Mini Cooper S (2002) | Exigente con conductor y pasajeros

23/03/2002 |Javier Moltó

El Mini puede resultar un coche atractivo para muchas personas, tanto por la línea externa como por el aspecto del interior. Y me parece comprensible que lo sea. El Cooper S puede sumar a esas razones un motor agradable de utilizar, con 163 caballos de potencia, un chasis eficaz que permite ir rápido en curvas, un sonido elevado que recuerda a coches de competición y unos detalles de carrocería que para algunos pueden añadir encanto a una línea que difícilmente pasa desapercibida.

Ese chasis eficaz puede ser poco soportable para algunas personas por la dureza de las suspensión, el sonido del motor puede resultar excesivo para otras (especialmente si se le añade el riudo ventilador de la aireación), el esfuerzo para acceder a la zona posterior puede no convenir a personas mayores o con poca elasticidad y la escasez de maletero o las reacciones vivas en asfalto ondulado pueden exasperar a propietarios poco avisados de las peculiaridades de este modelo.

Por el contrario, quienes disfruten con motores potentes, o gusten de conducir coches en los que deben estar atentos continuamante a las reacciones del chasis, aquéllos que quieran escuchar el sonido del motor y del compresor poco amortiguados y les parezca que con una suspensión dura y seca se va más seguro y se siente mejor la carretera, todo esos, tienen en el Cooper S una de las mejores opciones de compra que hay ahora en el mercado.

El motor, agradable de llevar y que responde bien en casi cualquier régimen de giro, resuena en el interior de forma elevada, lo que contribuye a incrementar la sensación de velocidad. De él apenas hay que ocuparse. Pero sí que hay que prestar atención a la suspensión y a los frenos.

La suspensión es dura y hace que en cuanto el asfalto se riza el coche vaya dando saltitos continuamente. No pierde la trayectoria, pero hay que corregir constantemente con pequeños movimientos del volante, tanto en recta como en curva.

Con el sistema de control de estabilidad conectado, el coche muestra tendencia a seguir recto en las curvas cuando se va rápido. El eje posterior, por el contrario, no se descoloca absolutamente nada en apoyo. Cuando se desconecta el control de estabilidad la cosa cambia. El eje posterior sí llega a deslizar cuando se va rápido. No es un deslizamiento progresivo. Resulta vivo de reacciones y por tanto conviene estar muy atento o no forzar tanto el apoyo del eje posterior, para que no se desmande. Yo lo probé sin control de estabilidad únicamente con llanta de 17 pulgadas y las reacciones del eje posterior resultaban muy vivas. Quizá con llantas de 16 pulgadas y mayor perfil las reacciones no fueran tan bruscas.

La dirección parece muy rápida, porque el volante sólo da 2,5 vueltas de tope a tope. No es lenta, pero tampoco tan rápida como sugiere el dato de las vueltas del volante. Lo que sucede es que el coche gira poco.

El control de estabilidad, que mantiene impecablemente la trayectoria del eje posterior en apoyo en curva, no consigue esa perfección en frenadas fuertes sobre terreno ondulado. Eso se debe a que la suspensión resulta dura y provoca rebotes de todo el eje posterior, que se mueve ligeramente en las frenadas fuertes, como si de un kart se tratara.

Los frenos no me han gustado. En un coche con suspensiones duras hay que poder dosificar muy bien la frenada cuando se va rápido, porque los rebotes producen pequeños bloqueos y movimientos que hay que poder controlar con el pedal. Sin embargo, el freno del Cooper S se parece más a un interruptor (en las 3 unidades que he probado). Deja poco margen para que la sensibilidad del conductor pueda modular la frenada de forma satisfactoria. En la primera parte del recorrido del pedal frena poco. De pronto se endurece y sí frena, pero es difícil de dosificar.

Todo lo anterior, claro está, sucede al apurar las posibilidades del Cooper S. Se puede ir muy muy rápido sin llegar a sentir lo que yo cuento porque es un coche que permite ir a toda velocidad gracias a ese buen motor y a un límite de aherencia muy alto. Ese es un inconveniente de este tipo de deportivos. Se puede ir muy rápido como si se fuera sobre raíles, pero un poco más allá de ese límite, el coche se mueve mucho y con reacciones bruscas. Por ello, es un coche en el que parece poco razonable llevar desconectado el control de estabilidad, ya que permite circular tan rápido con él como sin él y además es capaz de evitar muchos sustos.