BMW Serie 5 Touring (2011) | Impresiones de conducción

14/03/2012 |Alfonso Herrero

Dinámicamente, el 520d Touring de 184 CV me ha sorprendido por lo ágil que es. Tanto, que en ocasiones reacciona de forma más parecida a algunos deportivos que a un coche de tipo familiar.

Que sea así puede ser una virtud o un defecto. Virtud para quien valore un coche que «redondea», y mucho, las curvas cuando la aceleración lateral es grande, algo que ocurre tanto en curvas muy lentas como en las que son rápidas. Defecto, para quien no se sienta a gusto con esa característica (que en un coche de este tipo tal vez sea la mayoría).

Cierto es que el control de estabilidad se encarga de que ese movimiento no llegue a mayores pero también lo es que, para sacar parcial provecho de esta particularidad, hay que circular con el control de estabilidad («DSC» en BMW) en el modo que permite que el coche deslice algo antes de corregir la trayectoria —bien pulsando el botón del «DSC» o seleccionando el modo «Sport+» con el interruptor del «Dynamic Drive»— o desconectarlo del todo para aprovecharlo por completo, algo no recomendable en carretera abierta. Si se lleva el control conectado, esta agilidad sirve de poco porque lo normal es que tenga que entrar en funcionamiento para que no se convierta en un sobreviraje difícil de controlar.

La unidad que hemos probado no tenía la dirección opcional en las ruedas traseras que sí llevaba el Serie 5 berlina que probamos anteriormente. Lo que recordamos de ese Serie 5 berlina es que —además de que necesitaba menos espacio para maniobrar— era más fácil de conducir que este Touring sin dirección a las ruedas traseras porque tenía unas reaccionies más previsibles.

A pesar de su agilidad, el Serie 5 Touring (al menos sin dirección a las ruedas traseras) no me parece que se pueda llevar apreciablemente más rápido que otros coches similares y de reacciones más previsibles por el conductor. Por ejemplo, un Mercedes-Benz Clase E Estate entra algo peor en curvas lentas pero una vez que está apoyado mantiene mucho mejor la trayectoria y hace las cosas más fáciles para un conductor con habilidades medias o algo superiores.

Comparando ambos, el BMW es algo más duro de suspensión —incluso en el modo «confort»— y tiene una dirección con menos asistencia. La dirección no es la típica que permite mover el volante casi sin hacer fuerza. Y es más bien lenta, con desmultiplicación de 17,1 a 1. BMW ofrece como opción una dirección activa (va combinada con la ruedas traseras directrices) que en el modo más directo tiene una desmultiplicación de 10 a 1 (muy rápida) y en el menos directo, 20 a 1. Yo recomendaría esta opción por dos motivos: primero porque facilita las maniobras y segundo porque las reacciones del coche son más previsibles para cualquier conductor.

520d Aut.

El motor Diesel de 184 CV me ha gustado más con el muy buen cambio automático «Steptronic» de ocho relaciones que con el manual de seis. Con el manual, si se quiere circular rápido, hay que estar pendiente del cambio para mover con soltura el coche. Con el automático, esa preocupación no existe. Yo recomendaría a todo aquel que piense que un cambio automático es aburrido y malo, que pruebe este coche con el automático. Para mí, no hay duda de que es el más adecuado.


Es un cambio de ocho marchas, lo que por una parte, permite ajustarlas mucho entre sí para que el paso de una a otra no deje caer mucho el régimen del motor (en las mediciones que hacemos de recuperación, de 80 a 120 km/h, no hemos podido hacerlo en cuarta porque el desarrollo es demasiado corto; creo que es la primera vez que nos ocurre en km77.com). Otra cosa que permite es contar con un desarrollo final largo (a 120 km/h el motor gira a 1.900 rpm) que facilita que en los viajes a velocidad constante el consumo sea bajo. El motor mueve con soltura este largo desarrollo, tanta que es posible meter octava a menos de 80 km/h. Si se acelera, no hay vibraciones ni ruidos que hagan pensar que estamos maltratando el motor.

Las prestaciones que hemos medido son las que corresponden a un coche de su potencia, dimensiones y peso (1.790 kg). El consumo es bajo. En nuestro recorrido habitual por autovía, ha gastado 6,7 l/100 km, que es muy poco para un coche de este tamaño y potencia. Un Mercedes-Benz 250 CDI Estate, 20 CV más potente, gastó 7,2 l/100 km.