A pesar de que la versión más deportiva del Celica tiene amortiguadores y casquillos más duros que el Celica de 143 CV, el reglaje de las suspensiones parece cumplir un compromiso entre estabilidad y confort. Es más suave de lo habitual en un verdadero deportivo, lo que aporta una mayor comodidad en el uso diario y le resta algo de eficacia en una conducción a fondo.
Para muchos, el Celica Toyota Sport cubrirá con creces sus necesidades, pues tiene una buena estabilidad y permite ir a un ritmo muy rápido sin torturar a los pasajeros. A otros les parecerá claramente blando de suspensiones en una conducción muy exigente.
En el punto inicial del apoyo, parece un poco suave y se aprecia mucho el movimiento de la carrocería. En curvas enlazadas podemos notar como se mueve ligeramente de un lado a otro. Entra bien en los giros, pero al límite es ligeramente subvirador. Al levantar el pie del acelerador en medio de un fuerte apoyo o al abordar una curva cerrada de manera brusca, las ruedas traseras deslizan de forma progresiva y es fácil encontrar el punto de sobreviraje. Como no tiene control de estabilidad, en caso de irse de atrás obliga a recurrir al contravolante, aunque sus reacciones son progresivas.
Desde mi punto de vista, creo que a este coche que la marca vende como deportivo, con un motor casi de carreras, no le iría mal una suspensión algo más dura. Un claro ejemplo de deportivo es el Renault Clio Sport 2.0 16V y el Celica Toyota Sport no está a su nivel en una carretera con curvas.
El cambio es rápido y preciso, con unos recorridos muy cortos entre marchas, aunque un poco duro de accionamiento. Los desarrollos están bien escalonados entre 3ª y 6ª, pero no entre 1ª y 3ª; al cambiar en las tres primeras marchas, el régimen del motor cae demasiado para aprovechar bien la respuesta del motor. Aunque tiene 33,8 km/h a 1.000 rpm de desarrollo en 6ª, la velocidad máxima se obtiene en 5ª velocidad; es decir, la sexta es larga (y la caja demasiado abierta) para el funcionamiento de este motor.
Los frenos son de lo mejor del coche, con un tacto excelente, muy progresivo y fácil de dosificar. Permiten llegar al límite de adherencia, al punto en el cual comenzamos a oír rechinar ligeramente los neumáticos, sin que el ABS entre todavía en acción, incluso en carreteras bacheadas. Su resistencia al trato duro es buena, se recuperan con rapidez del sobrecalentamiento y las distancias de frenada en nuestras mediciones han sido cortas (54 m a 120 km/h). Nuestra unidad de pruebas tenía cierta inestabilidad al frenar a fondo, ya que cambiaba ligeramente de trayectoria y obligaba a corregir levemente con el volante, aunque sin comprometer la seguridad.