Mercedes-Benz CL (2002) | Impresiones de conducción del CL 500 y CL 600

03/10/2002 |Víctor M. Fernández

Las primeras impresiones dinámicas que me han transmitido los cupé CL son similares a las que tuve con los nuevos Clase S: excelente estabilidad y ejemplar comodidad. Como no difieren apenas con los Clase S por tamaño, peso y motores, los CL ofrecen un tacto y cualidades dinámicas casi idénticas.

Cabe destacar que todos los Mercedes-Benz CL llevan de serie la suspensión activa «ABC» y esto supone una mayor estabilidad y confort frente a los Mercedes-Benz Clase S que no lo llevan (sólo el S 600 lo lleva de serie).

He tenido ocasión de conducir un CL 500 y un CL 600, desafortunadamente durante pocos kilómetros y en unas condiciones de tráfico en las cuales no he podido sacar grandes conclusiones. La versión con el motor V8 de 306 CV tiene potencia y empuje suficiente para moverse con mucha agilidad, pero aquellos que hayan tenido ocasión de conducir otros coches de 300 CV tampoco quedarán impresionados por su capacidad de aceleración (su relación peso/potencia no es muy favorable).

La cosa cambia completamente en el CL 600. Los 500 CV de su motor V12 biturbo y la impresionante «patada» de sus 800 Nm a 1.800 rpm permiten aceleraciones sorprendentes en un coche de 2.075 kg. El cambio automático inserta las marchas a buen ritmo cada vez que la aguja del cuentarrevoluciones alcanza 5.800 rpm, y la velocidad aumenta de forma extraordinaria, permitiendo realizar adelantamientos con enorme rapidez.

La suspensión «ABC» aporta una estabilidad y nivel de seguridad muy elevados. Los Mercedes-Benz CL transmiten una sensación de aplomo ejemplar y son capaces de abordar las curvas con una precisión de guiado inusual en coches de su tamaño y peso, ofreciendo unas reacciones de talante muy deportivo.

El cambio automático con mando secuencial tiene un funcionamiento suave y suficientemente rápido, capaz de agradar a la mayoría de los conductores, aunque en un uso muy exigente pueda resultar algo lento a la hora de reducir.

La frenada también me ha parecido muy equilibrada y eficaz en ambos modelos. Si en el CL 500 destaca su buen tacto y capacidad de parada, el equipo de frenos del CL 600 (con unas enormes pinzas fijas de ocho pistones) transmite todavía una mayor sensación de potencia y parece capaz de detener el coche en muy pocos metros.

El control de tracción (integrado en el control de estabilidad de serie) apenas tiene que actuar en el CL 500, a no ser que el suelo esté deslizante o forcemos un poco la situación. Sin embargo, en el CL 600 no es raro ver como entra en funcionamiento si pisamos el acelerador sin contemplaciones. Con él activado, la seguridad está fuera de toda duda, pero con el ESP desconectado la cosa requiere una mayor atención al volante y capacidad de reacción por parte del conductor.