El Jetta 2.0 TDI viene de serie con unas ruedas 205/55 R16 y una suspensión que Volkswagen denomina «deportiva» (que es opcional en otros Jetta y que también está disponible opcionalmente en el Golf). Las llantas de serie se denominan «Atlanta» y son las que se pueden ver en las imágenes de esta prueba.
Opcionalmente puede tener dos estilos de llantas de 17 pulgadas de diámetro (imagen) con neumáticos 225/45: las más caras («Grand Prix») son de varias piezas y algunas de sus tuercas son de titanio. Al menos con las ruedas de serie (que es como los hemos probado), el coche es estable y agradable de llevar.
En condiciones normales, conducir un Jetta es como conducir un Golf (o un Škoda Octavia); todos los mandos tienen el mismo tacto y el coche transmite sensaciones muy parecidas. En carreteras en buen estado el Jetta rueda con suavidad. Si el firme está ondulado o bacheado, la suspensión puede parecer un poco dura a aquellas personas que busquen ante todo un coche muy cómodo de suspensión.
El Jetta tiene buena estabilidad lineal en las carreteras rápidas y buen tacto en las lentas. Practicando una conducción rápida en carreteras de curvas, tiene una cierta capacidad para redondear la trayectoria en cambios de apoyo bruscos o al ahuecar en plena curva, que no se aprecia en un Golf.
Este efecto puede venir dado por el largo voladizo trasero y sólo se aprecia al desconectar el control de estabilidad (que es de serie). Al desconectarlo también lo hace el control de tracción. No he conducido el Jetta en estas condiciones con el maletero cargado.
El Jetta es un coche que maniobra bien: tiene la misma batalla que un Golf (que es más bien corta) y unas vías y anchura similar. El voladizo trasero el Jetta es muy largo, pero no influye en el radio de giro.
El voladizo sí tiene el inconveniente de que es difícil calcular dónde acaba. A causa de esto es interesante la opción de sensor de aparcamiento trasero, que viene dentro de un paquete de opciones («Pack Drive and Park», 420 €) que está compuesto, además, por el indicador la presión de los neumáticos y el control de crucero («Tempomat»).