MINI 5 puertas (2015) | Impresiones de conducción
He probado durante una semana la versión Cooper D —Diesel de 116 CV— con el cambio manual de seis velocidades y la suspensión de serie. La unidad tenía la opción MINI Driving Modes —un sistema que permite, entre otras cosas, variar la velocidad de respuesta del motor—, unos neumáticos Pirelli PZero en medida 205/45 y unas llantas de 17 pulgadas (de serie los neumáticos miden 175/65 y llantas son de 15 pulgadas; ficha técnica del MINI Cooper D 5 puertas).
Con esta configuración el MINI 5p no me parece un coche cómodo, ni en ciudad, ni fuera de ella. Le sucede lo mismo que al MINI 3 puertas: la suspensión suaviza poco los rebotes que producen las imperfecciones del asfalto y, a poco que el firme de la carretera no se encuentre en perfecto estado de conservación, hace que los ocupantes se sientan constantemente agitados. El confort de marcha es mejor en las plazas delanteras que en las traseras, porque la suspensión posterior reacciona en general con mayor sequedad, especialmente antes los baches que producen que las ruedas se muevan con rapidez (por ejemplo, al pasar sobre una banda reductora de velocidad).
Mover los principales mandos de gobierno —volante, palanca de cambio y pedales— exige un mayor esfuerzo que en un Audi A1 Sportback, un DS 3 y un Volkswagen Polo, por citar algunos ejemplos. Es la misma sensación que se experimenta en el MINI de 3 puertas, una sensación de que todo está un poco más duro de lo normal (y necesario).
El MINI 5 puertas se maneja bien en espacios pequeños, principalmente por las dimensiones de su carrocería, ya que su diámetro de giro no es particularmente pequeño —es idéntico al de un Renault Clio y más grande que el de un Audi A1 Sportback y un Volkswagen Polo; ficha técnica comparativa—. La visibilidad hacia el exterior desde el puesto del conductor es correcta.
La experiencia de conducción se vuelve muy gratificante cuando se trata de ir rápido en carreteras reviradas, porque este MINI tiene reacciones ágiles y responde con rapidez y precisión a las órdenes del conductor. Así, la dirección traslada con gran exactitud a las ruedas los movimientos de volante, los frenos son potentes y no pierden eficacia cuando se utilizan con exigencia y la suspensión es digna de elogio por lo bien que controla el balanceo de la carrocería en las curvas, frenadas y aceleraciones. Además, las intervenciones de las ayudas electrónicas a la conducción no limitan la fluidez del movimiento, ni cortan la aceleración a trompicones.
El tacto de la palanca del cambio es correcto por la buena precisión con que están marcadas las marchas y porque la distancia que hay entre ellas no es larga (aunque tampoco corta). El cambio tiene una función que, cuando se reduce o sube una marcha, adapta automáticamente las revoluciones del motor a las del eje de salida de la caja de cambios (con eso se gana suavidad en los cambios de marcha). Funciona bien siempre que los cambios no se hagan con mucha rapidez, de lo contrario, al sistema no le da tiempo a alcanzar las revoluciones correctas.
El sistema MINI Driving Modes modifica la velocidad de reacción del motor al pedal del acelerador, la dureza de la dirección y la gestión del sistema de climatización. También puede modificar la dureza de los amortiguadores, siempre que se pida la opción de suspensión adaptativa DDC. En cualquier caso, son siempre tres los programas elegibles —Sport, Mid y Green— que se seleccionan con el mando giratorio que hay en la base de la palanca del cambio (imagen). Sólo si se pide la citada suspensión DDC, el modo Sport es personalizable Por ejemplo, se puede establecer que el motor tenga el tiempo de respuesta que corresponde al modo Sport, pero que la dirección tenga la suavidad del modo Mid.
El motor Diesel del Cooper D tiene tres cilindros, 1496 cm³ de cilindrada y da una potencia máxima de 116 caballos a 4000 revoluciones por minuto. El ruido que produce su funcionamiento es parecido al de un motor de cuatro cilindros y es perceptible desde el habitáculo, aunque a un volumen moderado. Transmite ligeras vibraciones al volante y al suelo del coche, que en ningún caso me han parecido molestas. El sistema Stop & Start para y arranca el motor con suficiente suavidad y rapidez como para que su funcionamiento no sea un estorbo o moleste (se puede desconectar con un botón en la consola).
Es un motor que responde con fuerza desde bajas revoluciones y marchas largas, en parte porque las relaciones del cambio son cortas. De hecho, la sexta marcha tiene un desarrollo casi idéntico a la quinta del Alfa Romeo MiTo JTDm de 120 CV y es un poco más largo que el de la cuarta del Audi A1 1.6 TDI de 105 CV de 5 velocidades (ficha comparativa). Este es uno de los motivos por los que el MINI Cooper D 5p aparece tan bien situado en las tablas comparativas de recuperación en 4ª, 5ª y 6ª velocidad.
Para acelerar de 80 a 120 km/h ha necesitado 8,2 segundos, lo mismo que el Audi A1 1.6 TDI de 105 CV y medio segundo más que el Alfa Romeo MiTo 1.6 JTDm de 120 CV (tabla comparativa de aceleración). Esta capacidad de aceleración permite hacer adelantamientos a otros vehículos invadiendo poco tiempo el carril contrario y viajar con el coche cargado sin la sensación de que falta de potencia cuando la carretera presenta alguna cuesta pronunciada. En general, es difícil encontrar una situación en la que se eche de menos un motor más potente.
Las frenadas las he medido sobre asfalto húmedo (igual que las aceleraciones). A pesar de ello, le ha bastado con 51,4 metros para detenerse desde 120 km/h y por poco no se sitúa como el mejor en la tabla comparativa de frenadas. Hice otras tres frenadas consecutivas, es un tramo de asfalto que parecía más seco, pero sin dar tiempo a que los frenos se enfriaran. Pues bien, los resultados fueron 52,1, 50,6 y 50,9 metros. Los neumáticos estaban prácticamente nuevos (apenas tenían 1400 kilómetros) y seguramente han contribuido positivamente en la consecución de estos muy buenos resultados.
En el recorrido de la prueba de consumo —144 kilómetros por una autopista con constantes cambios de pendiente y a una velocidad media real de 120 km/h— ha gastado 6,0 litros cada 100 kilómetros. Con este resultado queda entre el Alfa Romeo MiTo 1.6 JTDm (6,2 l/100 km) y el Audi A1 1.6 TDI de 105 CV (5,6 l/100 km).
Durante la semana que lo he estado conduciendo, he circulado la mayor parte del tiempo por ciudad y sin preocupación por hacer una conducción eficiente, más bien al contrario. El consumo en estas circunstancias ha variado entre 6,0 y 6,5 l/100 km, lo que me parece razonable.