Amigos y amigas,

¿Qué tal va la vida? ¿les sonríe? ¿les da bofetadas en las orejas?

Espero que sea lo primero, sacrificaré unas gallinas en una pirámide por todos ustedes.

Déjenme que primero me haga con una pirámide, y luego lo apañamos.

Ya saben que no se puede hacer ningún conjuro sin tener a mano todos los elementos necesarios.

Hoy llego aquí para contarles que todo parece ir mejor, pero que me niego (aún) a ser optimista. Eso sí, cada día me cuesta más no serlo. Supongo que es buena señal.

Ojalá estemos ya volviendo a ese lugar en el que éramos infelices, pero podíamos disfrutarlo abrazándonos con desconocidos y bebiéndonos hasta los jarrones.

Cruzaré los dedos.

Vengo en realidad a hablarles de Friends. Ya saben, ese show que se estrenó en los 90 y que se convirtió en una de las sitcoms más populares de todos los tiempos. Su final fue visto por 52 millones de espectadores solo en Estados Unidos y llegó a emitirse en más de 200 países. Yo siempre fui más de Frasier, pero reconozco que era una gran comedia, muy bien escrita, con un gran reparto. Me lo pasé muy bien con ella.

Bien. Como se ha publicitado en todas partes a todas horas, se acaba de estrenar un capítulo nuevo. Bueno, en realidad no es nuevo. Me explico: esta cosa que podemos ver en HBO es solo un gigantesco making of en el que los protagonistas se reencuentran 300 años después. No son 300 (lo sé), pero lo parecen.

Ahí está el problema principal que afronta este especial: la vida no ha tratado bien a los protagonistas. Es decir, Matt LeBlanc (Joey) sigue teniendo el mismo carisma y parece importarle un pito haber ganado kilos, envejecer o vivir de un modo completamente distinto. Lamentablemente, no puedo decir lo mismo del resto. Porque lo que se han hecho Matthew Perry (Chandler) y Courteney Cox (Monica) es de una crueldad insuperable. El primero casi ni puede abrir la boca; la segunda no puede cerrarla.

Entiendo que debe ser difícil tratar de habitar una burbuja en la que todo son parabienes, en la que nadie te dice la verdad, en la que crees que vas a permanecer eternamente joven. Lo entiendo, en serio.

Lo que me cuesta comprender es cómo se han prestado a una exposición de tal calibre, en el que llegan a angustiar al espectador porque -simplemente- no les salen ni las palabras. Son todos/as millonarios/as, así que deberías darles un poco igual la pasta que les han dado. Es una locura. La parte en la que leen el guion y te das cuenta de que ya no hay ninguna química, que todo se ha esfumado, que los chistes ya no tienen gracia, que todo es más viejo que Matusalem.

Es cierto que hay cosas emocionantes: el reencuentro con el plató, las declaraciones de los fans, algún que otro cameo, las tomas falsas y -sobre todo- la escena del sofá.

Lo demás solo tendrá valor para los muy nostálgicos y las muy nostálgicas y aquellos/as que no sufran viendo a un ser humano que ha renunciado a su esencia para ser otra cosa. Yo lo pasé bastante mal, pero igual soy el único.

Por cierto, mañana estrenan Cruella en Disney +. Tiene buena pinta y estaré aquí para contárselo el sábado. En exclusiva, solo para ustedes/as.

Abrazos/as,

T.G.