Capítulo III. Asturias

¡Equipo Kia!

La clave, lo decía José, está en la capacidad de olvidar. El remedio es conocido. La primera cura la recibimos poco antes de llegar al coche, en el refugio de la Terenosa, donde dos platos de huevos rotos, con jamón y con chorizo, fueron el bálsamo inicial. No sólo la comida cura, la amabilidad de quienes nos atienden en este refugio también ayuda. Qué gusto da, especialmente cuando estás muerto, que te traten bien.

El recuerdo del sufrimiento es menos poderoso cuando llenas el estómago. Todavía no hacíamos planes, pero ya no pensábamos en la necesidad de olvidar. Es un primer paso. Los huevos y las cervezas obran milagros. Un milagro que nos permitió llegar hasta el coche. De momento, no mucho más. Seguíamos muertos y después de comer necesitábamos siesta. Era poco más de mediodía. Toda la tarde por delante para descansar.

Ducha y larga siesta. El mundo es otro. Y las caras de felicidad por subir todos al coche para ir a cenar. Esta vez sí, el cachopo estaba cantado, en Casa Carlos, en Caravia. Y las gambas al ajillo, repetimos, y todo lo que nos propusieran. Teníamos hambre y ganas de celebrar. Nos lo habíamos ganado todo. «No pain, no cachopo».  El corolario es inmediato: «Mucho pain, mucho cachopo».

Equipo Kia. Encuentro con el coche en el Eollado Pandébano

«¿A dónde quieren los señores que los lleve?»

Después de la cena, de nuevo todos en el Sorento, José ya había olvidado. «Con este maleteraco, nos cabe de todo para ir a cualquier sitio. Y aquí, mientras tú conduces, vamos de cine».

«Joder, es verdad. Este coche, que viene con chófer, es perfecto. En lugar de dormir al raso, dormimos mientras tú conduces. Tenemos mucho espacio para las piernas y mucho sitio en el maletero. En lugar de un pastor que nos sube a la montaña, tenemos un chófer que nos lleva. Ni los marqueses».

Yo iba feliz conduciendo. «¿A dónde quieren los señores que los lleve?».

«De momento, al hotel, para que aparques y podamos tomarnos un gintonic».

El «Equipo Kia» estaba a punto de romper. No sé quién dijo el nombre por primera vez, pero ya teníamos planes para subir juntos a las montañas más altas del país. «Alguna, incluso, la podremos subir hasta arriba en coche».

Nos pusimos a soñar y a subir montañas con el vaso al lado. Estábamos empezando a olvidar el «pain». No hay agujetas si los planes son buenos. A ver hasta dónde llegamos. Tenemos un lema britsturiano: «No pain, no cachopo». Podemos adaptarlo a otro menos internacional. El «pain» será siempre a nuestra medida. El cachopo, también. A la mañana siguiente amanecimos con el «Equipo Kia» en el grupo de Whatsapp. Nos esperan muchos viajes. Muchas montañas. Mucho «pain» y mucho disfrute.

Equipo Kia. Huevos rotos con jamón y con chorizo en el Refugio de la Terenosa

Galería de fotos – «Equipo Kia»