Jaguar X-Type (2008) | Impresiones de conducción

06/10/2008 |Alfonso Herrero

Hay pocos coches del tamaño del X-type que tengan su agilidad y, a la vez, sean así de cómodos. Normalmente, los ágiles lo son a costa de una suspensión firme que perjudica algo el confort (el Mazda6 o un BMW Serie 3); por contra, los que son muy cómodos son menos ágiles (un Toyota Avensis o un Renault Laguna).

La suspensión del Jaguar X-type deja que la carrocería tenga movimientos verticales amplios, tanto de balanceo como de cabeceo, pero a pesar de ello, sigue las instrucciones del conductor con facilidad. Sin llegar a tener la precisión y reacciones de un BMW Serie 3, el X-type hace los cambios de apoyo con rapidez y es sensible a las acciones sobre el acelerador y el freno.

Como la suspensión tiene una capacidad de absorción muy grande, se puede conducir por carreteras muy deterioradas sin que las reacciones del coche se resientan y sin que los ocupantes sean agitados con violencia.

Hemos conducido el modelo 2008 con el motor Diesel de 2.2 litros y el cambio automático. Con esta combinación la potencia máxima es 146 CV, en vez de 155 CV que tiene con el cambio manual.

El motor vibra mucho a ralentí, sobre todo si el cambio está en la posición P, pero en movimiento las vibraciones y el ruido del motor pasan casi desapercibidos.

En marcha, lo que más se oye es el ruido de rodadura, que me parece elevado para un coche de este tipo. Además, a partir de 160 km/h los retrovisores producen un silbido muy molesto; una de las cosas que han cambiado Jaguar en el X-Type respecto al modelo de 2001 son, precisamente, los retrovisores (que ahora son más grandes y tienen incorporada la intermitencia).

Este cambio automático es novedad en la gama 2008. Tiene seis relaciones y tres modos de funcionamiento, dos automáticos (Normal y Sport) y uno manual.

En los modos automáticos, tanto en la posición Normal como en la Sport, el motor sube hasta 4.000 rpm si se acelera a fondo. Si se seleccionan las marchas manualmente, desplazando la palanca arriba o abajo, se puede apurar el régimen del motor hasta unas 4.700 rpm, que es cuando el cambio pasa por sí solo a una marcha superior. Hemos medido las prestaciones de dos maneras (automático y manual) y la aceleración ha sido mejor en el modo automático. Es decir, esas 700 rpm de más no sirven para que el coche acelere más rápido. Sí que es útil al conducir rápido en una carretera de curvas, donde es preferible en ocasiones que no pase a una marcha más larga (por ejemplo al llegar a una curva).

El cambio no destaca por la velocidad con la que selecciona las marchas, tampoco es lento, pero sí por la suavidad con que lo hace siempre ( hay otros coches en los que el cambio a veces es suave y otras no).

Para saber la marcha seleccionada al usar el cambio manualmente aparce el dígito correspondiente en la pantalla del ordenador. Durante la prueba nos ocurrió que al mirar el consumo medio, que en ese momento era superior a 10 l/100 km, el dígito de la marcha seleccionada quedaba unido al del consumo, mostrando una cifra de tres enteros (si el ordenador marca 11,5 L/100 km y vamos en 6ª, en la pantalla aparece "611,5 L/100 km"), Es un fallo que no es grave pero que muestra cierta falta de atención en algunos detalles.

El consumo está dentro de lo normal. Por carretera de dos o más carriles por sentido, a 128 km/h, gastó 7,2 l/100 km. En ciudad, es menor a 10 l/100 km.

Aquí hay más información de la versión 2.2 D Wagon con cambio manual; aquí del 2.0 D de 131 CV; y en este otro artículo, de la versión con motor de gasolina 2.5 V6 (estos artículos son anteriores a los cambios de la gama 2008).