KIA Sportage (2011) | Impresiones del interior

26/10/2011 |Alfonso Herrero

El habitáculo del KIA Sportage tiene buena presencia. El diseño es agradable, los plásticos que recubren el salpicadero y las puertas parecen mejores que los que están empleando otras marcas —como Honda o Toyota en algunos modelos, en el Insight  y el Prius, respectivamente— porque al tocarlos no suenan tan frágiles. No hay piezas que, a simple vista, estén mal ajustadas. La parte superior del salpicadero es blanda al tacto, la tapa de la instrumentación de un plástico duro y liso que se refleja en el parabrisas cuando le da el sol.

Los parasoles tienen una pieza de plástico extensible para que, cuando están colocados junto a la ventanilla, llegue a cubrir todo el largo de la misma; es algo poco habitual. También hay carencias, como que los mandos que están en el techo (imagen) no estén iluminados; de noche cuesta encontrar el que queremos, por ejemplo para abrir o cerrar el techo practicable.

Este techo de cristal es panorámico. Está formado por dos piezas de cristal de grandes dimensiones. La hoja delantera se puede levantar o desplazar hacia detrás. Cada función tiene su botón; hay un tercero para cerrarlo. Si el techo está abierto y queremos ponerlo en la posición elevada, no sirve pulsar el botón correspondiente: primero hay que pulsar el del cierre y luego el de levantarlo. Para que no entre luz al habitáculo hay dos persianas deslizantes, una para cada porción de cristal.


A mí me gustan mucho este tipo de techos porque me resulta muy agradable la luminosidad que aportan o circular a velocidades bajas con él abierto. Digo bajas porque en el Sportage, a más de 100 km/h el aire hace demasiado ruido.

Las plazas delanteras son buenas. Para mi gusto los pedales quedan demasiado cerca del cuerpo; a mi compañero Enrique Calle, que tiene una estatura menor y más parecida a la media, no le ha sucedido. Si el volante tuviese un ajuste en profundidad mayor, al poder alejar más el asiento del salpicadero, yo habría ido más cómodo y con los muslos mejor apoyados en la banqueta. Esta posibilidad, o mejor dicho, imposibilidad, distingue el puesto de conducción del Sportage del de un Volkswagen Tiguan. El de un Toyota RAV4 me parece peor que el del KIA porque el volante sale de muy abajo y queda más inclinado.

La instrumentación se lee con mucha facilidad —tiene una pantalla central en la que aparecen los datos del ordenador de viaje, con letras (imagen) y dígitos de tamaño grande (imagen)—, casi todos los mandos están muy bien colocados —la excepción son los del ordenador (imagen). El volante (imagen) tiene mandos para el programador de velocidad, el equipo de sonido, el teléfono y el de órdenes por voz para manejar algunas funciones de la radio y el navegador.

Tanto el conductor como el pasajero delantero tienen diversos lugares donde dejar objetos. Todos están situados en lugares cómodos de acceder y resultan muy prácticos. La guantera (imagen) está climatizada. Detrás, hay espacio para un botellín de agua en las puertas y una red en los respaldos delanteros (imagen).

Normalmente, los diseñadores hacen cosas bonitas (o no) que en muchas ocasiones influyen negativamente en la practicidad. En las plazas traseras del Sportage ocurre —curiosamente— lo contrario. La forma de la puerta, con el marco superior mucho más largo que el inferior (imagen), facilita entrar y salir del coche sin tener que doblar la espalda para no golpearse la cabeza. Eso y que el asiento está más alto que en un turismo también hace mucho más cómoda la colocación de una sillita infantil en las plazas traseras. Al ponerla yo me he encontrado con el inconveniente de que el ángulo que forma el respaldo y la banqueta dificultaban esta acción ya que el respaldo de la silla golpeaba contra el del asiento antes de que las fijaciones Isofix quedasen correctamente ancladas. Me llevo más tiempo del habitual colocarla.

Las plazas traseras ofrecen un espacio similar a las de un Qashqai+2 y son algo más pequeñas que las del RAV4. El suelo es prácticamente liso, sin abultamiento en el medio, por lo que si tienen que viajar tres personas no hay problemas para colocar los pies. De todos modos la plaza central no es cómoda por que el respaldo es duro y convexo. Estas plazas no tienen ningún tipo de regulación. Sí se pueden abatir los respaldos para aumentar el volumen de carga; la superficie que queda no es plana.


Bajo el piso del maletero está la rueda de repuesto. Es loable que KIA haya colocado ahí un neumático exactamente igual que el resto (incluida la llanta, que no es de chapa sino la misma que llevan las otras ruedas). Alrededor de ella y en el hueco interior de la llanta queda mucho espacio (imagen) para llevar guardadas diversas cosas, como unos cables para arrancar el coche, guantes y cadenas para el invierno.

Aunque en el maletero hay unos ganchos para colocar una red, bien horizontalmente sobre el piso, o bien verticalmente, a modo de saco (imagen), lo cierto es que se echan en falta más elementos para transportar la carga, como por ejemplo unos ganchos para bolsas.

El portón del maletero llega hasta la matrícula. En su borde inferior, KIA ha colocado el interruptor para abrirlo. Para llegar a él hay que agacharse un poquito.