Ford B-MAX (2012) | Impresiones de conducción
Hemos conducido dos unidades del B-MAX, una con motor de gasolina EcoBoost de 120 CV y la otra con motor Diesel TDCi de 95 CV, ambas con cambio manual de cinco relaciones. La Diesel la hemos probado brevemente, la de gasolina durante una semana y unos 1500 km.
La suspensión es firme —impide que la carrocería se mueva en los apoyos fuertes, tanto lateral como longitudinalmente, en este sentido se parece muchísimo a un turismo y no a un coche alto— y, a la vez, tiene una capacidad de absorción grande, por lo que generalmente es cómoda. Nos ha dado la sensación de que tiende a subvirar más que otros modelos de Ford.
Los dos motores tienen potencia suficiente para mover bien el coche. No hemos probado con el coche cargado, por lo que es posible que en condiciones difíciles los 95 CV del Diesel resulten escasos. No da esa impresión, pero para obtener conclusiones fiables es imprescindible realizar una prueba del coche, no basta con los pocos kilómetros en terreno llano que hemos tenido durante la presentación. Las prestaciones que hemos medido del motor de gasolina de 120 CV aparecen en esta tabla comparativa.
Con el motor Diesel el sonido en el interior del coche es más elevado y las vibraciones mayores que con el de gasolina. No es un sonido molesto. Los dos resultan suaves, pero el de gasolina lo es especialmente, aunque no en todo momento. Por ejemplo, lo es cuando gira a ralentí, pero no cuando se le somete a una carga elevada (una aceleración intensa o para mantener la velocidad en una cuesta), situación en la que vibra más que un motor de cuatro cilindros (tiene tres; vídeo técnico). Una prueba de la suavidad a ralentí es que cuando el sistema Stop&Start detiene el motor, uno puede que no sea consciente de que lo ha hecho hasta que vuelve a arrancar el motor. El funcionamiento de este dispositivo me ha parecido bueno.
Ford homologa con el motor EcoBoost de 120 CV un consumo muy bajo, 4,9 l/100 km. Sin poner en duda que se puedan lograr consumos así realizando una conducción especialmente cuidadosa, lo cierto es que durante la prueba no hemos conseguido unos consumos destacables por bajos. En el recorrido por autovía que utilizamos para comparar consumos —trayecto de ida y vuelta de 143 km, a una media real de 120 km, yendo siempre en la marcha más larga posible y con poca carga sobre el acelerador— el B-MAX 1.0 EcoBoost 120 CV gastó 8,0 l/100 km, que no es poco. En ciudad y alrededores, conduciendo con suavidad salvo alguna aceleración fuerte puntual para hacer alguna maniobra que lo requería, el consumo que hemos obtenido ha sido de 9,2 l/100 km (tras recorrer 104 km a una media de 31 km/h).
Hay dos cosas que me han gustado mucho de este motor. Una es su elasticidad, impropia de un motor de un solo litro de cilindrada hasta que uno ve el par máximo (200 Nm), similar al que puede tener un motor de dos litros atmosférico. La elasticidad se traduce en que la respuesta al acelerar es buena a bajo, medio y alto régimen y eso significa que no es necesario estar siempre atento y con la marcha adecuada seleccionada para ganar velocidad con rapidez, un plus de seguridad y confort especialmente en ciudad.
La otra es que la climatización comienza a expulsar aire caliente muy pronto. Un día probé a dejar el coche aparcado al aire libre toda la noche. Por la mañana estaba cubierto de una capa de escarcha (la del parabrisas se deshizo rápidamente gracias a las resistencias que tiene el parabrisas, una opción muy recomendable para quien tenga que aparcar el coche donde hiele habitualmente) y, según el termómetro del coche la temperatura era de 2 ºC. Mientras se deshelaba el cristal el motor estaba a ralentí, al cabo de esos dos minutos ya no salía aire frío por las salidas de la ventilación sino templado. Entonces recorrí unos 300 metros a poca velocidad (entre 20 y 30 km/h) y trascurrida esa distancia el aire ya era caliente. Yo no recuerdo ningún coche en el que esto suceda con tanta rapidez.
La caja de cambios (de cinco velocidades) funciona bien por rapidez, suavidad y precisión. En la instrumentación, una flecha recomienda cambiar a otra marcha cuando considera que es beneficioso para obtener un consumo mejor. Estos motores tienen caja de seis marchas en otros modelos: el EcoBoost en el Focus (125 CV) y TDCi de 95 CV en el C-MAX.
La dirección con asistencia eléctrica tiene un tacto excelente. No es blanda ni dura y da la sensación de que se tiene información en todo momento de lo que ocurre entre las ruedas y el asfalto. A la buena sensación de la dirección también contribuye un grosor adecuado del volante y del cuero que lo recubre y la ausencia de vibraciones.
Los montantes delanteros son anchos, con un ventanuco pequeño en la zona inferior que al conductor no le sirve para mejorar la visibilidad por su lado. A diferencia de otros monovolúmenes en los que en alguna ocasión el montante izquierdo me ha molestado para ver los coches que venían de frente en curva, nunca he tenido la sensación de que el montante del B-MAX me dificultara la visión. Sin embargo, sí es molesto que el limpiaparabrisas no apure la zona barrida hasta en las inmediaciones del montante, porque esa zona de visión es importante y a través de las gotas no siempre se ve con la nitidez necesaria.
La luz que proporcionan los faros no es buena. En completa oscuridad resulta suficiente pero en vías con algo de iluminación uno tiene la sensación de que lleva las luces apagadas. Eso también ocurre en ciudad, ya que las luces de los coches que hay alrededor iluminan la zona delantera del B-MAX más que las del propio coche. En cambio, las luces largas me han parecido muy buenas por su alcance y la cantidad de luz que dan.
La cámara opcional trasera, aunque muestra las imágenes que capta en una pantalla muy pequeña, es una buena ayuda en las maniobras marcha atrás. Cuesta 450 € en la versión probada y forma parte de un paquete de equipamiento que incluye más cosas (información del paquete).