Porsche Boxster (2003) | Impresiones de conducción del Boxster

18/09/2002 |Víctor M. Fernández

Por prestaciones, el actual Boxster de 228 CV me parece más satisfactorio que el primer Boxster que apareció en 1996 con 204 CV. Ahora sí da más sensación de coche deportivo, por «nervio» y capacidad de aceleración. La marca anuncia que pasa de 0 a 100 km/h en 6,4 s, cubre 1.000 m con salida parada en 26,5 s y alcanza una velocidad máxima de 253 km/h, unos valores muy destacables frente a coches similares.

Su motor bóxer de seis cilindros y 2,7 litros tiene un sonido «ronco» muy característico. Es casi igual que el de los Porsche 911 Carrera y es fácil de distinguir con los ojos cerrados por su peculiar tono. A mi, personalmente, me encanta, sobre todo, a medida que va subiendo de vueltas y apreciamos claramente cómo va cambiando el sonido y se va tornando cada vez más «rabioso».

Desafortunadamente, el cambio manual de cinco marchas no me ha gustado tanto y creo que limita en cierta medida las posibilidades del motor. Por un lado, me parece lento (el recorrido entre marcha y marcha es algo largo); por otro, porque el salto que hay entre algunas marchas es grande (sobre todo entre primera y segunda); este coche pide a gritos el cambio de seis marchas que lleva el Boxster S.

Por el contrario, el cambio automático Tiptronic S, con mandos secuenciales en el volante, me ha parecido recomendable en este coche por varios motivos: uno, que no es más lento que el manual al subir de marcha (sí es algo más lento al reducir); dos, resulta muy cómodo en cualquier circunstancia, tanto en un uso tranquilo como en conducción deportiva (deja incluso hacer punta-tacón); y tres, los desarrollos de transmisión son similares a los del cambio manual (incluso un poquito más cortos en las tres primeras velocidades).

Creo que es la primera vez que he encontrado un coche con cambio automático (con convertidor de par) casi a la altura del manual, aunque sigo pensando que, para el conductor de un Boxster que vaya a practicar una conducción deportiva a menudo, el cambio manual le resultará más satisfactorio.

El Boxster tiene una rigidez torsional mayor que el Porsche 911 Carrera Cabrio. La estabilidad y capacidad de paso por curva es excelente, superior a la cualquier BMW Z3 (incluido el M Roadster) o Mercedes SLK (sólo me cabe duda en el SLK 32 AMG, que no he probado). He tenido ocasión de conducir el Boxster sobre seco y también bajo una intensa lluvia, sobre carretera muy rápida y carreteras de montaña con piso bacheado. En cualquier condición, su estabilidad me parece ejemplar. La dureza de suspensiones lo hacen más delicado sobre piso mojado, pero sus reacciones son muy progresivas y fáciles de «adivinar» a nada que se tenga algo de sensibilidad al volante. Hay que decir que lo he conducido con los neumáticos anchos (225/40 ZR 18 delante y 265/35 ZR 18) y llantas opcionales de 18", detalle que lo hace más efectivo sobre seco, pero también más exigente sobre mojado.

Como los coches que he probado llevaban control de estabilidad (opcional), he podido probar a buen ritmo sin necesidad de «pilotar». La tranquilidad que aporta la seguridad de estar ayudado por un sistema electrónico tan eficaz no tiene precio, sobre seco, y mucho menos sobre mojado.

No he apreciado diferencias de estabilidad respecto al Boxster anterior. Al volante tiene las mismas reacciones que antes y no parece más eficaz. El Boxster tiene una ligera tendencia a subvirar (se aprecia todavía más con lluvia). Lo hace de forma muy progresiva y siempre lo justo para dejar que entre bien en la curva. Para que el Boxster sobrevire sobre suelo seco hay que ir rápido y acelerar sin cuidado en curvas cerradas y con marchas cortas.

La cosa cambia por completo sobre mojado; es mucho más fácil llegar al derrapaje, si no tenemos control de estabilidad. Con el control de estabilidad se puede acelerar a la salida de la curva sin que ello provoque sobreviraje.

Además de la estabilidad, el otro elemento que destaca en los Boxster son unos frenos ejemplares por potencia, capacidad de parada y resistencia al trato duro. Tienen un tacto duro, muy «de carreras», obligan a pisar el pedal con fuerza, pero permiten dosificar la frenada con gran precisión.