Ford Focus ST 2.5 (2008) | Impresiones de conducción

10/12/2009 |Enrique Calle

El Focus ST de 2002 (más información) tenía un chasis superlativo que permitía conducir con la máxima precisión y un motor que daba prestaciones más bien lentas para su potencia. En el ST de 2008 ocurre un poco lo contrario: su capacidad de aceleración es comparativamente superior que su agilidad o su capacidad para transmitir «sensaciones deportivas».

El Focus ST lo tiene difícil frente a los mejores modelos de carácter deportivo. Un Volkswagen Golf GTI o un SEAT León CUPRA me parecen superiores tanto por lo que percibe el conductor como por su efectividad de reacciones.

No obstante, el Focus ST es estable y transmite una gran sensación de seguridad y control. Sin tener una dirección que informe con precisión de lo que está ocurriendo entre la rueda y el asfalto, en muchos casos se disfruta más de la conducción de este Focus que de otros modelos ligeramente más ágiles y con peor tacto —como un Astra OPC—.

Las ruedas delanteras tienen una capacidad algo limitada para hacer fuerza contra el asfalto en condiciones difíciles (creo que no es un problema de las que llevaba nuestra unidad de pruebas, unas Continental SportContact2 que daban mucha adherencia).

A la salida de curvas cerradas el conductor no puede pisar indiscriminadamente el acelerador; hay que dosificarlo. Si la salida de la curva se hace bien, el control de tracción trabaja poco. De lo contrario, frena al coche más de lo deseado.

Una diferencia que he apreciado respecto al Focus ST de 2005 (más información) es que la suspensión del nuevo modelo es más dura, algo que se aprecia sobre todo en piso ondulado. Esa cierta dureza no compromete absolutamente la utilización a diario, si bien no cabe esperar que con este coche se viaje más cómodo que con cualquier otro Focus.

Los frenos cumplen bien su cometido. A diferencia de otros coches de este tipo, éstos no son el límite claro a una conducción rápida por curvas (como sí ocurre en un Mazda3 MPS). Tampoco son infalibles, pero su agotamiento no llega de una manera repentina. Después de varias frenadas fuertes, se nota que la capacidad de frenada disminuye progresivamente.

El sabor deportivo del Focus ST también se aprecia por la capacidad de aceleración que da su motor. Aunque da la fuerza de manera progresiva, se nota que es un buen motor sobrealimentado por el fuerte empuje que da en todo momento. Este motor me ha gustado más en el Focus que en el Volvo C30 porque tiene una respuesta más inmediata al acelerador.

La cualidad más destacable de este motor es su elasticidad: se puede circular en marchas largas a menos de 1.500 rpm y acelerar sin que el motor vibre y sin que le falte respuesta (en un Mazda3 MPS o en un Opel Astra OPC hay poco empuje hasta cerca de 2.000 rpm).

El sonido que tiene el motor me parece muy bonito. A marcha sostenida apenas hace ruido y se siente que gira con gran suavidad. Cuando se pisa el acelerador a fondo hay un sonido entre grave y ronco procedente del sistema de admisión y en menor medida de escape.

El consumo es elevado. Para hacer una media de 123 km/h por autopista, gastó 9,0 l/100 km. Bajar de ahí es posible si se conduce más despacio y con extrema suavidad, pero no es lo habitual. En un recorrido urbano de referencia gastó 10,0 l/100km, que no parece mucho pero hay que tener en cuenta que no es un recorrido exigente. En las mismas circunstancias, un BMW Serie 1 Cabrio de 306 CV gastó prácticamente lo mismo y un Audi TT S de 272 CV algo menos. El consumo máximo que hemos obtenido en una carretera de curvas muy lentas ha sido próximo a 29,0 l/100 km, que es alto.