En una carrera como el Dakar, donde prima la navegación, lo importante no es no saber perderse, que perderse se pierde todo el mundo; esa es la gracia. Lo importante es saber darte cuenta de que te has perdido y solucionarlo de la mejor manera posible.
Eso es más o menos lo que ha pasado hoy. Había un punto del recorrido con muchísimas pistas paralelas donde, sin darte cuenta, te ibas más a la derecha de lo que tenías que ir. Nosotros nos hemos dado cuenta y hemos podido rectificar el error, perdiendo poco más de dos minutos, pero otros participantes, como Al Attiyah, han tardado algo más, lo que nos ha permitido aumentar nuestra ventaja en la clasificación general.
Pero eso, lo de buscar rumbos, son gajes del oficio. Porque el susto del día no me lo he dado en la pista, ha sido al llegar a la meta. Al cruzar la línea de llegada y verificar los comisarios nuestro GPS nos comunicaban que teníamos una penalización por exceso de velocidad. Cuando nos han dicho en qué punto había sido, lo he repasado una y mil veces, y estaba convencido de que era un error. Se trataba de una zona en la que había que circular un rato a 30 km/h, a la que seguía otra en la que la velocidad estaba limitada a 90 km/h. Carlos me decía: “Seguro que es un error, tú lo has hecho bien”. Pero hasta que los comisarios dieron su dictamen, a mí no me llegaba la camisa al cuello. Finalmente todo se debía a un error de programación del GPS, que estaba configurado para hacer saltar la alarma en la zona de 90 si pasabas de 30 km/h. Ufffff.
Sainz_Cruz-Jueves
La etapa de hoy era especialmente cansada por el polvo. Había mucho fesh-fesh, a lo que había que sumar que hemos estado casi 200 km en la estela del coche de Miller. Una vez que le hemos superado, todo ha ido mucho mejor, y pese a que hemos tenido que abrir pista en las dunas, todo ha marchado de maravilla.
Destacar los últimos kilómetros del tramo, en los que se bajaba de golpe por una duna desde los 1.000 m de altitud para llegar al nivel del mar. Os podéis imaginar la inclinación. La sensación era muy rara, ya que por tu propio peso te quedabas pegado a los cinturones en una bajada larga y constante que no se acababa nunca. Pero al final, ahí estaba la meta.
En cuanto al ambiente dentro del habitáculo, la verdad es que tengo decir que muy, muy bien. La relación es perfecta. Además, todo nos va saliendo bien y el coche no tiene ni un mal golpe.
Mañana la especial tiene 600 km, divididos en dos sectores, ya que se hace un tramo de carretera para evitar una zona protegida. Último día de carrera antes de la esperada jornada de descanso, en la que creo que no podré descansar mucho porque me han dicho que hay muchísimas preguntas que contestar. Será un placer.