MINI Cabrio (2009) | Impresiones de conducción

15/01/2010 |Enrique Calle

He tenido oportunidad de conducir el MINI Cooper S Cabrio que es la alternativa más potente de la gama, a excepción del John Cooper Works.

El MINI Cooper S Cabrio no me parece tanto un vehículo de paseo, como apropiado para practicar un estilo de conducción rápida. Desde este punto de vista, y poniendo un límite de presupuesto de 30.000 €, sólo me parece equiparable el Mazda MX-5 (un coche con tacto deportivo muy marcado) aunque ninguna versión de este modelo tiene un motor con un funcionamiento tan brillante como el del MINI Cooper S, de 174 CV.

El motor más potente del MINI Cabrio es de los buenos, por su respuesta al acelerador y fuerza. Además, su consumo puede ser moderado en una conducción cotidiana. En una utilización por carreteras de montaña y de curvas, conduciendo con suavidad, gastó 7,9 l/100 km según el ordenador de viaje. Consumir menos es factible, por ejemplo, si se va a velocidades legales por autopistas o autovías.

Sólo lo he conducido por carreteras con muy baja adherencia, pero es de esos coches en los que no hace falta ir más deprisa para apreciar que tienen un tacto de conducción muy bueno.

Como el MINI Cooper S, el descapotable también tiene una suspensión dura, una dirección que deja sentir bien el contacto con la carretera y reacciones rápidas. No es silencioso porque su motor se escucha en todo momento (en las fases de aceleración tiene un sonido grave y en retención deja notar una especie de petardeo procedente del  el tubo de escape).

Como ocurre en mayor o menor medida en otros descapotables, cuando el MINI Cabrio rueda por carreteras bacheadas tiene unas vibraciones en la estructura que no suelen tener los coches de carrocería cerrada —se debe a que los descapotables no tienen un rigidez estructural alta (simplificando mucho: una caja de zapatos es más fácil de retorcer sin tapa que con ella)—. No obstante, sobre asfalto en mal estado sus reacciones no se deterioran mucho, ni sus vibraciones estructurales son mucho mayores que sobre asfalto liso, algo que es relativamente frecuente en otros descapotables.

No puedo decir mucho de su adherencia con neumáticos de verano, los que utilizan prácticamente la totalidad de los vehículos que circulan por España. Lo he conducido sobre mucha nieve y hielo y con neumáticos de invierno (Bridgestone Blizzak LM 25 205/40 R17«Run Flat», preparados para rodar sin presión). Me ha parecido sorprendente su rendimiento.

Con ellos, el MINI puede pasar por carreteras nevadas y heladas de fuerte pendiente sin apenas esfuerzo. No dan un adherencia sobresaliente (ni parecida, por ejemplo, a la que se obtiene con un neumático normal sobre una carretera mojada), pero sí la necesaria para conducir con suavidad a ritmo tranquilo, porque el coche obedece suficientemente bien al volante o a los frenos.

Los inconvenientes de estos neumáticos, que no están preparados para rodar tan deprisa como los de verano y que pueden tener más ruido de rodadura, son nimios en relación a las ventajas que aportan.

Tiene control de estabilidad («DSC») con control dinámico de tracción («DTC»). La desconexión de esta última función permite cierto patinamiento de las ruedas traseras sin que el control de estabilidad actúe (lo que puede ser útil para arrancar sobre superficies nevadas).

El «DSC» es totalmente desconectable pero, en este caso, un sistema denominado «EDLC» interviene sobre el freno haciendo la función de un diferencial autoblocante durante las aceleraciones. El Cooper S con cambio manual es el único MINI Cabrio que puede tener un diferencial de deslizamiento limitado.