Audi TT 3.2 quattro DSG (1999) | Buen compromiso entre cupé deportivo y coche de uso diario

09/04/2004 |Juan Manuel Pichardo

Por la forma que tiene de entrar en la curva en carreteras lentas, este TT va mejor que un Nissan 350Z y no me parece tan ágil como un Alfa Romeo GTV o un Mazda RX-8. Las diferencias en estos dos últimos casos, no obstante, son de las que sólo se pueden apreciar claramente si se conducen los coches sucesivamente en el mismo lugar.

En esta versión, el TT no es tan subvirador como el Nissan y tiene un tacto de dirección satisfactorio en el sentido que facilita la trazada. No responde muy rápidamente a una deceleración en curva, pero sí se puede dirigir un poco con el acelerador. Ante curvas muy cerradas, en este coche más que en otros puede ser necesario balancear un poco la carrocería antes de ahuecar, para ayudar a cerrar la trazada.

La suspensión, aunque dura, es absorbente, lo que facilita mucho las cosas en carreteras irregulares. Como las ruedas no van dando saltos (o menos saltos que en otros coches de suspensión dura), es más fácil meter al coche en la curva, se desvía menos de la trayectoria y permite acelerar más a la salida; además, una suspensión que absorba castiga menos al coche cuando se circula rápido por carreteras bacheadas.

Durante la prueba de este TT teníamos también el Peugeot 206 RC, e hicimos algunos recorridos con los dos. Al lado del 206 RC, el TT parece un coche torpe y pierde por eso la ventaja de prestaciones que tiene (que no es grande). Es algo que ocurriría con cualquier cupé de este tipo al lado de un deportivo tan extremo como el 206 RC.

Durante uno de esos recorridos en el que el suelo estaba mojado (aunque no muy resbaladizo), pudimos ver que no hay una ventaja decisiva de aceleración a la salida de la curva de este TT de tracción total sobre el 206 de tracción delantera, si el control de estabilidad está conectado en ambos casos.

Esto es porque el control electrónico del TT limita mucho la fuerza del motor para asegurar que no pierde la trayectoria. Es decir, la ventaja de la tracción total en este caso (sistema Haldex) es que deja acelerar antes en las curvas, y está limitada por el funcionamiento del control electrónico. No creo que sea un «fallo» al programar el control de estabilidad, lo que ocurre es que en condiciones de adherencia muy baja, este coche puede ser difícil de controlar (electrónica o manualmente).

Si se desconecta el control de estabilidad, se puede apreciar casi siempre que hay un margen grande para acelerar a la salida de la curva, sin que el coche pierda la trayectoria. Siempre que la adherencia sea normal o normalmente baja, no hay problemas de este tipo. Ahora bien, cuando el suelo está muy resbaladizo (sobre un asfalto sucio y mojado, o sobre nieve), si pierde agarre al acelerar, reacciona prácticamente igual que un tracción trasera en esa circunstancia: sobrevira mucho.

Comparativamente, el control de tracción interfiere más en la aceleración que el de estabilidad en la trazada. Incluso con el control de estabilidad conectado, se puede ver claramente que la carrocería se mueve, si se dan las condiciones que provocan ese movimiento.

La mejor forma de conducir rápido éste y cualquier coche es hacerlo de manera que no entre en funcionamiento el control de estabilidad, pero en éste es más palpable el beneficio de ser fino en la trazada y suave en la aceleración.

En carreteras rápidas, donde no hay problemas de tracción normalmente y la agilidad no es tan necesaria, va bien. Mantiene la trayectoria con mucha fidelidad, salvo si encuentra baches muy bruscos cuando está apoyado. En esa situación se puede mover un poco (sobre todo de atrás), pero difícilmente se aparta de la trayectoria.

Cuando conduje el TT por primera vez (un 180 CV de tracción delantera en 1998), ni detecté los supuestos problemas que hacían de aquel primer TT un coche inestable a gran velocidad, ni conocí a ningún compañero que los hubiera experimentado. Con este TT he pasado por mis baches de referencia en curvas rápidas (que llevan ahí mucho más de seis años), y he notado prácticamente lo mismo que entonces. Si hay diferencia, es porque la suspensión de este 3.2 quattro es más dura; de hecho, en esos baches se mueve más este TT que el que probé en 1998.