Mazda CX-60 (2022) - Prueba | Impresiones del interior

14/03/2022 |Fernando Ríos (@RiversChains)

El salpicadero y, en general, todo el habitáculo del CX-60, tiene un diseño que recuerda mucho al de otros modelos de Mazda (imagen). Se percibe moderno y en cierta medida, minimalista, pero sigue contando con mandos físicos para las funciones que se utilizan con más frecuencia —climatizador, equipo de sonido o algunas ayudas a la conducción; imagen e imagen—, algo que nos parece muy positivo. Al igual que la pantalla del sistema multimedia, que es táctil en parado pero que sólo admite manejo desde un conjunto de mandos físicos cuando el coche está en movimiento: es más sencillo hacer lo que se quiere (no hay que apuntar con el dedo mientras el coche se mueve ni hay que desviar tanto la vista de la calzada).

A pesar de ello, y siguiendo la tónica habitual en coches modernos, en el salpicadero hay dos pantallas, ambas de 12,3 pulgadas: una para la instrumentación (imagen) y otra para el sistema multimedia (y desde el nivel de equipamiento más sencillo). Son pantallas con una muy buena resolución y que muestran la información de manera clara, pero con pocas posibilidades de personalización (esto es especialmente claro en la de la instrumentación, que en otros coches sí suele ser un elemento sujeto a muchas posibilidades de configuración).

Esta última, además, tiene un ordenador de viaje que da muy poca información. Mazda nunca ha prestado demasiada atención a este elemento, pero en el CX-60 es especialmente básico: un solo dato de consumo medio, dos parciales y un medidor de consumo instantáneo tan pequeño e impreciso que resulta prácticamente inútil. Nada más. 

Al menos en los CX-60 con el acabado Takumi y Homura, que son en los que nos hemos subido, la sensación de calidad que transmiten los materiales con los que está fabricado es muy elevada. La piel (de tipo Nappa en el Takumi) tiene un tacto suave (aunque no tanto como la de algunos modelos de Volvo), las molduras decorativas del salpicadero y la consola son de madera de arce auténtica y algunas piezas de las puertas son de metal. Además, muchos de los huecos portaobjetos están forrados de goma o de una especie de terciopelo muy agradable al tacto (los de las puertas, curiosamente, no, incluso en las versiones más equipadas).

Modelos como el Audi Q5, el BMW X3 o el Mercedes-Benz GLC, que son los que Mazda considera alternativas al CX-60, no tienen unos acabados claramente mejores ni transmiten más sensación de calidad. En algunos detalles, incluso, son peores.

El volante tiene ajuste en altura (45 mm) y profundidad (70 mm). Mazda dice que en las plazas posteriores hay más espacio para los pasajeros que en un CX-5, y nuestras medicioneslo confirman en casi todas las cotas. Hay dos centímetros más en sentido longitudinal (para las piernas) y cuatro más en sentido transversal (para los hombros). El túnel de la transmisión sobresale poco del resto del piso, lo cual facilita el paso de un asiento a otro y permite que el pasajero que se siente ahí adopte una postura más natural. 

La altura libre hasta el techo, en cambio, es un poco menor que en el CX-5 (tres centímetros menos), pero no es una cota del todo comparable porque la unidad del CX-60 que hemos medido tenía instalado el techo panorámico de cristal y el CX-5, no. El acceso a dichas plazas es muy cómodo porque las puertas abren en un ángulo cercano a los 90 grados. También se accede bien a las plazas delanteras (las puertas son grandes y los asientos están en una posición elevada), pero en este caso conviene tener cuidado para no golpear las rodillas contra las salidas de ventilación que hay en los extremos del salpicadero, que son especialmente prominentes.

Frente a los rivales citados anteriormente (Audi Q5, BMW X3 y Mercedes-Benz GLC), el CX-60 se encuentra en una posición favorable en cuanto a anchura entre puertas (tiene más que todos ellos, aunque con diferencias mínimas) y queda en un punto intermedio tanto por altura libre al techo como por espacio para las piernas (listado comparativo). Modelos como el Toyota RAV4, el Kia Sorento o el SEAT Tarraco, que tienen carrocerías de tamaño semejante, son más amplios en casi todas las cotas y, en general, son más adecuados para llevar habitualmente a personas en las plazas traseras.

Los ocupantes de estas plazas tienen a su disposición unos mandos que regulan la calefacción de los asientos (hay tres intensidades), unas salidas de aire orientables (pero sin posibilidad de ajustar temperatura o velocidad del caudal), dos tomas USB de tipo C, un enchufe de 220 V (de 1500 W) y huecos portaobjetos en cada una de las puertas (imagen). Lo que no puede tener, ni de manera opcional, son unas banquetas con ajuste longitudinal (sí se pueden mover los respaldos en dos posiciones; imagen) o unas cortinillas para las ventanillas.

Con independencia del motor elegido (gasolina, Diesel o sistema híbrido enchufable), el CX-60 tiene un maletero con 570 litros de capacidad (imagen). Es más de lo que tienen los modelos de Audi y BMW de los que venimos hablando de manera recurrente en este texto (tienen entre 520 y 550 litros), y algo menos que el Mercedes-Benz (tiene 600 l en las variantes de gasolina y Diesel). No obstante, el CX-60 queda lejos de los dos mejores de su segmento en este sentido: 760 l en el SEAT Tarraco de cinco plazas y 700 l en el Volkswagen Tiguan Allspace. La cortinilla cubre equipajes es del mismo tipo que el CX-5: va sujeta al portón en vez de a las paredes del maletero. Así, al abrir el mismo, la cortina se eleva y no supone un obstáculo para alcanzar los objetos que estén al final del maletero. La iluminación del espacio de carga no es especialmente potente, pero es claramente mejor que la del CX-5 porque, además del plafón que hay en la cara interna del portón, hay otro en la pared lateral derecha (de ledes en ambos casos). 

Los respaldos de los asientos posteriores se pueden abatir desde unos mandos que hay en la parte superior de los mismos (imagen) o mediante unas palancas que hay en las paredes laterales del maletero (imagen). También hay disponible una red de separación de carga, cuya finalidad es evitar que los objetos colocados en el maletero pasen hacia la zona de los pasajeros en caso de, por ejemplo, una frenada brusca. Esta red se puede colocar tras los asientos traseros (imagen) y también tras los asientos delanteros (imagen).