SEAT León 1.9 TDi 150 CV Sport FR (2000) | El motor sigue sorprendiendo por prestaciones y consumo

01/06/2003 |Enrique Calle

Me siguen sorprendiendo las prestaciones y el consumo que da este motor tanto como la primera vez que lo conduje.

Tiene un rango de funcionamiento muy amplio y una capacidad para moverse con agilidad desde regímenes muy bajos. Desde poco más de 1.600 rpm ya se puede notar la fuerza y, a partir de algo más de 2.000, se nota una gran aceleración si se pisa a fondo el acelerador.

Es posible circular en sexta velocidad con una gran reserva de aceleración desde tan sólo 90 km/h; a esa velocidad, en sexta, el motor gira a 1.700 rpm. Que tenga una respuesta así de buena desde marchas largas también se debe a los desarrollos de transmisión. En sexta, a régimen de potencia máxima (4.000 rpm), el coche va a 211 km/h reales. A 215 km/h (que es la máxima declarada) el motor gira a 4.070 rpm; va ligeramente corto de desarrollos.

Cuando pasa del régimen de potencia máxima (4.000 rpm) la capacidad de aceleración sigue siendo buena y es aprovechable hasta unas 4.700 rpm. El motor no pasa de 5.100 rpm.

El aspecto menos favorable de este motor es el nivel de vibraciones y ruido que llega al interior. No es incómodo, pero sí evidente. Se escucha y vibra al acelerar desde baja velocidad en marchas cortas; a partir de unos 100 km/h el ruido del motor queda escondido y no se escucha mucho. A gran velocidad se escucha muy poco el coche, tanto por motor, como por aerodinámica. En nuestra unidad de pruebas a alta velocidad se escuchaba un pequeño ruido aerodinámico en la antena de la radio.

Según nuestras mediciones de aceleración desde 80 y 100 km/h, el León 1.9 TDI FR acelera casi igual que un Renault Clio 3p 2.0 16V Renault Sport (169 CV) y que un BMW 325i Compact (192 CV). También sorprende que sea más rápido que un Focus ST 170 y que un León 1.8 20VT 4 (muy pesado; 161 kg más que el León 1.9 TDi FR).

El consumo de este motor es muy bajo en todas las circunstancias. En un recorrido por autovía sobre 350 kilómetros, con una velocidad media muy alta pero con algún cambio de ritmo y tráfico denso durante los primeros kilómetros, gastó 9,0 litros cada 100 km. En condiciones normales de circulación, alternando carretera a ritmo rápido (sin pasar del 80 por ciento de la velocidad máxima) con ciudad, ha gastado 7,3 litros de media.

En un recorrido por carreteras de montaña donde se pueda pisar frecuentemente el acelerador a fondo es posible gastar entre 11 y (como mucho) 12 litros de media, siempre que el trayecto sea lo suficientemente largo como para que se pueda estabilizar el consumo.