Mini One (2002) | Una curiosa distribución del espacio

30/08/2001 |Juan Manuel Pichardo

El Mini es un coche para dos pasajeros en el que, ocasionalmente, pueden ir otros dos más (está homologado para cuatro plazas). Las plazas delanteras son particularmente espaciosas en términos absolutos y —además— dan mucha sensación de amplitud. La altura libre es muy grande y la distancia máxima entre pedales y asientos es la mayor que hemos medido en coches pequeños, por lo que resulta apropiado para personas altas.

El parabrisas está muy lejos; no solo su base, como ocurre generalmente en coches modernos, también su parte superior. Esto es mejor en caso de choque y elimina la sensación de agobio que pueden causar coches donde el parabrisas está más cercano y el retrovisor interior muy cerca de la cabeza. Otro elemento que contribuye a dar esta sensación de espacio son las ventanillas delanteras, muy largas y extensas.

Desde el punto de vista del espacio en las plazas delanteras lo menos favorable es que el salpicadero sobresale mucho. Hay una gran distancia entre el borde del salpicadero y el final del recorrido de los pedales (o el suelo en el caso del acompañante); esto puede dificultar un poco el acceso en el caso del conductor.

Atrás no falta anchura (es suficiente para dos) ni altura (más que suficiente), pero el espacio para las piernas resulta escaso. No sólo es un inconveniente para un adulto; también resulta un poco incómodo colocar a un niño pequeño en su silla. Si el niño mide alrededor de un metro y aún no viaja con las piernas flexionadas, lo más probable es que dé con los pies en el respaldo delantero. El paso hacia las plazas traseras se hace con un solo mando, que mueve tanto el respaldo como la banqueta; es un sistema cómodo, pero lo sería aún más si ese mando estuviera en la parte superior del respaldo, no en la unión de banqueta y respaldo.

El maletero mide 150 litros (medición VDA); más de lo que mide el de un Seat Arosa o un Volkswagen Lupo y menos que el de cualquier otro coche de su tamaño. Caben un par de bolsas medianas, si una de las dos se coloca verticalmente. Se puede abatir cada uno de los dos respaldos traseros de forma independiente, mediante un sistema muy cómodo.

El puesto de conducción es muy bueno, en especial para quien prefiera conducir bajo. El asiento tiene una forma que recoge bien el cuerpo y una estructura que le da suficiente firmeza para que no canse, pero que lo hace ruidoso en carreteras con baches. Si se conduce rápido, se echa de menos un apoyo para el pie izquierdo que quede más próximo. Habrá a quien, en esas circunstancias, le moleste apoyarse con la pierna derecha en el adorno central que hay a modo de consola. El reposacabezas tiene ajuste de altura pero no de inclinación, puede quedar un poco lejos de la cabeza en ciertos casos.

La visibilidad en derredor es muy buena, con un ángulo muerto no muy grande y suficiente visión en tres cuartos trasero, lo que facilita salir de una bocacalle, por ejemplo. El hecho de que los montantes delanteros del Mini estén lejos del conductor permite tener una mejor visión en carreteras con curvas que en otros coches. La iluminación es satisfactoria, incluso sin la opción de xenón. Sus faros de doble parábola tienen una luz potente y sólo es criticable la escasa amplitud de campo de los antiniebla.

Si no lleva navegador, hay un cuentavueltas enfrente del conductor, sujeto no al salpicadero sino a la columna de dirección; cuando varía la altura del volante, también varía la del cuentavueltas. Dentro de su esfera hay testigos de algunos sistemas, como el control de tracción opcional. El velocímetro y todas las demás informaciones están en el centro dentro de un indicador muy grande pero abigarrado. Aún no he escuchado un buen argumento para justificar que la instrumentación está mejor en el centro; ésta del Mini deleitará a esos pasajeros que gustan de indicar al conductor a qué velocidad va.

El cuentakilómetros es prácticamente exacto y el error del velocímetro está en torno a un dos por ciento. El indicador de nivel de combustible, en cambio, no parece tener ninguna conexión con la realidad. No recuerdo un coche más difícil de llenar de combustible que este Mini. Desde que el boquerel interrumpe el flujo de gasolina porque ya no parece admitir más, hasta que está realmente lleno hay unos 15 litros; mucho para un depósito que, aunque la marca anuncia una capacidad de 50 litros, en realidad puede llegar a cargar poco más de 60 litros hasta la boca de llenado. En un recorrido de 300 km a ritmo constante, la aguja del indicador de combustible estuvo completamente inmóvil en los primeros 200, y en los siguientes 100 bajó un cuarto. Cuando la aguja marca medio depósito, llegan a entrar 40 litros si se pierde el suficiente tiempo en intentar llenar el depósito a tope.

El sistema de ventilación es muy eficaz por la capacidad para alcanzar la temperatura adecuada y para renovar el aire. Incluso sin conectar el ventilador puede entrar mucho aire, pero no siempre es fácil de distribuir porque es imposible evitar la corriente de la salida izquierda, lo que puede ser molesto.