Toyota Land Cruiser (2018) | Impresiones de conducción
El Land Cruiser 2018, como el modelo al que sustituye, es un vehículo con un rendimiento sobresaliente fuera de carretera. Tanto los amplios recorridos de la suspensión, como los buenos ángulos característicos o el eficaz sistema de tracción total permanente (con reductora), permiten superar grandes obstáculos con una facilidad casi insultante. Y además lo hace sin que el conductor tenga que ser necesariamente un experto en este tipo de situaciones, que es lo verdaderamente interesante.
Durante la presentación del modelo a la prensa, que tuvo lugar en Namibia, recorrimos cerca de 700 kilómetros por pistas de arena y de piedra en las que superamos pendientes pronunciadas en muy mal estado, hicimos vadeos muy profundos y cruces de ejes sin ningún tipo de contratiempo. Como es lógico, fueron recorridos seleccionados por la organización y, por lo tanto, pensados para que el vehículo los superara con soltura, pero aun así cabe destacar que la capacidad de tracción fue simplemente sensacional en todo momento (y más aún teniendo en cuenta que los neumáticos eran de tipo mixto, unos Dunlop Grandtrek AT23).
Ya en España, casi cuatro años después y con una unidad distinta, también realizamos varios recorridos por pistas en mal estado en las que había obstáculos con un nivel de dificultad considerable. Y el resultado fue idéntico: sensacional. Como ocurre con el Jeep Wrangler, el Land Cruiser es un coche con el que resulta muy difícil encontrar una traba que impida continuar el camino.
Las versiones con el nivel de equipamiento Limited (el más sofisticado) incluyen los sistemas Crawl Control (o control de gateo, en español) y Multi Terrain System (sistema multi terreno), que suponen una gran ayuda a la hora de practicar una conducción de tipo todoterreno (sobre todo para aquellas personas que no estén acostumbradas a ello). El primero de ellos, Crawl Control, actúa sobre el acelerador y el freno y permite subir o bajar pendientes a una velocidad constante (hay cinco velocidades predefinidas, todas ellas muy bajas); el segundo, Multi Terrain System, modifica el funcionamiento del motor, de la caja de cambios y de las ayudas electrónicas y los adapta de acuerdo con la configuración elegida: Mud&Sand (barro y arena), Loose Rock (piedras sueltas), Mogul (nieve), Rock&Dirt (roca y tierra) y Rock (rocas).
Desde mediados de 2021, los Land Cruiser de cinco puertas con cambio automático y acabados VX o VXL, incluyen de serie un diferencial trasero con posibilidad de bloqueo manual, en lugar del autoblocante de tipo Torsen que tenían las unidades vendidas hasta dicha fecha (con el acabado Limited, lo siguen montando). Además, todas las versiones, con independencia del tipo de carrocería o transmisión elegidos, tienen un diferencial central con bloqueo manual.
Pero si en el campo el Land Cruiser es toda una referencia, fuera del mismo no resulta tan brillante. En carretera es un coche muy poco preciso, que tarda mucho tiempo en apoyar, con una dirección lenta y con una carrocería que se mueve ostensiblemente tanto al tomar una rotonda como al frenar con cierta intensidad. No son reacciones inseguras (el control de estabilidad actúa de manera muy restrictiva ante el más mínimo atisbo de pérdida de control), pero son muy distintas a las que se experimentan en vehículos de tipo SUV de tamaño similar y, por lo tanto, requieren de un periodo de adaptación más o menos corto.
Todos los Land Cruiser tienen una suspensión delantera de tipo independiente (un doble triángulo superpuesto) y una trasera con un eje rígido, pero en función de la versión elegida, los elementos que la componen son diferentes. Las versiones con los acabados GX y VX tienen muelles y amortiguadores sin posibilidad de ajuste; las VXL tienen la misma composición, pero añaden unos cartuchos hidráulicos que modifican el funcionamiento de las barras estabilizadoras (Toyota la denomina KDDS; más información). Por último, las versiones con el acabado Limited incluyen muelles neumáticos en el eje posterior y amortiguadores controlados electronicamente con varios niveles de ajuste. Con independencia del tipo de suspensión seleccionado, el Land Cruiser es un modelo comodísimo, tanto en carretera, donde absorbe bien todo tipo de imperfecciones, como fuera de ella, donde el filtrado de las irregularidades y las vibraciones es sensacional.
Desde julio de 2020, todos los Land Cruiser tienen un motor Diesel de cuatro cilindros y 204 caballos que da unas prestaciones buenas (en relación con la potencia, el tamaño y el peso del coche) y que por norma general, gasta mucho combustible. Su funcionamiento no es especialmente refinado, pero las vibraciones que genera llegan muy filtradas al habitáculo y el ruido que produce, aunque patente en todo momento, no resulta molesto (eso sí, es muy feo, similar al de vehículos de tipo industrial).
Según mediciones propias, con este motor son necesarios 8,0 segundos para acelerar entre 80 y 120 km/h, un buen dato que, a efectos prácticos, supone no echar en falta más potencia en casi ninguna situación, incluso con el coche cargado. Con el antiguo motor de 177 caballos era sencillo mantener ritmos relativamente altos por autopista, pero su aceleración era mucho más floja e insuficiente para, por ejemplo, realizar un adelantamiento ocupando poco tiempo el carril contario (necesitó 3,0 segundos más para pasar de 80 a 120 km/h, una diferencia enorme).
El consumo de combustible de los dos motores es similar y alto en términos generales. En nuestro recorrido por autopista a 120 km/h de media (detalles del mismo), el Land Cruiser de 5 puertas con el motor de 204 caballos necesitó 9,5 l/100 km, que es un dato más bien elevado. Y además es práticamente lo mínimo que cabe esperar del mismo; en carreteras de circunvalación y a un ritmo muy relajado, es posible ver cifras en el entorno de los 8,0 l/100 en el ordenador de viaje, pero a poco que se circule por ciudad o por carreteras con muchos cambios de nivel, supera los 12,0 l/100 km con facilidad. Afortunadamente, como el depósito de combustible es muy grande (tiene 87 litros de capacidad), la autonomía es siempre alta.
En el Land Cruiser también hay que tener en cuenta otro coste adicional, que es el derivado del uso de Adblue (un producto químico necesario para reducir la emisión de óxidos de nitrógeno del motor).
La caja de cambios automática de tipo convertidor de par y seis velocidades cumple bien con su cometido, pero tiene una serie de particularidades a las que cuesta acostumbrarse inicialmente y que puede que no sean del agrado de todo el mundo (recomendamos probarla antes de tomar una decisión de compra). Al soltar el pie del acelerador o incluso al pisarlo solo un poco, deja que el motor gire muy próximo al régimen de ralentí; y vuelve a recuperar un régimen normal cuando se acelera con algo más de intensidad. Además, como el resbalamiento del convertidor es siempre muy acusado, en algunas ocasiones puede recordar al funcionamiento de un cambio de tipo variador contínuo.
Toyota ha previsto un modo mediante el cual se pueden seleccionar las marchas de manera manual, aunque su funcionamiento no es en absoluto bueno porque, aunque elijamos una marcha manualmente, la gestión se encarga de modificarla a poco que solicitemos más aceleración. Por el momento no hemos probado un Land Cruiser con caja de cambios manual de seis velocidades, por lo que no podemos hablar sobre ella.