El nuevo Hyundai Santa Fe es un todo terreno de cinco puertas que puede tener tres filas de asientos (imagen), dos motores diferentes y cambio manual o automático. Está a la venta desde 32.000 €, un precio muy próximo al de un SsangYong Rexton.
Aumenta considerablemente en todas las dimensiones con relación al anterior Santa Fe. Mide 4.675 mm de longitud y 1.890 de anchura, unas dimensiones semejantes a las de un BMW X5 (4.667 y 1872 mm). La altura crece 5 cm con relación al anterior Santa Fe, queda en 1,780 mm. La batalla es relativamente corta, comparada con la de otros todo terreno de su longitud (sobre todo, los de motor longitudinal).
La gama de motores está compuesta por un Diesel y un gasolina. El Diesel es un cuatro cilindros de 2,2 l de cilindrada, que da 150 CV de potencia máxima a 4.000 rpm (más información sobre el motor). Con este motor, el Santa Fe no es un coche rápido y con él hay que anticipar las maniobras de adelantamiento, ya que tarda en ganar velocidad. A cambio, ofrece un funcionamiento relativamente suave y, a velocidad constante, su sonido no se oye mucho en el interior. Tampoco es un motor que vibre de forma intensa aunque a ralentí sí que se perciben este tipo de oscilaciones en el volante y la palanca del cambio.
En un recorrido de unos 120 km por carretera de doble sentido, con poco tráfico y a un ritmo ágil, aunque lejos de apurar las posibilidades del motor, el consumo medio que indicaba el ordenador era 10,9 l/100 km.
Este motor está unido de serie a una caja de cambios de cinco velocidades, que puede ser manual o automática. La manual tiene una palanca con recorridos normales y un accionamiento suficientemente rápido para las características del coche. La automática me parece más recomendable porque aporta un mayor confort de conducción y no disminuye en exceso las prestaciones. Se puede manejar manualmente si se desplaza la palanca hacia la derecha, con movimientos hacia adelante o hacia atrás.
El gasolina es el mismo V6 de 2,7 l que tiene el anterior Santa Fe, pero con cambios en la distribución (que ahora tiene un variador de fase). La potencia máxima aumenta desde 173 a 189 CV, siempre a 6.000 rpm. Tiene de serie una caja de cambios manual de cinco velocidades y, opcionalmente, una automática de cuatro. Para algunos mercados, como el norteamericano, hay un segundo motor de gasolina V6 con 3,3 l de cilindrada.
Es un coche cómodo de suspensión y con un balanceo de carrocería no muy acusado. En carreteras con el firme en mal estado absorbe notablemente las irregularidades aunque, en esas circunstancias, el ruido de rodadura es elevado, al menos con las ruedas que llevaba el coche que conduje (Hankook Dinapro HP 235/60 R18).
Los recorridos de la suspensión son pequeños, lo que limita en gran medida las aptitudes para circular por terrenos abrutos, ya que es sencillo dejar alguna rueda en el aire. En condiciones de buena adherencia el Santa Fe es un tracción delantera. Si el firme está deslizante un dispositivo electrónico embraga las ruedas traseras; cuando la adherencia es muy baja y la velocidad no es superior a 40 km/h, se puede hacer que las ruedas delanteras y treaseras sean solidarias, mediante un pulsador en el salpicadero.
La suspensión es independiente en los dos ejes. Delante mantiene la de tipo McPherson, detrás lleva un paralelogramo deformable distinto al del anterior Santa Fe.
Entre el equipamiento de seguridad hay elementos como el control de estabilidad, los airbags de cabeza de tipo cortina (que protegen también a los pasajeros de la tercera fila) o los reposacabezas activos, entre otros. Tiene también elementos de confort como limpiaparabrisas automáticos, climatizador de dos zonas y un sistema de calentamiento para los retrovisores exteriores y el parabrisas.
Al igual que el Volvo XC90 o el SsangYong Rexton, el Santa Fe puede tener una tercera fila de asientos. Cuando no se utiliza se puede plegar, de manera que queda escondida bajo el suelo del maletero.
Los modelos destinados al mercado europeo se fabricarán ya en la planta de Hyundai en Ulsan, Corea del Sur. Como va siendo normal en los coches actuales, el periodo de desarrollo es muy reducido, 26 meses en este caso.