Hace unos dos meses que no escribo nada. No sé si estoy sufriendo algún tipo de bloqueo creativo pandémico (me gustaría decir post-pandémico, pero no acabo de ver el ‘post’) o es que ya no tengo mucho que decir.

No escribir es un enorme desastre para alguien que -en teoría- se gana la vida escribiendo. Por suerte, tengo otros trabajos que me permiten pagar el alquiler, pero tengo que entregar un millón de cosas y mis editores empiezan a impacientarse. Así son las cosas, no puedo negar que necesito romper este maldito círculo vicioso, porque dos meses sin escribir son muchos meses sin escribir.

Para empezar este proceso de curación literaria, les he escogido a ustedes. Y como hay tanto de lo que hablar voy a arrancar con las cosas que estoy viendo: las que me gustan y las que no.

Así que alla vamos.

Lo primero es lo primero: Dopesick.

Para mí gusto, la serie del año. Ya sé que no hemos acabado el año y que cada semana se estrenan 78 series nuevas, pero en este caso me voy a permitir la licencia.

La echan en Disney plus (pronúnciese, ‘plas’) y explica el origen y desarrollo de una de las mayores crisis médicas de la historia reciente de Estados Unidos: la plaga del Oxicontin.

El dichoso medicamento forma ya parte de la leyenda negra de la industria farmacéutica del continente y se calcula que ha causado medio millón de muertos y enviado a decenas de miles a hospitales y clínicas a lo largo y ancho de la geografía de Estados Unidos. Y todo esto sin tener en cuenta a todos aquellos/as que no forman parte del sistema, ni de las estadísticas.

Una locura que se ha llevado por delante a un montón de familias y por la que -obviamente- los responsables últimos siguen sin pagar, porque así funciona el mundo: a los que ocupan la parte de arriba de la pirámide alimenticia nunca les pasa nada.

La serie es absolutamente redonda, pero también difícil, compleja y brutal. Los de Disney plas han tenido el buen juicio de poner un capítulo a la semana, porque ver más me mataría.

Todos los actores están espléndidos, pero Michael Keaton es una cosa de otro planeta y Kaitlyn Dever te deja hecho trizas, en sus respectivos papeles de médico de pueblo y minera.

Lo mejor de Dopesick es su capacidad para combinar la parte más humana del desastre con la investigación que empieza después de que la cosa se desmadre de un modo desbocado. Podría pensarse que es solo una serie de ficción, pero lo que cuenta es tan real que duele y te deja bien jodido.

Mírenla, devórenla, digiéranla, pero no se la pierdan.

La otra ficción que he empezado a ver hoy sí que es solo una ficción. Se llama Ojo de halcón y seguro que resulta familiar a la mayoría de lectores/as de este humilde blog. Lo de Marvel es una mina de oro y no parece que vaya a agotarse en breve, así que siguen cavando ahí como si no hubiera un mañana.

Esta vez para explicar una historia con el mejor arquero del mundo y superhéroe a tiempo completo cada vez que Thanos aparece molestando en la tierra.

Aquí se hace acompañar de un joven aprendiz que también reparte lo suyo para resolver un par de misterios que en realidad son lo de menos. Lo importante es que la serie pinta muy bien (he visto dos episodios), es entretenidísima, tiene un arranque bestial y la pareja protagonista funciona de perlas.

Luego salen unos malos, ‘la banda del chándal’, que van a dar para un buen montón de memes y stickers.

Y hasta aquí. A ver si con este bonito post (es un decir), consigo acabar con esta sequía creativa y empiezo a escribir de nuevo.

T.G.