Glosario | Frenada regenerativa

La frenada regenerativa, también conocida con las siglas KERS (de «Kinetic Energy Recovery System»), es aquella que permite reducir la velocidad de avance de un vehículo mediante la transformación de la energía cinética en energía eléctrica (en lugar de disiparse en forma de calor en los frenos). Dicha energía se almacena en una batería (o en un supercondensador, como en algunos modelos de Lamborghini), y posteriormente se emplea para mover el coche.

La frenada regenerativa de los vehículos eléctricos e híbridos (ya sean convencionales, enchufables o ligeros) se produce gracias a que el motor eléctrico es una máquina capaz de invertir su funcionamiento cuando el conductor levanta el pie del acelerador o frena ligeramente, pasando a actuar como generador de corriente eléctrica. A mayor corriente generada, mayor resistencia y disminución de la velocidad

Glosario | Frenada Regenerativa

En algunos modelos, principalmente los que son eléctricos, la capacidad de deceleración se puede regular en varios niveles. Normalmente, van desde una retención tan alta que permite prescindir del pedal de freno en la mayoría de situaciones (en el Porsche Taycan Turbo y Turbo S, por ejemplo, la capacidad para recuperar energía alcanza los 265 kW), hasta la desconexión total del sistema (el coche avanza por inercia, o «a vela»). Los sistemas más modernos, además, tienen un nivel adicional que se ajusta de manera automática en función del tráfico, la velocidad o la orografía de la vía por la que circulamos (lo hace en base a la información que recibe del sistema de navegación y del radar del programador de velocidad activo).

Cuando el conductor demanda una deceleración más intensa que la que puede proporcionar el sistema de frenada regenerativa, entra en funcionamiento el sistema de frenos convencional, el de discos y pastillas (o tambores).

La principal ventaja que aporta un sistema de frenada regenerativa es la reducción de consumo, ya sea de combustible y energía eléctrica (en los vehículos híbridos y eléctricos) o solo de energía eléctrica (únicamente en los eléctricos). Además, como el sistema de frenos convencional no se utiliza con tanta frecuencia, su desgaste es menor y la emisión de partículas en suspensión derivada de su uso (las provocadas por la fricción entre las pastillas y los discos), es significativamente más baja.