Mercedes-Benz EQC (2019) | Impresiones del interior

23/05/2019 |Alfonso Herrero (@alf_reguart)

Aunque el EQC está construido sobre la misma plataforma que el GLC, el aspecto del habitáculo es distinto. Los únicos elementos que se mantienen casi idénticos entre ambos son el volante (imagen) y la consola que separa los dos asientos delanteros. También el espacio interior es similar.

El habitáculo es algo más pequeño que el Audi e-tron y el Jaguar I-PACE, principalmente porque en las plazas traseras hay menos espacio para las piernas (tabla de mediciones). La diferencia no es nimia, porque son 8 y 6 cm menos, respectivamente. De todos modos, hay sitio suficiente para que un pasajero de 1,90 m de estatura quepa, muy justito eso sí, detrás de un conductor de talla similar. 

A pesar de que no hay árbol de transmisión que vaya desde las ruedas delanteras a las posteriores ni tubo de escape y que las baterías son planas, al emplear la plataforma del GLC Mercedes-Benz no ha podido eliminar el túnel que recorre longitudinalmente el habitáculo y que ocupa el espacio destinado a los pies del pasajero trasero central. Es un estorbo tanto para colocarlos como para pasar de un lado al otro.

Los asientos no están muy lejos del piso ni del suelo, así que colocarse en ellos no requiere de ningún esfuerzo especial. Pero si están instaladas las estriberas (imagen; una opción de 666 €), el acceso se complica: estorban mucho cada vez que hay que entrar o salir del coche y, además, ensucian los pantalones, la falda o las piernas, según el caso. Nos parece un elemento del que es mejor prescindir.

El salpicadero está ocupado en gran parte por dos pantallas que se presentan como una sola (están unidas, sin juntas, y tienen un único marco, pero hay unos cinco centímetros de separación entre ellas). La que muestra la instrumentación se maneja desde los mandos que hay en el radio izquierdo del volante; la del sistema multimedia se puede usar con los mandos del radio derecho, con la superficie táctil que hay en la consola (imagen) o directamente pulsando sobre ella. La gestión mediante el «ratón» situado entre los dos asientos delanteros no nos parece especialmente lograda. No tanto por la complejidad y organización de los menús de la gestión eléctrica, que es mejorable, sino porque el funcionamiento es poco preciso y obliga a prestarle atención (en vez de decircársela en exclusiva a la conducción). 

Los distintos menús que se muestran en las pantallas (ejemplos) aparecen con fluidez y los gráficos están cuidados. Ambas pantallas se ven muy bien, aunque les dé la luz del sol, pero una parte de la de la derecha queda oculta por el aro del volante, independientemente de en qué posición vaya ajustado.

El estante que forman las salidas centrales de aireación (imagen) sirve para apoyar la mano cuando se maneja la pantalla con los dedos. Así es más fácil atinar. En el EQC no hay sorpresas como en el Audi e-Tron con cámaras que sustituyen a los espejos retrovisores y cuyas pantallas llaman inmediatamente la atención de quien accede por primera vez al coche (imagen).

Una cuarta forma de manejar la pantalla del salpicadero y otras funciones es hablando con el EQC. El sistema operativo MBUX incluye un reconocimiento de voz capaz de entender frases dichas de forma natural. Basta con decir frases empezando con un «Mercedes…» para que reconozca la instrucción. Por ejemplo, se le puede decir «Mercedes, tengo frío» para que suba la temperatura del climatizador, «Mercedes, me duele la espalda» para que active el masaje del asiento o «Mercedes, desconecta el Head Up display» para que lo apague (ejemplo).

La calidad del interior es buena, mejor que en un Clase C. La versión de lanzamiento llamada 1886 Edition (que es la que hemos probado) tiene la parte superior del salpicadero y de las puertas cubiertas de piel. El plástico mullido está en la zona inferior del salpicadero, en las puertas (sólo las delanteras) y en parte de los laterales de la consola. El resto de piezas son de plástico pintado, algunas del llamado negro piano (que se ensucia y raya con facilidad) y otras que simulan ser metal. 

Los asientos delanteros son cómodos. Los que tenía el EQC que hemos probado tenían calefacción, daban masajes y era posible ajustar la superficie de la banqueta y la sujeción lateral (imagen de los mandos, que están en la puerta; los masajes y la sujeción lateral se ajustan desde un menú de la pantalla). Es posible que a las personas poco corpulentas les recojan poco y en carretera de curvas tengan que ir recolocando el cuerpo.

El maletero tiene 500 litros. Son 50 menos que el GLC, casi los mismos que el I-PACE (505 l) y 160 menos que en el Audi e-tron. La ventaja del e-tron se debe en parte a que tiene un segundo maletero bajo el capó de 60 litros (imagen; ficha comparativa de los cuatro modelos). En el EQC bajo el capó delantero solo se encuentran componentes mecánicos.

El portón tiene sistema de apertura sin llave y por gesto (un puntapié por debajo del parachoques). Cuando está abierto una luz en su cara interior alumbra la zona complementando a las otras dos que hay en los laterales del maletero (imagen).

Todo el maletero está enmoquetado con una moqueta de buen aspecto. Bajo el piso hay un doble fondo que puede bloquearse con llave. Es un fondo poco profundo pero en el que caben los cables de recarga, el cargador portátil y alguna cosa más (imagen).