El motor de 2,2 litros y 110 CV que tiene este Almera no tiene tanta fuerza a bajo y medio régimen como otros Diesel. El efecto de esta característica es que la recuperación es lenta. En ciertas ocasiones hay que reducir una marcha cuando con otros coches no haría falta, porque dan la suficiente aceleración a bajo régimen. Anteriormente ese problema era aún mayor a causa de unos desarrollos de transmisión largos. Ahora el coche recupera mucho mejor, pero sigue siendo de los más lentos.
Tampoco acelera mucho, teniendo en cuenta su potencia. Un León TDI 110, un Mégane dCi y probablemente un Xsara HDI 110 (aún no tenemos prestaciones de este último) son más rápidos. A diferencia de otros Diesel (como los cuatro cilindros de Audi o Volkswagen, el de Rover o alguno de Ford), el Almera no parece tener más potencia de la que anuncia Nissan. En quinta y sobre una carretera llana no pasa de 4.200 rpm, apenas 5 km/h más de la velocidad máxima que declara Nissan.
En conducción normal, con más ciudad que carretera, gasta algo más de 9 l/100 km. 
En conducción suave por carretera baja de 8 y a 140 km/h de media real, ha gastado 8,3 l/100 km sin aire acondicionado. Con aire acondicionado en el mismo recorrido y en un día de no mucho sol, ha gastado 8,9 l/100 km. Para calcular el consumo el dato que da el cuentakilómetros es totalmente fiable. El velocímetro también lo es.
El principal problema de este motor, más que su rendimiento, es su nivel de ruido vibraciones y aspereza. Suena mucho al ralentí, en frío y al acelerar. A velocidad constante (si no es alta), no suena más que algunos Diesel de su clase, pero es de los Diesel que acompañan con un ruido ronco de fondo. La vibración y la aspereza se nota siempre, y especialmente a coche parado; vibra el asiento, el volante y la palanca, de forma evidente. Otra cosa que en este motor recuerda a los Diesel antiguos es que el testigo de los calentadores tarda en apagarse y que, una vez apagados, el arranque no es tan rápido como en otros inyección directa modernos.