El interior del Kizashi transmite una sensación de calidad mayor de lo habitual en la marca. Los materiales utilizados están bien ajustados. Hay recubrimientos acolchados por todo el habitáculo. La parte alta del salpicadero o la parte baja de las puertas y de la consola están recubiertos por plásticos duros.
Todos los mandos tienen buen tacto y son fáciles de manejar. Solamente los mandos situados en la parte baja del volante tienen un acceso un tanto complicado —hay que descolocar las manos de la posición correcta de sujeción del volante para poder accionarlos desde atrás—. Estos mandos de difícil acceso permiten el manejo de diferentes funciones del Bluetooth y del ordenador de viaje.
El cuadro de instrumentos tiene destacados el velocímetro y el cuentarrevoluciones (imagen). Entre ellos está situada una pequeña pantalla monocromática que muestra diferentes informaciones sobre el vehículo. Estos datos, en forma de dígitos, tienen difícil lectura debido a su reducido tamaño. El ordenador de viaje de un Suzuki Swift tiene unos dígitos de mayor tamaño y se lee mejor.
El climatizador, bizona, regula la temperatura del interior correctamente. Aunque la fuerza del ventilador esté regulada a la mínima potencia el sonido que produce es evidente.
Los asientos tienen una dureza de mullido intermedia. No dan una sujeción lateral elevada aunque tampoco se echa mucho de menos en este tipo de vehículos. El espacio disponible en las plazas delanteras es amplio. La unidad de pruebas que he podido conducir tenía el techo con apertura eléctrica, elemento que reduce la altura disponible en unos 4 cm.
Las plazas laterales traseras son cómodas y tienen un espacio grande para las piernas dado el tamaño del coche. Si hay un tercer ocupante en la plaza central irá incómodo debido al resalte de la banqueta y la dureza del respaldo, que alberga un apoyabrazos central. El apoyabrazos tiene dos posavasos y oculta una compuerta que comunica el habitáculo con el maletero —viene muy bien para cuando se quieren transportar objetos largos, como por ejemplo, unos esquíes—. Los reposacabezas pueden abatirse para mejorar la visibilidad hacia atrás del conductor a través del retrovisor interior.
El maletero tiene una capacidad de 461 litros. Es un dato muy bueno. De entre los vehículos de características similares solamente el Renault Fluence (530 litros) o el Toyota Avensis Sedán (509 litros) tienen mayor capacidad de carga. Un Škoda Octavia (560 litros) tiene una capacidad mucho mayor, aunque su carrocería es de cinco puertas en lugar de cuatro.
La apertura del maletero se realiza mediante un mando situado en la parte baja del salpicadero a la izquierda del asiento del conductor —no se abre con el mismo botón que las demás puertas—.
Hay varias argollas para anclar, por ejemplo, una red que sujete la carga. Estas argollas son de plástico y no son robustas —dan sensación de fragilidad—. El interior del maletero está tapizado parcialmente. La parte baja de la bandeja deja a la vista el cableado de los altavoces y el altavoz invade el espacio de carga. El borde de carga está situado a 68 cm del suelo.
Bajo el tapizado del piso esconde una rueda de repuesto de emergencia con las herramientas necesarias para realizar un cambio de rueda.