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El infierno de mis sueños

Articulo escrito por Lorenzo Serrano, trabajador de km77.com

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Como le ocurre a un musulmán, que debe acudir una vez en la vida a la Meca. Un aficionado (loco) al automovilismo debe visitar y rodar en Nordschleife.

El circuito está situado en la localidad de Nürburg, muy cerca del actual circuito de Nürburgring donde se disputa el DTM (nuestro amigo Ramiro nos mantiene informados) o las Superbikes.

Nordschleife, bueno, “El Infierno Verde” (apodado por el piloto de F1 Jackie Stewart) es distinto, distinto por su asfalto (nada abrasivo en comparación con el Jarama), por su falta de escapatorias, porque los pianos son auténticos bordillos y sobre todo, por la historia.

Pilotos como Juan Manuel Fangio, Tazio Nuvolari y Bernd Rosemeyer han conseguido memorizar el circuito y proclamarse en él campeones. Otros como Niki Lauda, se opusieron a que este circuito continuara siendo una cita mundial.

Actualmente, en “El Infierno” se disputan las “24 horas de Nürburgring”, se prueban la mayor parte de modelos que van a salir al mercado (escenario de multitud de fotos espía) y sobre todo, está abierto para todos los públicos, para todos aquellos que soñamos alguna vez, con ser alguno de los pilotos que han alcanzado la fama.

En los alrededores, todo huele a gasolina, hay empresas de alquiler de coches (caros pero buenos), hoteles, hotelitos y un Casino con el parking completo de “cochecitos”.
Al pasar por la única gasolinera cercana (y museo del circuito -parada obligatoria-) dejo salir a un Ferrari F480, que me sirve para dar con la entrada al circuito, en ese momento pienso que no hay mejor guía.

Aparco mi modesto BMW 116i junto a su hermano mayor, un inglés 130i Coupé y en ese momento, no hay nervios, hay ilusión porque todo el parking está lleno de gente como yo, pero con los coches que yo sueño.

Nunca había visto juntos en la “calle” un Mercedes-Benz SLS (571CV), un Ferrari Italia (570CV), un Lamborghini Gallardo LP 570-4 Superleggera (570CV), un Wiesmann MF4 (3.3l y 343CV) o una colección de la historia del Posche 911.

Después de recomponerme un poco, un estruendo me hace girar la cabeza, aparece en escena un Lexus LFA acompañado del coche de seguridad del circuito, un Nissan GT-R. Todo el mundo expectante, pero el LFA no para, entra directamente al circuito, a puerta cerrada, después de 2 vueltas, es nuestro turno.

Llegó la hora, es el momento que había esperado muchos años, 22 kilómetros y más de 170 curvas. Compro el “Cardpass” – 4 vueltas por 77€-, leo las normas de circulación del circuito (si vienen rápido, ponte a la derecha), ¡Claro! Estamos en Alemania.

Entro en mi BMW y lo arranco, momentos de tensión (ahora puedo hacerme ligeramente a la idea de lo que un piloto puede sentir), todo está listo. Una buena mezcla para pasarlo bien, coche y ruedas nuevas (1.500km) y piloto inexperto.

Después de poner el Cardpass y que se levante la barrera entras al final de la recta, pisas a fondo y primera curva a la izquierda, es inevitable gritar!!!.

Poco a poco te vas familiarizando con el entorno, curvas ciegas, grandes frenadas… estás esperando un momento clave, una de las curvas a izquierdas más famosas del planeta, el “Karussell”. He leído y releído que puedes pasar a gran velocidad, pero no es tan fácil, parece que te va a escupir, que vas a salir volando. Es una mezcla de gozo y preocupación, el coche tiembla, las ruedas chirrían y tú, vuelves a gritar.

Pasan los kilómetros, las curvas, pero la emoción no cesa y las alarmas se disparan. Me he confiado y con la ayuda de la lluvia he visto el muro muy muy de cerca. Por eso es el Infierno, porque no hay tiempo para las confianzas.

Casi al final del circuito, está la curva “Eschbach” (os adjunto una imagen de esta curva), es un momento divertido pero con tensión. Divertido porque son dos buenas curvas a derechas, pero con tensión porque esa curva está llena de aficionados con sus cámaras (me acordé de José Robledo, el fotógrafo que toma mis instantáneas para km77.com), esperando a captar tu error o al 911 que te quiere pasar.

El último tramo del circuito es muy rápido, curvas abiertas, un par de grandes desniveles y la recta de meta, donde alcanzas la velocidad máxima. Más o menos a la mitad de esta grandísima recta sales del circuito y eliges volver a entrar o parar en el parking.

He dado dos vueltas seguidas bajando en un minuto a la primera (aproximadamente 12 minutos de recorrido), me tengo que parar, el BMW huele a quemado. Las ruedas son de invierno y se pasean por las curvas haciendo que el ESP no me deje en paz, pienso en desconectarlo, pero mi sentido común me lo impide (como me de un golpe, tendré que ir al Sr. Moltó a pedirle un aumento).

La tercera vuelta la dí bajo una buena lluvia, no en todo el circuito pero sí en la mayor parte de él, lo suficiente para ver un Porsche 911 estrellado o un Vectra trompeando delante de mis narices, me lo tomo con calma y vuelvo al “Box”.

La cuarta y última vuelta, tiene un sabor especial, es imposible memorizar el trazado, pero todo te suena y fuerzas más. La última curva la pasas a tope, saboreando lo que ha sido un día inolvidable.

Todo termina, momento de balance, me han adelantado como 6 coches (Caterham, M3, Octavia RS, 911…), he podido adelantar (Fiesta, M5, Serie 3…) y he tenido un mini momento de pique limpio con un Mercedes-Benz Clase-C 220 CDI. Casi me estrello un par de veces y he visto como se estrellaban.

Me marcho, con la promesa delante de la placa del circuito, que volveré, y a ser posible con mi coche que le conozco muy bien, así desaparecerán las preocupaciones de un coche de 30.000€ (por los extras) que no es mío.

Nordschleife, Nürburgring o “Infierno Verde”, da lo mismo como se le llame, cuando estas allí todo es felicidad, todo pasa al recuerdo de tu mente.

Lorenzo Serrano
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