Amigos y amigas,

Qué tal todo?

Espero que optimistas, pero cautelosos. Así debería ser.

Siempre con una moderada dosis de pesimismo que nos mantenga anclados a la tierra. No me atrevo a decir que parece que la pesadilla se acaba, pero lo parece.

Esta semana venimos con semanita llena.

Primero nos sacaremos de encima lo prescindible. He visto dos series en Netflix. Una de un inspector israelí que trata de averiguar qué ha pasado en un colegio en el que ha habido un tiroteo. He visto dos episodios y me ha interesado entre cero y nada.

Luego he visto la otra, que habla de un pueblo en el que empiezan a pasar cosas raras después de la erupción de un volcán. He visto episodio y medio sin entender absolutamente nada. También la he abandonado.

Notarán que no he mencionado los títulos de las series. Ya me lo agradecerán otro día: con que yo las haya sufrido hay más que suficiente. Ustedes no se lo merecen.

También he visto Luca, en Disney +. Es la última película de Pixar y bien bonita que es. Cierto, no tiene la complejidad de muchas de sus predecesoras, pero en su sencillez reside su encanto. Mírenla con su descendencia, si la tienen. Si no la tienen, concédanse unas horas de calma y piérdanse en ella un rato. Lo pasarán bien. En serio.

El otro guardaespaldas 2 también la he visto (lo he visto todo). Si la encaran con el mismo cachondeo que gastan los que la protagonizan, todo irá bien.

Y ahora vamos a lo mejor de la semana: Un lugar tranquilo 2.

Háganse un favor, y si no han visto la primera no sigan leyendo. Les jodería la sorpresa y no estaría nada bien. Ya les he advertido, así que luego no se quejen.

Un lugar tranquilo era un maravilloso experimento: una película -casi- muda tratando de sobrevivir a una amenaza alienígena. Jon Krasinski, su director y guionista, fue capaz de hacer un impresionante drama de horror. Una película increíble, hecha con poco dinero y muchísimo talento. Después del triunfazo crítico y de taquilla, era obvio que Hollywood iba a exigir una continuación y que Krasinski iba a dársela.

La secuela es una especie de Aliens: más bichos, más acción, más caña. La parte experimental se ha ido y ahora hay que reinventar la iconografía contando con más dinero. Además, el protagonista de la primera no estaba -por razones obvias si la han visto- y había que inventarse a otro héroe. Por supuesto, agrandar los límites del original tiene sus problemas: pierdes todo ese tono intimista y, en cierto modo, todo lo que hacía que Un lugar tranquilo fuera un filme excepcional.

Aun así, el filme funciona. El director mantiene un pulso magnífico, el inicio es demoledor y el ritmazo es envidiable. Ya les gustaría a muchos directores del género tener la misma mano que Krasinski para la acción. También parece inevitable contar con una tercera parte. Todo se deja preparado para que suceda y visto la enorme taquilla de la película en Estados Unidos, no me extrañaría que pasara ya el año que viene.

Vayan a verla al cine y déjense atrapar por una peli que demuestra que aún es posible hacer buenas películas comerciales que no ofendan la inteligencia del espectador.

Y nada más, espero que lo pasen ustedes bien volviendo al cine.

Casi se me había olvidado qué gustazo.

Abrazos/as,

T.G.