Esta semana no he actualizado como debería…os pido disculpas: he estado en Roma. Lo confieso, el fútbol es uno de mis mayores vicios y con deciros que he estado en Roma ya sabréis cual es mi equipo… sí, estoy contento. Faltaría más.

Estar en la capital de Italia es una garantía de no enterarse de nada de lo que se mueve en España, así que recien aterrizado me encuentro con el impresionante jaleo que se ha montado con Carlos Boyero, Pedro Almodóvar y de rebote, el jefe de cultura de el diario El País, Borja Hermoso.

No quiero que este sea el núcleo del post pero tampoco quiero dejar pasar la oportunidad de comentarlo.

La cosa empieza tal que así: Carlos Boyero pone a parir Los abrazos rotos y –en su línea habitual- no solo se limita a cargarse la película sino que le mete a la crítica la carga de profundidad que es su firma, y que la ha sido durante los últimos 30 años.

Pedro Almodóvar calla, aunque llama al director del periódico, pero no pasa lo mismo cuando con motivo de la presencia de la película en Cannes, cuando Boyero arremete de nuevo contra ella y el director decide –recién vuelto del certamen francés- dedicar una gigantesca entrada de su blog personal para atacar con artillería pesada al crítico de El País, y ya de paso llamar “macarra” al redactor jefe de cultura de ese mismo periódico, Borja Hermoso.

Bien, como no me gusta mentir diré –ya de entrada- que tanto Boyero como Hermoso son buenos amigos míos y que por tanto no soy imparcial en este asunto. Dicho esto: entiendo perfectamente el cabreo del señor Almodóvar con este tema y asumo con naturalidad su derecho a defenderse como crea conveniente de las críticas recibidas. Así mismo creo que es muy sano eso de criticar al crítico y por tanto no me escandaliza que alguien lo haga desde su propia casa (el blog de Almodóvar en este caso). Lo que no me parece tan justo es atacar al redactor jefe del mayor periódico español por razones que se me antojan difusas (y que vienen de lejos, cuando Hermoso trabajaba en El Mundo) y que airee cuestiones personales que al espectador –al menos en mi caso- ni le van ni le vienen, justo lo mismo que él le echa en cara a Boyero (que, repito, es un hombre con un perfil altamente polémico, tanto años atrás en El Mundo como ahora en El País).

Por último: el propio Almodóvar tiene una larga lista de periodistas vetados. Una mala crítica, un comentario negativo, una palabra poco positiva han bastado al manchego en muchas ocasiones para impedir a algunos profesionales hacer su trabajo. No he leído nada de eso en su blog.

Una de las grandes desventajas de ser un personaje público es el hecho de que el trabajo de uno pueda ser juzgado por muchos, sin que el juicio deba ser siempre positivo y ni siquiera vinculante, cada uno tiene su opinión y en este país hay 30 millones de aspirantes a entrenador de futbol y 10 millones de críticos a tiempo parcial. Almodóvar debería aceptar esto como un gaje del oficio y de la misma manera que muchas de sus obras son consideradas cumbres del cine español puede ser posible –aunque a él le parezca raro- que otras no gusten o –simplemente- no tengan la fuerza necesaria para dejar huella.

Que ahora se presente a si mismo como la victima me resulta poco coherente, teniendo en cuenta cuantas veces el ha actuado como un justiciero cinematográfico, destrozando a aquellos que no estaban de acuerdo con él.

Uno tiene todo el derecho del mundo a defenderse y a decir lo que piensa, pero de la misma forma las malas críticas son algo habitual en el séptimo arte. Y si no le gusta que se dedique a otra cosa. Por último: eso de llamar al director de un medio de comunicación para quejarse de sus problemas con los empleados del mismo me parece ridículo. Muy ridículo.

Naturalmente, todo aquel que quiera opinar sobre el tema tiene una cita en este post.

Pero yo no quería hablar de esto (suerte que no quería hablar de esto, verdad?) sino de Millenium 1, la adaptación de la primera novela de Stieg Larsson, Los hombres que no amaban a las mujeres, y que se acaba de estrenar en España. De entrada me confieso fan de Larsson, me parece un escritor estupendo, un narrador cojonudo, y me lo he pasado de fábula leyendo las dos primeras entregas de la trilogía.

En cambio la película me parece plana, la factura demasiado televisiva, el guión demasiado ligero (se han descartado varias de las tramas más complejas y elaboradas del libro para acercarlas al espectador que no ha leído el libro) y –excepto la maravillosa actriz que da vida a Lisbeth Salander- tampoco el reparto es para tirar campanas.

Al final me han salido solo dos párrafos para Millenium y tropecientos para Almodóvar. Disculpadme, nunca he entendido las batallas de egos…será que me estoy haciendo viejo.

Buen fin de semana,

T.G.