Nissan Qashqai (2009) | Impresiones de conducción

03/07/2009 |Enrique Calle

Por capacidad de aceleración, el Nissan Qashqai 4x2 con motor 2,0 dCi de 150 CV está mucho más próximo a un Renault Mégane con el mismo motor que a todoterreno como el Jeep Compass 2.0 CRD de 140 CV, el Toyota RAV4 D-4d de 136 CV o el Honda CR-V i-CDTi 140 CV.

Con el consumo ocurre algo parecido: no es muy distinto al de un turismo de tamaño y potencia semejantes. El consumo que cabe esperar en una conducción por ciudad y alrededores está sobre los 7,0 l/100 km. En carretera consumió 7,5 l/100 km para hacer una media de 115 km/h, la mitad de los kilómetros por autovía y la mitad por carretera convencional, rápida y sin apenas tráfico.

Si se acepta una cierta cantidad de ruido y vibraciones al ralentí y a baja velocidad, el motor Diesel de 2,0 l y 150 CV es muy satisfactorio. Tiene un margen de utilización amplio (llega con fuerza hasta más de 5.000 rpm) y su respuesta al acelerador es rápida, lo que hace que sea agradable de utilizar.

A pesar de que la carrocería va lejos del suelo, el Qashqai no tiene los movimientos amplios y lentos, que en mayor o menor medida se dan en la mayor parte de los todoterrenos ligeros. Se balancea poco en las curvas cerradas y cabecea moderadamente cuando se frena fuerte. La dirección es más bien directa, pero hay que acostumbrarse a que es algo pesada cuando hay que moverla con rapidez.

No tiene una adherencia lateral elevada, algo que sólo se aprecia en circunstancias muy concretas. Sus neumáticos no son estrictamente de carretera (unos Bridgestone Dueler H/P Sport, con gran balón). Nuestra unidad de pruebas tenía los neumáticos 215/65 R16, no hemos probado un Qashqai con los neumáticos 215/60 R17.

La ventaja que tiene de agilidad en las carreteras de curvas, perjudica el confort en carretas amplias. Para que la carrocería se mueva poco en las curvas, Nissan ha utilizado una suspensión más bien dura y algo seca. Se nota la dureza y una cierta sacudida de la carrocería, especialmente en las juntas de dilatación o en los cambios de asfalto. Si la irregularidad se sobrepasa con el coche apoyado en una curva, hay un cierto rebote de las suspensiones. Es decir, la ventaja que tiene en carreteras lentas comparado con coches como un Toyota Rav4 o un Citroën C-Crosser no la tiene en las rápidas, donde es más importante una suspensión muy absorbente y una gran estabilidad lineal que la agilidad de reacciones.

Los neumáticos de gran balón (sobre todo con llanta de 16”) y la altura libre al suelo garantizan que se pueda salir de la carretera y acceder a caminos fáciles (ejemplo) sin golpear la carrocería con el suelo o dañar los neumáticos. La versión 4x2 no tiene la motricidad necesaria para circular con confianza sobre terreno blando.

Las versiones con tracción total no tienen diferencial central: lo que conecta las ruedas delanteras a las traseras es un embrague multidisco (como en el X-Trail) en baño de aceite. En condiciones de adherencia normales toda la fuerza del motor va a las ruedas delanteras. Desde un mando situado entre los asientos delanteros existe la posibilidad de bloquear el embrague que une los dos ejes, para favorecer la capacidad de tracción en lugares complicados.

Además de una altura libre al suelo relativamente grande, otros aspectos que contribuyen a darle cierto aspecto de todoterreno es que el contorno de la carrocería va protegido por una lámina de plástico sin pintar.

Según el motor, la caja de cambios será manual de cinco o de seis velocidades. Hay una caja automática de seis marchas para el Diesel de 2,0 l y una de variador (CVT), con seis relaciones fijas para el gasolina de 2,0 l.