Toyota Yaris (2008) | Impresiones de conducción

12/09/2007 |Redacción de km77.com

El Toyota Yaris es un coche fácil de conducir y que resulta confortable en casi toda circunstancia, salvo cuando resulta sensible a la deceleración en curva. La estabilidad nos ha parecido normal, no está a la altura de la que tienen un Ford Fiesta o un Renault Clio.

Hemos conducido el Yaris con los dos motores posibles (un gasolina de 1,3 l y 87 CV y un Diesel de 1,4 l y 90 CV) y con los dos cambios disponibles (manual y automático).

La respuesta del motor de gasolina es buena, pero requiere usar marchas cortas si se busca una cierta aceleración porque los desarrollos (los mismos en las dos cajas) no favorecen la capacidad de recuperación.

Los desarrollos que tiene son más bien largos: alcanza la velocidad máxima 700 rpm por debajo del régimen de potencia máxima. Nos parecen acertados porque, a velocidad constante, limitan en alguna medida (no mucha) el ruido y favorecen un bajo consumo.

La contrapartida es que, para que la aceleración llegue a cierto nivel, el conductor debe pisar más el acelerador y apurar más las marchas. Además, en estas circunstancias el motor es ruidoso, como también lo es a una velocidad constante de 120 km/h.

La caja de cambios automática hace al Yaris de gasolina algo más lento y ligeramente más económico de consumo (comparativa). Según nuestras mediciones, acelera menos que modelos con una potencia y un peso similar. La capacidad de recuperación es cuantitativamente mejor, a pesar de tener unos desarrollos más bien largos.

El consumo de gasolina es bajo. En una conducción mixta entre ciudad y alrededores a una velocidad normal y siendo suaves con el acelerador ha consumido 6,5 l/100 km. En conducción por autovía, a una velocidad legal constante, el consumo bajó hasta 6,0 l/100 km, poco más de lo que gastaría el Diesel en esas condiciones.

Si circulamos intensamente por cuidad o por carreteras donde sea necesario aprovechar al máximo la capacidad de aceleración del Yaris (lo que provoca que el cambio trabaje mucho), el consumo de gasolina sube hasta 8,0 l/100 km (según las condiciones de la circulación).

El motor Diesel de 90 CV tiene mucha fuerza a bajo régimen, consume poco y llega con energía a la zona roja del cuentavueltas. Su principal inconveniente es lo mucho que se oye desde el interior.

En ciudad, donde hay que arrancar desde parado frecuentemente, no acusa la falta de fuerza que tienen los motores turbodiésel actuales en la zona baja de cuentavueltas, por lo que resulta muy agradable de utilizar.

Por carretera resulta suficiente para viajar a las velocidades máximas legales y mantener cierta reserva de fuerza, bien sea para realizar un adelantamiento o para subir un puerto.

Las prestaciones que hemos obtenido son normales para un coche de su potencia. Es capaz de acelerar más hasta 120 km/h que un Fiat Grande Punto 1.3 M-jet de 90 CV y casi tanto como un Ford Fiesta 1.6 TDCi 90 CV. Se puede apurar el motor hasta casi 5.000 rpm, pero no merece la pena pasar de 4.200 rpm.

No es un motor particularmente ruidoso; de hecho, lo es menos que el que tienen el Volkswagen Polo y el Fiat Grande Punto, pero no está bien aislado y, comparativamente, se oye más desde el interior que desde el exterior. Al acelerar se percibe con claridad el sonido característico de un Diesel y, a diferencia de otros motores de este tipo, al estabilizar la velocidad no se reduce mucho el ruido del motor. Un Renault Clio dCi es claramente mejor en este aspecto.

A pesar de lo anterior, el Yaris parece bien aislado de otros ruidos exteriores: cuando estamos parados en un semáforo, los sonidos procedentes del exterior llegan muy reducidos (salvo cuando llueve, que se oye un ruido metálico poco amortiguado).

Otra cualidad de este motor es su bajo consumo. Por ciudad y sus alrededores, sin tener especial cuidado con el acelerador, obtuve una media de 7,1 l/100 km. En el recorrido por autovía gastó 6,5 l/100 km a una velocidad media de 134 km/h, un dato muy bueno.

Quien vaya a usar el coche principalmente por ciudad y valore la sonoridad tanto como la economía de uso, quizás deba tener en cuenta el Yaris con motor gasolina de 87 CV. Frente a éste, para que el Diesel salga rentable hay que hacer un mínimo de 61.000 km con el coche (más información).

Hemos conducido el Yaris con las dos cajas de cambio posibles. En condiciones normales, la manual pasa desapercibida debido a su buen funcionamiento; no se nota lenta ni dura.

La caja automática tiene dos modos de funcionamiento: automático o manual. En modo manual funciona mejor, pero tiene menos sentido comprarse un coche automático para usar el cambio en este modo.

No se puede cambiar de marcha manualmente si va en modo automático; para hacerlo, hay que pasar la palanca a manual. Tampoco se puede hacer «kick-down» cuando se va en el modo manual.

En el modo automático, hay dos programas de funcionamiento diferente: uno normal y otro llamado «ES», que apura más las marchas y reduce mejor.

Es suave, aunque al cambiar de marcha se produce un cierto tirón (mayor si vamos acelerando mucho). Es lenta de reacciones cuando funciona en modo automático. Normalmente no es un problema, pero puede ser desagradable cuando —por ejemplo— se llega a una rotonda o a un cruce sin preferencia y da tiempo a pasar si el coche acelerara mucho.

En esos casos, es posible salir del cruce o entrar en la rotonda esperando una aceleración que tarda en llegar porque el cambio va en una marcha más larga de lo debido y no reduce a tiempo (y si reduce le cuesta un poco ganar velocidad). Esta reacción se da en los dos modos de funcionamiento que tiene, pero es especialmente palpable en el normal.

Lo que sí hace bien es reducir cuando frenamos con decisión, ya sea para entrar a una curva o para girar una esquina en cuidad. Normalmente, a la salida de la misma el cambio ya se encuentra en la marcha que puede dar más aceleración.

Incluso en modo manual, el cambio reduce de marchas automáticamente para que el motor no baje nunca de un cierto régimen, a medida que el coche pierde velocidad. Lo que no hace es cambiar a una marcha superior cuando llega al límite de régimen.

Una vez soltado el pedal de freno, el Yaris comienza a avanzar hacia delante o hacia atrás —hasta una velocidad de 10 km/h— sin pisar el acelerador. Una vez se pisa el freno y se detiene el Yaris, el motor sigue haciendo fuerza durante unos segundos después.

Toyota aconseja que, para iniciar la marcha en una pendiente y no dañar el embrague, se debe mantener el coche asegurado con el freno de estacionamiento hasta que el motor empuje lo suficiente. Aunque inusual en un coche de cambio automático, es una buena recomendación para los que, como el Yaris, tienen un embrague monodisco en seco.

En ciudad o por carreteras rápidas, donde no hay que hacer cambios de apoyo rápidos, la suspensión será satisfactoria para la mayoría. Absorbe bien los baches que hay en este tipo de vías y es cómoda porque no sacude enérgicamente a los ocupantes.

En carreteras más lentas, si se conduce por encima de un cierto límite, se nota poco agilidad y mucho balanceo de carrocería. Un Citroën C3 es algo más blando; un Fiat Grande Punto 1.3 JTD, con los neumáticos de serie, no es mejor que un Yaris en este sentido.

Si se supera el límite de adherencia, es un coche subvirador normalmente. Si se desacelera o frena en curva, o bien se cierra bruscamente la trayectoria, responde con un sobreviraje más acentuado de lo normal en coches de este tipo. Por este motivo, nos parece especialmente recomendable comprarlo con control de estabilidad (600 € en todas las versiones).

Desde el punto de vista del conductor, lo mejor del Yaris es la dirección. Tiene una asistencia eléctrica que le da muy buen tacto, es suficientemente rápida y tiene una capacidad de giro excelente (el radio mínimo es sólo 9,4 m). No obstante, le falta un cierto punto de dureza cuando circulamos a una velocidad alta.

El Yaris es un utilitario que frena bien. Respecto a otros modelos semejantes, frena mejor desde una velocidad baja que desde una alta. Según nuestras mediciones, la versión de gasolina ha frenado en menos distancia y con más estabilidad que el Diesel. Ninguno de los dos tenía control de estabilidad, con el que los frenos traseros son de disco en lugar de tambor.

La iluminación es mejorable. Las luces cortas y las largas no pueden funcionar simultáneamente (salvo al dar ráfagas). Si circulamos con las largas queda una zona oscura delante del coche.

Una de las unidades que hemos probado tenía el dispositivo de acceso y arranque mediante tarjeta, que resulta muy cómodo y tiene un buen funcionamiento. Para abrir o arrancar el coche no hace falta sacar el mando del bolsillo.

Una vez detectado el mando (como máximo a unos 3 m de distancia del Yaris), para desbloquear las cerraduras sólo hay que pasar los dedos de la mano por la parte interior del tirador de una de las puertas delanteras. En caso de que estemos en una zona donde haya inhabilitadores de frecuencia, se puede abrir el coche con la llave que va oculta en el interior de la tarjeta.

Para poder arrancar el coche, el freno deben estar pisado y el cambio en N, en caso de tener cambio automático.

Para cerrar el Yaris desde el exterior, hay que pulsar un botón (imagen) que hay en las puertas delanteras y en el maletero, o usar los pulsadores de la tarjeta. Si nos dejamos la tarjeta en el interior (o una puerta está mal cerrada), no se puede cerrar el coche desde fuera.