Ford Ka (2009) | Impresiones del interior

14/04/2011 |Jaime Arruz y Enrique Calle Calle

El habitáculo del Ford Ka está homologado para cuatro ocupantes. Hay espacio suficiente como para que viajen en su interior dos personas de talla normal —plazas delanteras— y otros dos de talla pequeña —plazas posteriores—. La habitabilidad y el espacio interior del Ka es similar al del 500 (más información).

Un Renault Twingo tiene unas plazas traseras mucho más espaciosas que el Ka, sobre todo si se coloca el asiento trasero deslizante (opcional) en la posición más retrasada. Hay coches más pequeños por fuera pero mucho mejor aprovechados por dentro que el Ka, como un KIA Picanto.

En la parte trasera del Ka es difícil que se acomoden personas de más de 1,75 metros porque no hay mucha altura libre al techo debido al diseño de la carrocería. La única forma de no rozar con la cabeza en el guarnecido del techo es llevando las caderas más lejos del respaldo de los asientos, pero eso supone las rodillas vayan pegadas al respaldo de los asientos delanteros. El espacio para las piernas es suficiente siempre que los ocupantes de las plazas delanteras no lleven sus asientos muy retrasados y los de las plazas traseras no midan más de 1,70-1,75 metros.


El acceso a las plazas posteriores no es complicado porque la puerta tiene un gran ángulo de apertura y el hueco que queda entre la carrocería y el asiento delantero una vez se mueve éste hacia adelante es grande. Hay que agacharse más o menos igual que en otros utilitarios similares de tres puertas.

Los asientos delanteros recuperan su posición original sólo si se mueven en su conjunto; si se tira del respaldo para atrás, la banqueta se queda fija y hay que recolocarla.

La posición de conducción no es cómoda para algunos conductores. Como los pedales quedan muy cerca del volante, ciertos conductores tienen que llevar las piernas muy flexionadas para poder llegar bien al volante o, al contrario, tienen que estirar mucho los brazos una vez obtenida la posición correcta para las piernas. El primer caso provoca que el reposapiés situado a la izquierda de los pedales quede demasiado cerca. Este inconveniente se solucionaría si el volante tuviese regulación en profundidad que permitiese separarlo del salpicadero.

Como en el Fiat 500 y el Fiat Panda, la consola central es prominente y puede molestar a las rodillas de los ocupantes.

La instrumentación es muy completa y de fácil lectura. Un aspecto destacable es que tiene dos ordenadores de viaje, lo que permite realizar varias mediciones simultáneamente, algo poco usual en los utilitarios más asequibles.

Los asientos, aunque son algo duros, son cómodos y permiten realizar muchos kilómetros sin notar fatiga. No dan mucha sujeción lateral cuando se circula a ritmo rápido por carreteras de curvas, como sí sucede en los de un Renault Twingo. Llama la atención el sistema de regulación en altura del asiento del conductor, porque sólo sube o baja la parte de la banqueta más próxima al respaldo pivotando sobre la parte delantera que queda fija.

Esto hace que haya un hueco entre el respaldo y la banqueta que puede hacer que determinados objetos terminen en el piso de las plazas traseras, por ejemplo cuando se utiliza el asiento para dejar cosas como la cartera o unas llaves mientras uno se quita el abrigo antes de acceder al habitáculo.

A algunos ocupantes les pueden quedar algo bajos los reposacabezas porque no tienen mucho recorrido. Al contrario sucede con los cinturones de seguridad: no tiene regulación en altura y pueden quedar algo altos para determinados conductores y pasajeros.

El interior está realizado con materiales de aspecto normal, pero de mayor calidad que en gran parte de los utilitarios del mercado. Todos tienen buen tacto a pesar de ser duros —normalmente menos agradables que los blandos— y dan buena impresión a la vista, a excepción de los que hay en la parte interna de las puertas y la guantera. Hay excepciones, como el retrovisor interior o los parasoles, que no transmiten sensación de solidez y están fabricados de materiales poco vistosos.

No todos los mandos son fáciles de accionar. No nos ha gustado la posición de los mandos del equipo de sonido que hay en el volante (imagen) porque obligan a separar las manos para manejarlos y a desviar la vista de la carretera. Si no lleva estos mandos, es todavía peor porque la radio está en la parte alta de la consola central, lejos del conductor.

Un aspecto mal resuelto en el Ka es el de los huecos para objetos: hay pocos y son pequeños. Se ve compensado en cierta forma gracias al gran volumen de la guantera. Llama la atención que no se haya aprovechado mejor el hueco entre los asientos delanteros cuando la palanca de cambios va situada en una posición más alta de lo normal, justo por debajo de los mandos del sistema de climatización. Las bolsas de las puertas son largas y estrechas.

Otro detalle mejorable, aunque corriente en los utilitarios, es que ninguno de los dos parasoles tiene luz de cortesía (imagen).

Maletero

Tiene un volumen de 224 litros. Es grande dado el tamaño de su carrocería. Es inferior al de un Toyota Yaris o un Nissan Micra y similar al de un Renault Twingo, un Toyota Yaris o un Hyundai i10 (listado). Tiene formas regulares que facilitan la colocación de la carga.

Un inconveniente es que el diseño de la carrocería hace que haya que salvar un escalón de 25 centímetros para depositar cosas en el interior del maletero. Además, el borde de carga queda a 77 centímetros del suelo, un dato no muy bueno (mediciones del maletero).

La capacidad de carga puede llegar a 747 litros si se reclinan los respaldos de los asientos posteriores. En este caso, el fondo de carga no queda plano (imagen).

En el maletero sólo hay una cinta elástica para sujetar objetos, en la parte derecha. Se echan en falta ganchos para colgar bolsas o unas argollas en las que poder sujetar una red o unas cinchas útiles para asegurar la carga. Sí tiene un pequeño plafón de iluminación. La rueda de repuesto es de emergencia.

Hay algunos detalles de mala calidad, como el respaldo metálico de los asientos traseros —no están tapizados— o el tirador de tela para poder cerrar el portón, además de ciertos tapizados mal fijados.