No es barato pero está bien equipado. Hay dos niveles de acabado —GLE y GLX—. Desde el más básico hay asientos traseros deslizantes, un sistema multimedia con pantalla de siete pulgadas (imagen) compatible con Android Auto y Apple CarPlay, cámara de visión trasera (imagen), barras en el techo, mandos del audio y el teléfono en el volante, asientos delanteros calefactables (imagen) y llantas de 16 pulgadas.
Con el nivel GLX (que cuesta 1750 euros más), se añade el navegador (imagen), el volante de cuero, el climatizador, los faros de ledes para todas las funciones (cuyo alumbrado, tanto de cruce como en largas, es muy potente), programador de velocidad, acceso y arranque sin llave o una cámara estereoscópica colocada en el espejo retrovisor que puede detectar las líneas de la carretera (alerta por cambio involuntario de carril) así como obstáculos y peatones (sistema de reconocimiento de peatones). En otros mercados, hay un nivel de equipamiento más básico, pero Suzuki no lo va a comercializar en España.
La carrocería del Ignis es alta y hay una distancia grande entre la banqueta de los asientos y el borde del techo. Gracias a ello, hay que hacer poco esfuerzo con las piernas y doblar poco el tronco para entrar y salir de sus plazas delanteras. En las traseras, la maniobra no es tan cómoda porque, como los asientos van más elevados, queda menos distancia al techo.
De todas las cotas que medimos en el interior, la más sobresaliente es la altura libre al techo en las plazas delanteras y el espacio para las piernas de los ocupantes de las plazas posteriores.
Como ocurre en otros coches de este tipo, el interior es estrecho. Eso se nota en que los ocupantes llevan sus hombros cerca entre sí y en que la palanca de cambios queda casi pegada a la pierna de derecha del conductor.
Los asientos de las plazas posteriores (imagen) van ubicados unos centímetros más elevados que los anteriores. Eso hace que sus ocupantes no disfruten de tanta distancia libre al techo (aunque sí suficiente para personas de hasta 1,90 metros aproximadamente), pero a cambio, disfrutan de buena visibilidad incluso hacia delante. También se ve bien hacia los laterales, pues las ventanillas —que bajan por completo— son grandes. En las plazas posteriores no hay un plafón de luces.
Los Suzuki Ignis 2017 con tracción delantera tienen un maletero de 260 litros y un depósito de carburante de 32. Que el maletero es grande es evidente: conseguimos cargarlo con nuestro juego de tres maletas, algo que no pudimos en otros coches de tamaño parecido (maletero del Suzuki Ignis, maletero del SEAT Mii, maletero del KIA Picanto, maletero del Ford Ka+ y maletero del Renault Twingo). Si lleva tracción total, el maletero se reduce a 204 litros y el depósito a 30, debido a que el diferencial trasero resta espacio.
Además, el espacio de carga puede ampliarse —hasta los 373 litros en el caso del que tiene 260— porque cada una de las dos plazas posteriores se puede desplazar longitudinalmente (imagen). Los respaldos también se pueden ajustar en inclinación para ganar aún más espacio de carga. En el fondo está el kit de reparación de pinchazos (imagen). Al igual que en las plazas posteriores, no hay un punto de luz.
El volante no es regulable en profundidad (algo que también ocurre en todas sus alternativas) y puede condicionar a las personas altas para encontrar una posición de conducción adecuada. Los asientos (imagen) son sencillos, pero me ha parecido que tiene una espuma cuya dureza es acertada y está bien distribuida.
El habitáculo es muy práctico porque hay muchos huecos para depositar objetos y botellas de bebidas. La guantera (imagen) es de buen tamaño y tiene un hueco específico para guardar el libro de instrucciones, que tiene más de 500 páginas y viene con una funda de cuero. El interior tiene un aspecto vistoso, parece bien ajustado (a tenor de los escasos ruidos que hay al rodar sobre firmes irregulares) si bien los materiales parecen sencillos.