SEAT Ibiza (2002) | Impresiones de conducción

11/12/2001 |Víctor M. Fernández

He conducido tres versiones: 1.4 de gasolina de 101 CV y equipamiento Sport, 1.9 TDI de 101 CV con equipamiento Stella y 1.9 TDI de 131 CV con equipamiento Sport.

En todos ellos, la presentación y el ajuste son aparentemente buenos, aunque el corte de algunos plásticos es mejorable en pequeños detalles. Al igual que ocurre en el nuevo Polo 2002, en el nuevo Ibiza se utilizan plásticos diferentes según la versión. Los Sport y Signa tienen la parte superior del salpicadero realizada en plástico mullido, mientras que en los Stella es de plástico duro la misma pieza.

El puesto de conducción es bueno en general gracias al nuevo reglaje en altura y distancia del volante y a la correcta colocación de todos los mandos. La versión Sport tiene, además de la instrumentación normal, un voltímetro y un reloj de temperatura de aceite. El plástico que los cubre puede dar un reflejo que los hace poco visibles de día y el borde de los relojes de la instrumentación tiene unas piezas decorativas pintadas en el mismo color de la carrocería.

Sobre su estabilidad no he podido sacar ninguna conclusión concluyente, por el tipo de carreteras por las que he conducido y porque estaban mojadas. En general, la impresión que da es que la diferencia de estabilidad no es grande con relación al anterior Ibiza, que era un coche que ya iba bien.

En mojado, se nota con claridad que el Stella es más fácil de conducir que el Sport, que tiene neumáticos de perfil más bajo (y rígido) y una suspensión más bien dura, aunque no excesivamente incómoda sobre carreteras con buen piso. La dirección electróhidráulica es rápida (2,9 vueltas) y tiene un buen tacto, al igual que los frenos. Los Sport que he conducido tenían llantas de 16 pulgadas de diámetro con neumático 205/45 WR16 83. Las suspensiones suaves de la versión Stella me han parecido algo más blandas de lo deseable en extensión, lo que produce ciertos rebotes al pasar por zonas onduladas.

El motor de gasolina de 101 CV no tiene un empuje contundente hasta unas 4.500 rpm. A partir de ahí sí da una buena aceleración y, por lo que he visto, toda la potencia que declara SEAT. El desarrollo es más bien corto, aunque la zona roja del cuentavueltas comienza a 6.500 rpm, llega a pasar fácilmente de ese régimen en quinta. A bajas vueltas parece un poco perezoso y obliga a jugar con el cambio para ganar aceleración.

El 1.9 TDI de 101 CV tiene fuerza y parece más agradable que el gasolina en conducción normal por carretera y ciudad. Tira con energía desde poco más de 1.250 rpm en las marchas largas y estira sin desfallecer hasta 4.500 rpm. Es un motor ruidoso y que vibra, aunque la insonorización interior es correcta y las vibraciones no parecen demasiado molestas.

El 1.9 TDI de 131 CV marca las diferencias. Se nota un importante salto respecto al motor de 101 CV. Las prestaciones son sencillamente excelentes y empuja con mucha fuerza ya por debajo de 1.500 rpm (en las marchas largas) hasta alcanzar las 4.500 rpm. En las tres primeras marchas es fácil meterse en la zona roja del cuentavueltas (4.750 rpm) si no estamos atentos. Tiene tanto empuje que le cuesta transmitir la potencia y el par al suelo. En las dos primeras marchas pierde motricidad con cierta facilidad. Sobre mojado y en una superficie no muy adherente, incluso puede perder tracción en tercera marcha. El control de tracción de serie es eficaz y se encarga de disimular en buena medida el problema. El manejo de su cambio de seis marchas es agradable, pero los desarrollos parecen un poco largos, en quinta y, sobre todo, en sexta. Eso sí, en sexta podemos mantener una velocidad elevada rodando a muy bajo régimen (150 km/h a 2.500 rpm).