BMW Serie 6 (2007) | Impresiones de conducción

24/12/2007 |Juan Manuel Pichardo

En una carretera rápida, el BMW Serie 6 hace bien lo que tiene que hacer un coche: responder al volante con rapidez y precisión, y pasar sobre irregularidades del suelo sin perder la trayectoria ni moverse mucho.

Como en otros coches potentes, suaves y con un buen cambio de marchas, en el 650i la sensación de aceleración es muy intensa y uniforme. En una conducción normal el cambio de marcha es casi imperceptible. Si el conductor acelera a fondo y lleva el motor hasta su límite de régimen, entonces el cambio de marchas se nota, pero casi más en el ruido que en el empuje.

En carreteras rápidas, donde el ritmo suele ser constante, lo que se percibe en el 650i es una gran capacidad para acelerar, que se mantiene incluso a velocidades próximas a la máxima (limitada a 250 km/h). En carreteras lentas o en cualquier otra circunstancia en la que se acelera a fondo desde una velocidad relativamente baja, la sensación de potencia es igualmente grande, pero no tanta.


En este tipo de coches, grandes, pesados y potentes, la diferencia con coches menos potentes y más ligeros se nota principalmente a partir de una velocidad muy alta.

Pese a ello, la aceleración de 80 a 120 km/h del 650i (367 CV y 1.725 kg) es casi la misma que la de un Porsche Cayman (295 CV y 1.415 kg) o un BMW 335i Coupe (306 CV y 1.600 kg). El 335i es muy rápido para su potencia, como ocurre normalmente con los coches de motor turboalimentado.

El 650i es muy indicado para quien quiera este nivel de prestaciones sin derrochar carburante cuando no se utilizan. Debe haber pocos coches en el mercado con los que, cómo en el 650i, resulte relativamente fácil gastar menos de 10 y más de 20 l/100 km. Para gastar menos de 10 l/100 km hay que ir por una carretera amplia a 120 km/h constantes; para gastar más de 20, acelerar mucho y con frecuencia en un carretera lenta. En circulación normal por ciudad y alrededores se puede gastar menos de 15 l/100 km.

El cambio automático me parece muy recomendable en todo caso. Admite tres tipos de uso: un progr

ama normal, uno «Sport» (que tiende a llevar el motor en un régimen más alto) y un manejo manual mediante la palanca o mandos en el volante. Incluso en una conducción ágil por un carretera de curvas, el modo normal me parece satisfactorio. Si el conductor varía la velocidad del coche y la posición del acelerador con frecuencia, el cambio lo tiene en cuenta y --por ejemplo-- no selecciona una marcha larga cuando el conductor levanta el pie del acelerador.


Efectivamente, hay una diferencia entre el funcionamiento normal el Sport, pero no creo que este segundo modo de funcionamiento tenga sentido en una conducción normalmente rápida. Si verdaderamente la intención del conductor es sacar el máximo partido del coche en una carretera de curvas, entonces es más aconsejable usar el cambio manualmente.


Ahora bien, en ese tipo de uso es donde más se nota que el 650 es un cupé de lujo rápido y pensado para autopista. En una carretera lenta, se desenvuelve bien para su tamaño y peso, aunque no es parecido a un Porsche 911, por ejemplo. Por estabilidad y por reacciones, está más cerc

a de una buena berlina que de un buen cupé deportivo (de los que no hay muchos).

No le falta agilidad al 650i, pero el control de estabilidad interfiere mucho en la conducción y hay que tener cuidado con los frenos porque se acaban calentando (especialmente en el 650i, no en el 630i). Esto, que no se

 nota en una carretera rápida por muy alto que sea el ritmo, se hace evidente en una carretera donde se acelere y frene muchas veces y muy seguidas.

El Serie 6 es más estable en carreteras lentas que los Serie 5 porque entra mejor en las curvas, y por que deja acelerar más a la salida sin que se produzca sobreviraje (o sin que el control de estabilidad limite la fuerza del motor).

Tiene lo que BMW denomina «control dinámico de la conducción». Este sistema se acciona mediante una tecla (con el distintivo «Sport») en la consola central, y cambia el tacto de la dirección y del pedal del acelerador. En las versiones con cambio automático, también hace más rápida la transición entre marchas y cambia a un régimen más alto del normal.


Con las estabilizadoras activas («Dynamic Drive») opcionales, se mejora la estabilidad sin perjudicar el confort. Aunque la suspensión se nota algo dura, no es seca. A diferencia de los coches que sí tienen una suspensión seca, los baches que provocan un movimiento rápido de las ruedas no se notan mucho. Absorbe bien las irregularidades de la carretera y no se balancea apenas.

Tiene una dirección asistida de desmultiplicación variable («Servotronic»), que no creemos que tenga un gran efecto en la seguridad activa pero sí en el confort, hace al coche más cómodo de conducir en ciudad. La dirección es completamente normal (desmultiplicación fija) por encima de 90 km/h. A partir de esa velocidad (o la que tenga el Serie 6, si es distinta de la del Serie 5), la dirección es poco directa, pero tiene muy buen tacto. El Serie 6 no es de esos coches en los que hay que apuntar cuidadosamente y con mucha anticipación para que haga la trayectoria elegida.

No tiene un autoblocante mecánico. En su lugar, hay un sistema funcionalmente igual que utiliza los frenos de las ruedas traseras. Este sistema se llama «DTC» y se tiene que conectar mediante un botón para que entre en funcionamiento (el mismo botón con que se desconecta el control de estabilidad). Es algo pensado más para arrancar en superficies deslizantes que para otra cosa, y funciona sólo hasta unos 70 km/h.

Según BMW: «la ganancia puntual del poder de tracción acarrea un reducción de la calidad de marcha. Con el «DTC» activado, el control de estabilidad («DSC») sólo está disponible con restricciones y, hasta aproximadamente 70 km/h, se reducen las intervenciones de estabilización».