Tiene un motor de 1,4 litros de cilindrada que da 98 CV de potencia a 6.000 rpm. Es el mismo que tiene el Clio (prueba) y el Scénic actual. Su funcionamiento muy silencioso y suave.

Tiene dos fases de funcionamiento bien diferenciadas, por debajo de unas 3.500 rpm es un motor que no da mucha fuerza, por encima de este régimen (y hasta el corte de inyección) sube de vueltas con mucha rapidez y suavidad. Sólo a partir de esas 3.500 rpm, el Mégane Berlina 1.4 16 V corre lo que cabe esperar de él. Cuando probé el Clio 1.4 16 V parecía un motor con más fuerza a bajo régimen.

Como tiene unos desarrollos de transmisión bien elegidos, es fácil rodar en un régimen donde el motor da suficiente aceleración (en quinta a 3.500 rpm se circula a 111 km/h). Los datos de recuperaciones son normales en términos absolutos y mejores que otros coches con unos desarrollos de transmisión más largos (como el Focus 1.6 y el Almera 1.5 ) y también más pesados (el Fiat Stilo 1.6).

Su capacidad de aceleración máxima no es muy grande. Acelera casi lo mismo que un Almera 1.5 de 98 CV y es un poco más lento que alguno de sus rivales con motor de 1,6 litros como el León 1.6 (105 CV), el Focus 1.6 (100 CV), el Stilo 1.6 (103 CV).

Da la potencia máxima a 6.000 rpm, pero es capaz de subir hasta el corte de inyección (unas 6.700 rpm) con cierta facilidad.

El cambio de marchas tiene un tacto excelente y los recorridos entre velocidades son cortos.

En condiciones de utilización mixtas (carretera, ciudad y autopista) y a velocidad normal, ha gastado en torno a 9,0 litros. Unos 10,5 gasta en ciudad, incluidas carreteras de circunvalación. El consumo máximo obtenido fue 13,6 litros cada 100 km/h, aunque no es fácil conseguir que gaste tanto.