Škoda Octavia (2013) | Impresiones de conducción

14/06/2016 |Enrique Calle (@QuiqueCalle) y Javier Moltó (@javiermolto)

El motor 1.0 TSI 115 CV (que en realidad da 116 CV) está disponible en la gama Octavia desde junio de 2016. Tiene tres cilindros y una cilindrada de 999 cm³. Sustituye al 1.2 TSI de 110 CV, que es un motor de cuatro cilindros y 1197 cm³. A pesar de tener menos cilindros y cilindrada, da más potencia y más par motor. Además, su consumo medio homologado es más bajo (ficha técnica comparativa). 

Su funcionamiento sobresale por el poco ruido que hace y por las pocas vibraciones que llegan al habitáculo. En este sentido, es uno de los mejores motores de tres cilindros actualmente disponibles. Lo hemos probado asociado al cambio automático DSG de siete velocidades y por carreteras prácticamente llanas. En estas circunstancias, el Octavia es un coche completamente satisfactorio por la citada suavidad (no solo del motor, sino también del cambio automático) y porque se mueve con agilidad más que suficiente para hacer adelantamientos en poco espacio.

La versión que hemos probado con más detenimiento es la Diesel 1.6 TDI 105 CV. Esta versión fue reemplazada por la versión 1.6 TDI 110 CV en julio de 2015. Los cambios son mínimos, así que las apreciaciones que a continuación damos siguen siendo en gran parte válidas (es posible que los resultados de prestaciones y consumo varíen ligeramente).

Hemos probado en profundidad la variante con cambio automático y hemos conducido con más brevedad la manual de cinco marchas. Con el cambio automático no se nota la ligera falta de fuerza que tiene el motor nada más comenzar la marcha, por debajo de unas 1500 rpm. Por lo tanto, quizá es la mejor opción para quien haga muchos kilómetros por ciudad.

No es el único motivo por el que el cambio automático es muy buena alternativa. También lo es porque, como es habitual en los cambios DSG del Grupo Volkswagen, funciona con una suavidad y rapidez sorprendente en casi todas las circunstancias. Este tipo de cambio de marchas ha sido mejorado con el paso del tiempo y creo que el fabricante ha corregido en gran medida —no por completo— una queja que teníamos de él: la falta de suavidad al arrancar desde parado en pendiente o al maniobrar a muy baja velocidad. En conjunto, es un cambio de marchas muy recomendable y que funciona casi siempre de forma exquisita y de forma adecuada a las necesidades. Su mayor inconveniente es que supone un desembolso adicional de 1600 euros.

Uno de los aspectos más sobresalientes de este Škoda Octavia 1.6 TDI 105 CV con cambio automático de siete velocidades es su bajísimo consumo de carburante. En los 1300 kilómetros en los que he registrado lo que gastaba, el dato medio ha sido 5,4 litros cada cien kilómetros, valor que comprende una utilización por todo tipo de carreteras (en su mayor parte autovías) y practicando una conducción a ritmo normal, con puntuales aceleraciones al máximo (por ejemplo cuando medí sus prestaciones).

Nuestro recorrido habitual para medir el consumo (más información) ha servido para confirmar que éste es muy bajo. El gasto medio real (después de contar con el error del ordenador: aproximadamente marca un 3% de menos) fue 5,3 l/100 km y eso que las circunstancias fueron desfavorables. El día que hicimos la medición había obras en algunos puntos y tráfico intenso, lo que ralentizó mucho la marcha. Esa pérdida de tiempo la tratamos de compensar acelerando más de la cuenta en la parte más despejada del recorrido. Aun así, no llegamos a conseguir los 120 km/h de media que buscamos habitualmente, sino 116 km/h.

Ese dato consumo es inferior al que hemos obtenido en el mismo recorrido con un SEAT León y un Volkswagen Golf, ambos con el mismo motor Diesel de 105 CV (y todos ellos retirados del mercado en favor del motor 1.6 TDI 110 CV). El km77.com hay pocos coches del tamaño del Octavia que hayan gastado menos. El que actualmente tiene el consumo más bajo es el Volkswagen Passat 1.6 TDI BlueMotion de 120 CV (4,5 l/100 km). 

Aunque no lo he comprobado, muy probablemente el consumo a velocidad sostenida del Škoda Octavia 1.6 TDI 105 CV es el mismo tanto si lleva cambio manual de marchas como automático. El motivo es que los desarrollos de las marchas más largas (la quinta y séptima velocidad respectivamente para manual y automático) son prácticamente idénticos (ficha comparativa). La ventaja del cambio automático es que ofrece menor salto entre marchas, algo que vale de poco en una autopista o autovía.

Según nuestras mediciones, el Octavia 1.6 TDI 105 CV que ha pasado por km77.com ha acelerado bien para su potencia. En esta tabla aparece bien ubicado y cerca de modelos de mayor potencia. Este Škoda Octavia es más grande que el anterior, pero también más ligero. Según Škoda, algunas versiones pesan hasta 102 kilogramos menos que las equivalentes de la versión anterior y tomando como referencia la versión que nos ocupa —Diesel de 105 CV— la diferencia a favor del nuevo modelo es 60 kg; ficha comparativa). Esta versión Diesel con cambio automático pesa 1320 kg, lo que viene a ser poco más que un SEAT León y poco menos que un Volkswagen Golf ambos con idéntica configuración (ficha comparativa). 

Otro de los puntos fuertes de este Škoda Octavia es su suavidad de marcha. El interior está bien aislado del ruido del motor como del que produce el aire contra la carrocería cuando se conduce a velocidad elevada. El silencio de marcha me parece completamente equiparable a que ofrecen berlinas de mayor precio.

Es posible elegir dos tipos de amortiguación: la de serie y como opción la deportiva («tren de rodaje deportivo») por un precio bajo, 125 euros. La unidad que he probado en profundidad tenía la de serie y me parece satisfactoria por la comodidad de marcha que da. Me parece una amortiguación satisfactoria incluso cuando se viaja cargado, pero me cabe la duda si es preferible a la deportiva porque no la he probado.

La unidad que ha pasado por km77.com tenía ruedas 205/ 55 R16. Quizá con las más anchas hubiéramos obtenido mejores datos de frenada y podrían dar algo de mayor adherencia lateral, pero lo cierto es que eso no se nota nada en una utilización normal.

El Škoda Octavia reacciona con seguridad y de forma parecida a otros coches modernos. No tengo nada que objetar, ni a favor ni en contra, porque las reacciones en conducción rápida o ante imprevistos son correctas para un coche de este tipo. La dirección ayuda a tener la sensación de conducir un coche preciso y agradable porque tiene buen tacto.

Impresiones de conducción durante la presentación internacional del modelo

A continuación reproduzco algunas de las impresiones de conducción que Javier Moltó escribió cuando acudió a la presentación internacional de este modelo. Allí, tuvo oportunidad de conducir varias versiones: 1.2 TSI 105 CV (que en junio de 2016 es sustituido por el 1.0 TSI de 115 CV), 1.6 TDI 105 CV (en julio de 2015 fue sustituido por un 1.6 TDI de 110 CV) y 2.0 TDI 150 CV. Algunas de estas versiones llevaban un cambio de marchas automático y otras uno manual. También pudo probar el sistema que permite elegir entre varios programas de conducción «Driving Mode Selection»:

«El motor Diesel de 105 CV puede resultar satisfactorio para circular en lugares sin muchas pendientes y por autovía. Es posible que la combinación de este motor con la caja automática DSG dé un resultado más satisfactorio. El dato de consumo combinado del Škoda Octavia 1.6 TDI de 105 CV es de 3,8 litros cada 100 kilómetros para la versión manual y de 3,9 para la automática.

Una alternativa a este motor Diesel de 105 CV es el motor de gasolina, de 1,2 litros de cilindrada y también de 105 CV, que únicamente puede ir unido a una caja manual de seis velocidades. El consumo medio combinado con este motor es de 4,9 l/100 km, un consumo claramente más alto que el de la versión con motor Diesel. Sin embargo, se trata de un motor más agradable de conducir, por su menor ruido y también por su respuesta. La caja de cambios de seis relaciones unida a este motor es rápida y precisa.

A mi juicio y con todas las cautelas posibles, porque las condiciones de las carreteras no eran equiparables (el Diesel lo conduje por la mañana con llovizna y el asfalto mojado y el de gasolina con el afalto seco), además de las ventajas de funcionamiento del motor, tuve la impresión de que la versión con motor de gasolina era más ágil en curva que la Diesel. La diferencia de 80 kilogramos a favor del pequeño motor de 1,2 litros, que en su mayor parte deben descansar sobre el eje delantero, benefician la calidad de la respuesta en curva.

La versión con motor Diesel de 150 caballos de potencia la he conducido con cambio automático «DSG». El funcionamiento de ambos es muy satisfactorio. El motor es suave, suena poco y tiene un consumo combinado de 4,1 l/100 km con cambio manual y de 4,5 l/100 km con el cambio «DSG», que para este motor es de seis velocidades y no de siete como en el resto de los Octavia. El funcionamiento del «DSG» sigue siendo tan bueno como siempre cuando se circula a más de 10 km/h y ha mejorado mucho en suavidad y eficacia en las maniobras en pendiente realizadas a velocidades inferiores. He probado arranques lentos en cuesta, en movimientos parecidos a los que se producen al aparcar en pendiente, y su respuesta ha mejorado mucho en comparación con la respuesta de este cambio montado en vehículos de hace dos o tres años.

Esta unidad llevaba el sistema que permite elegir entre modo de conducción «Normal», «Sport», «Eco» e «Individual». A diferencia de mis apreciaciones con el Golf, en el Octavia sí he notado claras diferencias entre unas y otra, en todos los aspectos en los que se modifican los parámetros. Para carretera de curvas y a buen ritmo me parece recomendable la posición «Sport», casi principalmente porque incrementa la firmeza de la dirección. Antes de probar la dirección con mayor dureza no la echaba de menos, pero debido a esa sensación de que siempre hay que girar un poco de más, una dirección un poco más dura resulta más agradable. En la versión «Eco» la principal diferencia se nota en el tacto del acelerador. En la primera parte del recorrido, da la impresión que uno pisa el pedal de una bicicleta, en lugar del acelerador de un coche, porque la respuesta es nula. Una vez superado ese tramo de recorrido del acelerador, poco a poco se va notando la entrega de potencia.

El tacto general al conducir el Škoda Octavia recuerda claramente al del Volkswagen Golf. Los mandos, la dirección, el freno, las cajas de cambios, la respuesta de los motores, el sonido... todo es muy parecido al Golf. La mayor diferencia de tacto se percibe en las curvas, porque la mayor distancia entre ejes del Octavia respecto al Golf se traduce en una mayor dificultad para girar. Con el Octavia uno tiene siempre la sensación de que tiene que girar el volante un poco más de lo que querría, para que el coche se meta en la curva.

A pesar de esa ligera falta de agilidad que he notado en el Octavia, con la suspensión de eje torsional posterior, mi opinión es que la respuesta en carretera es muy buena, porque aunque no sea la berlina más ágil del mercado sí resulta muy progresiva y predecible, sin movimientos parásitos y sin dar sorpresas al conductor. Parece un coche más grande de lo que es, más una berlina de 4,85 metros de longitud que una de 4,65, diferencia que sólo se aprecia en carreteras con curvas y a buen ritmo.

Las tres unidades que he conducido llevaban un eje posterior que Škoda denomina «de viga de torsión» (brazos tirados unidos por un eje de torsión. Esta suspensión la llevan todas las versiones con motor Diesel de hasta 150 CV y las de gasolina de hasta 140. Es posible que con el el eje trasero de las versiones de mayor potencia —que Škoda denomina «multipunto» y que es un paralelogramo deformable— la respuesta del eje delantero en curva mejore. Esta suposición no pasa de hipótesis, por lo que hasta que no podamos probar las diferentes versiones con diferentes suspensiones no podremos dar una opinión basada en pruebas».