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Manías técnico lingüísticas. Final misceláneo. 20-01-2006
  Blas Solo
Termino esta serie de manías con unas cuantas cosas sueltas y con una declaración final de principios: la lengua española es una herramienta y, como tal, resultará tanto más útil cuanto más cuidada esté.

Funcionalmente, equivale al ordenador con el que estoy escribiendo esto. No le tengo ningún cariño al español, como no se lo tengo al ordenador, que me resulta indiferente. No me siento orgulloso de hablar español. No sé si será una lengua «superior» a otras en algún sentido, ni me importa.

Las razones por las que creo que merece la pena esforzarse en utilizar mejor el idioma no son sentimentales ni patrióticas. Simplemente creo que, cuanto más lo cuidemos, más fácil será que nos entendamos.

Bastidor y chasis
Esas dos palabras podrían haber servido para distinguir dos conceptos. Uno es la estructura del coche, el armazón; el otro es el conjunto de mecanismos que están implicados en la dinámica del coche pero no son el motor ni la transmisión. En un coche normal actual, lo primero es el conjunto de chapas metálicas soldadas entre sí. Lo segundo es eso, más la suspensión, la dirección, los frenos y —a veces— las ruedas.

Un bastidor es originalmente una estructura sobre la que se coloca algo. Chasis viene de una palabra francesa (châssis) que significa marco. Bastidor y chasis se empleaban originalmente para referirse a la estructura de automóviles y carruajes de otro tipo.

Actualmente son sinónimos y se utilizan indistintamente en sentido estricto (la estructura) o en sentido amplio (la estructura, la dirección, los frenos, la suspensión y las ruedas). Puesto a elegir, me quedo con bastidor.

Comportamiento
El comportamiento es una característica de los seres vivos e implica voluntad; un coche no puede tener comportamiento. Metafóricamente se puede aplicar a un coche para referirse a sus reacciones

No me parece afortunada y, como toda metáfora, creo que está fuera de lugar en un texto periodístico. Cuando un periodista usa una metáfora, es porque no encuentra la palabra adecuada, porque no tiene clara la idea que intenta expresar o porque pretende hacer literatura en vez de (o dentro del) periodismo.

Eficacia
La eficacia es la capacidad para conseguir un efecto o un propósito. Es decir, un coche puede ser eficaz para sacudir los riñones de los pasajeros o para que acaben con tortícolis.

Si ese efecto o propósito no se dice o no está implícito, entonces no tiene sentido emplear la palabra eficaz. Sin embargo, entre los «entendidos» se ha extendido la idea de que un coche es «eficaz» si es capaz de ir muy deprisa por una carretera con curvas.

Equipamiento completo
Una cosa está completa si no le falta nada. Si entendemos por equipamiento el que es posible, considerando todos los elementos que existen en la industria, no hay ningún coche que lo tenga completo. Y, si entendemos por equipamiento el posible en el coche en cuestión, estaría completo si no tuviera opciones; eso podría ocurrir aunque el equipamiento de serie fuera muy escaso.

Es decir, lo mejor es no emplear ese término porque no se corresponde con lo que generalmente se quiere decir, que es que un coche tiene (o no) un equipamiento abundante. Si completo es un error, más todavía lo es «muy completo» porque para la completitud no hay grados. Es decir, o algo está completo o no lo está, de la misma manera que algo es vertical o no lo es (no se puede ser «muy vertical»).

Incorporar
A menudo, incorporar se usa erróneamente como sinónimo de «tener», cuando realmente es un sinónimo de «poner». Según el Diccionario, es:

  1. tr. Agregar, unir algo a otra cosa para que haga un todo con ella.

Es decir, un coche no puede «incorporar aire acondicionado»; es el fabricante quien lo ha incorporado en el coche.

Es el mismo error que se comente a veces con la palabra «montar» («el coche monta un motor»). Es un error porque los coches no montan los motores, de la misma manera que los caballos no montan a los jinetes (normalmente). Si se quiere emplear ese verbo en esa idea, habría que decir «el coche lleva montado un motor».

Motorización
Motorizar es dotar de medios de transporte con motor. Se puede motorizar un ejército igual que se motoriza una persona cuando se compra un coche. La acción o el efecto de motorizar es la motorización; se podría decir —por ejemplo— que la motorización en España se hizo con el SEAT 600. Algún literato o aspirante a tal podrá decir que el SEAT 600 fue la motorización de España; eso es una metonimia que sobra en un texto periodístico, como sobran todos los tropos y las figuras.

Lo que no puede ser una motorización, ni en un texto literario, ni en uno periodístico, ni en la cara interior de la puerta de unos urinarios públicos, es un sinónimo de motor. Traído por los pelos, un coche podría llegar a ser una motorización, porque es el efecto de dotar de medios de transporte. Pero motorizar no significa dotar de motor, sino de medios de transporte. Cuando un fabricante coloca un motor dentro de un coche no lo está motorizando, de la misma manera que —cuando coloca la suspensión— no lo está suspendiendo.

Motriz
Es el femenino de motor, como generatriz lo es de generador o actriz lo es de actor. Aunque el Diccionario también reconoce la forma «motora» como femenino de «motor», sigue siendo un fallo de concordancia de género usar un nombre masculino con el adjetivo «motriz».

No es raro oír y leer acerca de sistemas, dispositivos o ejes motrices, que deberían ser motores. De cuando en cuando aparece la expresión «industria automotriz», que equivaldría a «industria automóvil». Y eso no existe, pese a que a muchos les gustaría que las industrias se pudieran mover por ensalmo.

Tarado
Un tarado es alguien que padece alguna tara, un cierto tipo de defecto (vamos a ahorrarnos todos los chistes, fáciles o difíciles). Además de un defecto, la tara es —por ejemplo— lo que en un camión se resta del peso total para saber el peso de la carga. Tarar es señalar la tara.

Así que, lo que no puede ser nunca un «tarado», es la flexibilidad de un muelle o el ajuste de un amortiguador.

Tren
Dice el Diccionario de María Moliner (que siempre ha sido más útil que el de la RAE y, desde que el de la RAE se ha suicidado, más todavía) que tren «se aplica como nombre a algunos conjuntos de máquinas o utensilios acoplados o dispuestos en serie, para realizar una función». Y añade doña María que «puede aplicarse acomodaticiamente a otras sucesiones semejantes que se desarrollan en el espacio». Además de las cosas esas que circulan por ferrocarriles a las que llamamos trenes, puede haber trenes de lavado y —en cierta forma acomodaticia— es un tren la cadena de montaje en una fábrica de coches.

Lo que no es un tren son las ruedas de un coche que están en un mismo eje, porque no están en una serie ni forman parte de una sucesión. Es un error referirse al eje delantero como «tren delantero». Lo que quizá sí sería correcto, aunque rebuscado, es «tren izquierdo» o «tren derecho»; es decir, las ruedas de un mismo lado.

VAG
La razón social de la empresa que posee la marca «Volkswagen» y otras es «Volkswagen AG». «AG» es el acrónimo alemán de «Actien-Gesellschaft», que equivale a «Sociedad Anónima». Cuando Volkswagen habla de sí misma en alemán dice Volkswagen Konzern, para diferenciar al grupo de la marca. Konzern equivale a «compañía» (en el sentido mercantil) o a «consorcio», que es el término que usan normalmente quienes trabajan en cualquier empresa que pertenezca a Volkswagen AG y hablan en español. En Alemania, VAG es una compañía de transportes, que no tiene nada que ver con Volkswagen.

Aunque se escriba «Grupo VAG», así con mayúscula; aunque se identifique el acrónimo con pintorescos significados imaginarios (uno muy gracioso es «Volkswagen-Audi Group»); aunque se documenten miríadas de referencias al grupo Volkswagen con el acrónimo VAG, no tiene fundamento.

Insiste Juan Manuel Pichardo (quizá demasiado, así que no celebren el juego de palabras) en que «escribir bien es muy difícil, pero no escribir mal es muy fácil». Normalmente escribimos mal cuando nos complicamos. Son causas de error liarnos en la construcción de la frase, no poner las cosas en su orden debido o usar palabras cuyo significado no conocemos bien (escribir de oídas no conduce a nada bueno).

Otras veces escribimos mal porque no tenemos claro qué queremos decir. En esos casos conviene seguir el consejo de Groucho Marx: «es mejor permanecer callado y parecer tonto, que hablar y despejar todas las dudas».

Y luego está esa caterva de pedantes y pomposos que se inventan lo de «motorización» como sinónimo de motor porque suena más fino y marquetiniano. Esa gente que visualiza, que se posiciona, que prioriza, que opera en el mercado de las creatividades para esponsorizar el esctocaje, hay que joderse.

Sí, he dicho joderse. Por eso voy a dejar esto de las manías, para no poner más palabrotas.

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