Citroën C3 (2013) | Impresiones del interior

15/06/2016 |Carlos Fernández (@CarlosFP_77)

El Citroën C3 se diferencia de la mayoría de sus alternativas por la mayor altura de su carrocería —mide 1,53 metros de altura, por los 1,44 m de un Renault Clio o 1,46 m de un Peugeot 208 o un Volkswagen Polo, por ejemplo—, lo que se traduce en una de las mejores alturas al techo desde la banqueta del asiento (mediciones del interior). Nuestra unidad de pruebas correspondía al nivel del equipamiento «Exclusive», el más alto de la gama.

Los asientos delanteros (imagen) van colocados muy arriba incluso en su posición más baja —el del conductor es regulable en altura desde el nivel de equipamiento más básico, «Live»— lo que hace que resulte sencillo entrar y salir del coche.

Si en las plazas delanteras del C3 viajan dos personas de hasta 1,75 metros de altura, en las de atrás podrán viajar otras dos de estatura similar sin problemas de espacio para las piernas, aunque un Škoda Fabia, un Opel Corsa o un Hyundai i20 son más espaciosos en este sentido y, por tanto, preferibles para transportar pasajeros en la fila trasera. En esta última, aquellas personas que midan menos de 1,85 no tocarán el techo con la cabeza si se sientan con la cadera pegada al respaldo. 

Citroën ha hecho que la guantera (imagen) —de 13 litros de capacidad— quede más alejada del copiloto de lo que es normal al haber moldeado la parte inferior del salpicadero para favorecer el espacio para las piernas. Gracias a ello, en el lado derecho del coche pueden ir sentadas dos personas más altas que en el izquierdo —o más cómodamente si tienen la misma estatura—, ya que, para dejar espacio al pasajero trasero, el copiloto puede desplazar su asiento mucho hacia adelante sin que sus piernas lleguen a rozar la guantera, aunque a costa de llevarlas más flexionadas (el espacio longitudinal no es mayor que en otros coches).

La anchura es normal adelante y buena atrás, aunque tres adultos —dependiendo de su tamaño— probablemente no viajarán cómodos en la fila posterior en trayectos largos, como es habitual en coches de tamaño similar. El acceso a la banqueta trasera y el procedimiento de colocar a un niño en su sillita tienen una dificultad normal porque, aunque las puertas traseras son pequeñas y no abren hasta un ángulo muy grande, sus formas son regulares (imagen lateral del coche).

El puesto de conducción puede requerir de un tiempo de adaptación. El volante no tiene suficiente reglaje en profundidad y puede quedar alejado del cuerpo, sobre todo a las personas altas que necesiten retrasar la posición del asiento para operar correctamente los pedales. Además, la elevada altura de la banqueta hace que las piernas queden muy poco tendidas, al estilo de algunos monovolúmenes o todoterrenos. A cambio, se tiene una visión elevada sobre el resto del tráfico. La palanca de cambios queda muy abajo y demasiado retrasada; el movimiento que hay que hacer con el brazo para accionarla no es tan cómodo como en la mayoría de sus rivales.

Los asientos, que tienen un mullido blando y sujetan suficientemente el cuerpo, me han ido convenciendo por su comodidad con el paso de los kilómetros. La palanca que regula la inclinación del respaldo (imagen) —libera uno de esos sistemas imprecisos que requieren de que se despegue la espalda del respaldo para que este se mueva hacia adelante— está en un lugar de muy difícil acceso a la mano.

El habitáculo está construido con materiales que son agradables al tacto y a la vista, salvo en la parte inferior de las puertas y en la zona que hay entre los asientos delanteros, donde Citroën ha utilizado plásticos duros que ceden si se aprietan o se intentan descolocar a conciencia. Por lo demás, los ajustes son correctos y en general transmiten sensación de solidez. La consola y la parte superior del salpicadero (imagen) están recubiertas de un plástico negro brillante muy vistoso, pero la suciedad y el polvo acumulados sobre él se ven con facilidad.

 

El aro del volante (imagen) está forrado en cuero desde el nivel de equipamiento «Live Edition», pero tiene varias texturas distintas, la parte inferior achatada y una inserción de metal en la parte interior que no está bien enrasada y molesta en las manos al girarlo. Hay dos piñas con botones (imagen) tras el volante —en vez de botones sobre él— que controlan el sistema multimedia, el programador y el limitador de velocidad. Es necesario memorizar la función que realiza cada botón porque no se pueden ver durante la conducción.

Con el nivel de equipamiento básico «Live», el C3 tiene una radio con reproductor de discos compactos y compatible con el formato MP3, con conexión Bluetooth para el teléfono móvil y entradas USB y Aux. A partir del «Live Edition», tiene un sistema multimedia asociado a una pantalla táctil de siete pulgadas (imagen), la cual reacciona con una velocidad normal a las pulsaciones. El sistema tiene un disco duro de 8 GB en el que se pueden almacenar música y fotografías que se copian a través del puerto USB (imagen), y es compatible con los protocolos de comunicación «Apple Car Play» y «Android Auto».

El interfaz no es intuitivo y los cinco botones físicos con los que se accede a los menús principales (imagen) están en la parte inferior de la consola —muy lejos de la pantalla, que está arriba—. Por línea general la respuesta del conjunto es fluida, pero tuve problemas cuando el disco duro estaba próximo a llenarse porque su funcionamiento fue errático desde ese momento. El navegador siempre es una opción que cuesta 550 euros y la cámara de visión trasera (que tiene una resolución aceptable, imagen) es de serie en el nivel de equipamiento Exclusive. La calidad del sonido es buena.

Los C3 «Feel Edition» y «Exclusive» tienen un elemento de equipamiento único entre los coches semejantes: un parabrisas panorámico —Citroën lo denomina «Zenith»— (imagen) que se prolonga por el techo del coche hasta, aproximadamente, encima de la cabeza de los pasajeros delanteros. El gran ángulo de visión vertical que proporciona resulta útil en ciudad porque, por ejemplo, permite ver los semáforos que están situados justo encima del coche, y muy agradable en general porque deja entrar mucha luz y da sensación de amplitud al interior.

Aunque la zona superior está tintada para que el sol no moleste a los ocupantes, hay una cortinilla que la puede tapar y deja a la vista una parte del cristal de tamaño similar a la de un C3 que no tenga el parabrisas Zenith (imagen comparativa con la cortinilla totalmente adelantada y retrasada). Los parasoles (imagen) son dos piezas de plástico duro incorporadas en la mencionada cortinilla: no tienen espejos de cortesía y no pueden desacoplarse para tapar la luz que entra por la ventanilla lateral si el sol da de costado. Además, desaparece el plafón de iluminación que tienen los C3 sin este parabrisas y, en su lugar, hay dos adelante en los laterales del techo —que dan muy poca luz— y uno atrás en el centro.

El habitáculo tiene varias luces de ambiente —en el techo y en la zona de los pies— que a algunas personas quizás resulten molestas al conducir de noche. Sólo dejan de lucir si se apaga la pantalla del sistema multimedia, acción con la cual también se apagan algunas luces de la instrumentación. Esta es clara y da información suficiente (imagen).

El climatizador funciona bien y sus mandos son grandes, de uso sencillo y están en un lugar cercano a la mano derecha del conductor. Debajo hay un espacio (imagen) en el que en el C3 2010 podía instalarse opcionalmente una radio CD —ahora ya no— y ha sido inutilizado como lugar para dejar objetos al haberse tapado a ras de la consola con una pieza de plástico.

Algunos mandos están colocados en lugares poco cómodos. Por ejemplo, los de los elevalunas eléctricos  —los delanteros son de serie en toda la gama y los posteriores a partir del nivel de equipamiento «Feel Edition»— están muy abajo y en pendiente en las puertas delanteras (imagen), y el que regula la altura de las luces, en un lateral de la columna de la dirección (imagen).

El maletero (imagen) es de los más grandes de entre los coches que tienen un tamaño y precio similares. Tiene 300 litros, más que el del Ford Fiesta (295), el Seat Ibiza (292) o el Volkswagen Polo (280), pero menos que el del Škoda Fabia (315). La cota que más limita su aprovechamiento es la anchura (96 cm) y la elevada altura del borde de carga (79 cm). Está iluminado y debajo del piso hay un kit de reparación de pinchazos (imagen), aunque tambíen hay disponible opcionalmente, por 80 euros, una rueda de repuesto de emergencia. Se pueden abatir los respaldos de los asientos, pero el piso resultante no queda plano ni enrasado con el del maletero (imagen).

El C3 no tiene muchos huecos para depositar objetos. Hay uno grande en la parte baja de la consola central (imagen), uno pequeño entre los asientos delanteros (imagen) y otro dentro del apoyabrazos delantero (imagen). En las puertas hay uno de tamaño suficiente para guardar una botella de agua (imagen).