BMW Serie 5 525d (2000) | Un coche de carretera como hay pocos

20/07/2002 |Juan Manuel Pichardo

Es más agradable viajar en el 525d que en la mayoría de los coches comparables por varias razones: primero, el motor es suave y silencioso; hace ruido de Diesel en frío y en fuertes aceleraciones, pero en marchas normal es incluso más silencioso que muchos otros coches de gasolina. Segundo, la suspensión absorbe bien las irregularidades del suelo, sin que ello implique un balanceo excesivo ni falta de amortiguación. Tercero, el sistema de ventilación consigue renovar el aire de forma que en todas las plazas hay una temperatura uniforme y adecuada.

La estabilidad es igualmente satisfactoria, pero con el inconveniente de ser tracción trasera y no tener control de estabilidad como equipo de serie (A6 y Mercedes Clase E sí lo tienen). El 525d tiene control de tracción, que impide un sobreviraje si se acelera demasiado en curva. Lo que no puede hacer el control de tracción es evitar el sobreviraje en retención, en frenada o en cualquier circunstancia en la que el eje trasero se descarga momentáneamente de peso, por ejemplo un cambio de rasante en curva. El control de estabilidad (DSC en el caso de BMW) cuesta 175.536 ptas; antes o después será equipo de serie en todos los BMW (ya lo es en Mercedes, falta poco para que lo sea en todos los Audi), hasta entonces merece la pena pagar por él.

La estabilidad del 525d es buena en condiciones normales. Mantiene bien la trayectoria en recta y curvas rápidas, y no es poco ágil en la lentas (lo normal para un coche de su tamaño y peso). Sobre superficie deslizante es cuando más fácilmente se pueden manifestar los inconvenientes de la tracción trasera. La dirección es satisfactoria y los frenos tienen una gran capacidad para detener al coche y una resistencia normal, que es algo menos de la que hace falta cuando se frena fuertemente sin dar tiempo a que se enfríen.