Ford Mustang (2015) | Impresiones de conducción

10/12/2015 |Enrique Calle (@QuiqueCalle)

Ford ha dicho que es la primera vez que construye un Ford Mustang pensado para mercados como el europeo. También dice que uno de los puntos claves de este Mustang es que la suspensión posterior (de paralelogramo deformable, frente a la anterior de eje rígido) mejora sensiblemente el manejo en curvas y dota al coche de un tacto más deportivo. Y además de lo anterior, los Mustang 2015 que llegan a Europa tienen de serie una configuración de muelles, amortiguadores y barras estabilizadoras que es opcional en Estados Unidos. Más información de la suspensión y otros características en el apartado información técnica.

El Ford Mustang es un coche razonablemente ágil, con buena capacidad de tracción y cuya potencia de frenada es sobresaliente. No se muestra perezoso para cambiar de dirección y reacciona con presteza a los movimientos que el conductor hace con el volante y los pedales, aunque sin la inmediatez de un deportivo de suspensión muy dura.

El Ford Mustang Convertible tiene una suspensión relativamente suave, que no busca la máxima efectividad en curva. Posiblemente gracias a ese ajuste de suspensión, las reacciones son relativamente progresivas (todo lo progresivas que pueden ser en un vehículo con ruedas tan anchas y peso elevado). Hay coches con un paso por curva más veloz a costa de unas reacciones más bruscas e inopinadas cuando se pierde adherencia, como puede ser un BMW M4 Cabrio. Estas impresiones no son trasladables al Ford Mustang de carrocería cerrada ya que su suspensión es claramente más dura y no lo hemos probado en profundidad como para dar una opinión formada.

Existe la posibilidad de cambiar la experiencia de conducción gracias a que se pueden elegir tres niveles de dureza de la dirección y cuatro programas de conducción: normal, deportivo, pista y nieve. En el modo deportivo, se desactiva el control de tracción, y en el modo pista, se desactiva tanto del control de tracción como el de estabilidad.

En una carretera abierta al tráfico tiene poco sentido quitar cualquiera de estos controles electrónicos de ayuda a la conducción porque no molestan aún circulando a ritmo rápido. Si se hace, es necesario que el conductor tenga un buen nivel de pilotaje y experiencia en coches potentes de tracción trasera, pues el Ford Mustang se puede descolocar de atrás sin buscarlo demasiado, dada la elevada potencia del motor. En modo pista existe la posibilidad de utilizar una serie de programas curiosos denominados Track Apps. Uno de ellos permite hacer patinar las ruedas posteriores sin que el coche apenas se desplace, algo que consigue frenando las delanteras.

El Ford Mustang Convertible es cómodo por el bajo ruido interior y por lo bien que aísla su suspensión del estado de la carretera. Se puede usar todos los días por la ciudad sin más inconvenientes que los derivados de las generosas dimensiones de su carrocería (la anchura es mayor que la de un BMW Serie 6) y, los viajes largos con carretera, se realizan acumulando poco cansancio.

He conducido el Mustang con motor de ocho cilindros y 421 CV con el cambio de marchas manual de seis relaciones. Esta configuración me ha parecido muy satisfactoria. El cambio manual tiene recorridos cortos, deja sentir con claridad cuándo han entrado las marchas (se percibe un cambio en la resistencia de la palanca) y es aceptablemente rápido. Curiosamente, no se lleva muy bien con un uso deportivo: cuando se intenta cambiar con toda la rapidez posible, da la impresión de que su accionamiento se endurece. Sale a cuenta cambiar más relajadamente.

El Ford Mustang Cabrio 5.0 V8 no es particularmente rápido para su potencia (se puede ver en esta tabla comparativa), pero tampoco es lento. En nuestra medición de aceleración de 80 a 120 kilómetros por hora ha sido igual de veloz que el Lexus RC F (477 CV) y más lento que un BMW M4 Coupé (no hemos probado este BMW con carrocería descapotable, que es más pesada). Sea como sea, las prestaciones puras son un aspecto secundario en este coche. Lo delicioso del Mustang no es lo que corra o deje de correr, sino la entrega de potencia de su motor.

El motor es una delicia a cualquier régimen por encima del ralentí. Obviamente, para conseguir la máxima aceleración hay que llevar el motor hasta un régimen alto, pero para circular normalmente, no hay que preocuparse mucho del cambio de marchas. Con que el motor gire a más de 1000 rpm, se tiene fuerza para mover el coche con agilidad. Un ejemplo es que con la quinta se puede circular por travesías urbanas a unos 50 km/h y, en cuarta, se doblan esquinas amplias sin vibraciones y sin muestras de que el motor esté funcionando forzado. 

Ford dice que ha intentado que el ruido de escape que emite este Mustang V8 se parezca al del modelo original de 1965. No sé si efectivamente lo ha conseguido. Lo que puedo decir es que el sonido es grave y comedido, y tiene poco que ver con el de un motor «normal» moderno. Es un sonido elegante, de motor grande y alejado de la estridencia del que produce, por ejemplo, el de un Porsche 911 Carrera o un Jaguar F-Type si llevan montado el escape deportivo. Es un sonido suficientemente comedido como para no despertar a los vecinos cada mañana, pero que siempre se siente ahí. Las personas que han montado en este Ford Mustang esperaban que el ruido del motor fuera más contundente.

El motor de cuatro cilindros y 2,3 litros no es tan emocionante. No le falta potencia, pero sí se pierde parte del encanto de conducción del motor V8 y exquisito tacto. Su respuesta no es tan instantánea, ni su aceleración tan lineal, y el sonido que produce (gran parte del ruido del motor que se oye dentro lo simula el equipo de sonido) no tiene nada que ver. En cualquier caso, estoy seguro que este motor de cuatro cilindros agradará y resultará satisfactorio si no se tiene oportunidad de comparar el V8.

Lo peor del Mustang con el motor V8 es, posiblemente, su elevado consumo de carburante y la frecuencia con que es necesario pasar por la gasolinera habida cuenta de que tiene poco depósito (61 litros). El consumo medio que he obtenido haciendo un uso normal (con alguna aceleración puntual fuerte) por todo tipo de vías ha estado en torno a 13,0 l/100 km. Se puede consumir menos de 10 litros si se circula en llano a una velocidad moderada (no mayor a 100 – 110 kilómetros por hora) y es fácil llegar a 20 si se aprovecha algo más de que vez en cuando la potencia disponible o se circula mucho por la ciudad. 

El Ford Mustang con motor de cuatro cilindros gasta mucho menos. Los datos oficiales anuncian una diferencia de consumo realmente importante, en torno al 40% (ficha comparativa). Lo hemos conducido brevemente y hemos comprobado que si se circula a unos 100 o 120 km/h con suavidad, en vías llanas y con pocos cambios de ritmo, el ordenador de viaje indica unos 7,5 l/100 km, un valor más que aceptable para un coche de su potencia, peso y tamaño.