco si el consumo de energía para fabricar el XL1 es superior o inferior que el que se necesita para fabricar un coche de estructura metálica. Es otra de las preguntas que tengo que hacer. Pero, independientemente del coste energético de su fabricación, permite ir lejos, desplazarse todos los días del año, ir a cualquier lugar con un consumo energético inferior al de la mayoría de artefactos que conocemos.

No es un híbrido más ni un eléctrico más. Los eléctricos puros, que pesan el 50 por ciento más que los coches con motor de combustión, no avanzan por el camino que señala la física. Cuanta mayor sea la masa que tenemos que desplazar, mayor es el consumo energético, provenga de donde provenga esa energía. De lo que se trata es de consumir menos energía, no de que sea más barato. El precio es una cuestión política y la movilidad una cuestión física. Lo que importa es el consumo de energía, no el de dinero.

Por eso estoy enamorado del XL1. Es un coche ruidoso, muy ruidoso para lo que estamos acostumbrados en la actualidad, para esos coches de los que hablamos ahora en los que todos nos movemos entre algodones y en los que criticamos el ruido y la calidad de los materiales. Es un coche con una dirección dura (impresiones de conducción en km77.com), con unas suspensiones duras, en el que cuesta entrar y salir y que además, aunque todavía se desconoce el precio, apunta maneras de vehículo carísimo. Fabricado artesanalmente, con fibra de carbono, magnesio y aluminio, frenos cerámicos y no sé cuántas cosas más. No se ha escatimado un euro, porque es un vehículo cuya fabricación es más útil como inversión en investigación y desarrollo que como objeto de comercio destinado a obtener dinero por las ventas de las unidades.

El XL1 no es un coche recomendable para nadie. El precio del seguro debe ser disparatado, probablemente tanto como el precio del coche. Sin embargo, yo lo quiero. Lo quiero para utilizarlo todos los días. Lo quiero para que en km77.com podamos ir a recoger y devolver los coches de pruebas, lo quiero para utilizarlo como «taxi sin mucho equipaje», lo quiero porque es un coche que cuando lo conduces notas que algo cambia. Cada vez que te agachas para entrar sabes que aprovechas el esfuerzo de unos ingenieros que han dedicado muchas horas y muchos recursos a pensar, a arriesgar, a buscar soluciones reales, no a buscar modelos de ahorro que puedan complacer a algunos clientes pero que en realidad son un camelo. En el XL1 hay un poso de verdad, de riesgo, de literatura seria. Nada de marketing, por mucho que Volkswagen lo utilice y lo amortice mediante el marketing. No se me escapa que Volkswagen no es una entidad que se dedica a la caridad. Pero también sé que arriesgan con este coche como hasta ahora no ha arriesgado ningún fabricante. Y a mí me han seducido. Probablemente soy demasiado fácil. Los ingenieros de Volkswagen me han convertido en un friki. No sé si se lo perdonaré. Sobre todo porque me puede costar mucho dinero. Quiera el destino que sea caro de verdad. Así no podré ni planteármelo.

El vídeo que les muestro con el Volkswagen XL1 es un disparate. Dura media hora. Pero es un coche tan diferente del resto que no he querido escatimarles detalles. Andreas, técnico de Volkswagen que me ha acompañado durante el recorrido, se ha hecho cargo de la cámara. Hablo casi siempre en español, pero a ratos también hablo en inglés y él explica cosas en inglés.

Después del largo les muestro una versión resumida. Además, pueden leer las impresiones de conducción que enlazo arriba, en las que espero haber sido capaz de explicar los detalles más importantes.

Video largo, para frikis como yo. 

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=-5vLWPZwsrQ?rel=0&w=640&h=360]

Video corto, para personas sensatas.  

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=zwKwCcaOL10?rel=0&w=640&h=360]